Volvemos a la vieja España. A la
del torero con su capote. A la de paletos que hacen gracia en el mundo por su
pésima pronunciación del inglés. A la del trabajador explotado y resignado. A
la de tu ni chistar, que te cae un capón. A la de misa y rosarios. A la de la
falta de educación. A la del racismo, la tiranía, la homofobia. A la de ese
macho aguerrido de pelo en pecho, el que se toma las tapitas en el bar, y
persigue suecas en Benidorm. A la España de paella, toros, y olé, en resumen.
Hasta junio, dicen que tenemos
reformas. Reformas, lo llaman. Un día te acuestas viviendo en una democracia, y
cuando te levantas, vives en una dictadura.
Si quieres estudiar, paga. Si te
pones enfermo, paga. Si quieras protestar, a la cárcel. Si convocas cualquier
acto por internet que cuestione lo impuesto por el Gobierno, a la cárcel. Si
miras mal a un político, a la cárcel. Porque el levantar una ceja es un acto de
violencia y un uso de la fuerza extremos. Eso si, no te preocupes. A la Iglesia
siempre podrás ir, a que señores que pretenden hacer gala de una moralidad
impoluta te adoctrinen sobre lo malo que es ser diferente.
¿Televisión pública e información
objetiva? ¿Para qué? Fuera los sindicatos de RTVE, qué no los queremos para
nada. Preferimos que nos sigan vendiendo el pavo, que nos manipulen, que nos
tomen por imbéciles.
Hay que apretarse el cinturón.
Hay que ser ciudadanos responsables, ahorradores, frugales. Y ellos ayudan. Se
quedan con el dinero, que así a nosotros
no nos entra la tentación de gastar.
Los alemanes y doña Angela son
Dios. Y lo que digan ellos va a misa.
Porque no tenemos dinero. Para
nada. Estamos en la miseria más absoluta. La bolsa se llevó nuestro prestigio y
credibilidad. Hay que recortar en sanidad, en educación, hay que empeorar las
condiciones laborales, abaratar el despido, dar licencia para echar a los
trabajadores sin indemnizaciones, bajarles el sueldo. Porque si no, no salimos.
Qué curioso. Para el suelo de los políticos, para invertir en armas, que somos el
segundo país del mundo que más dinero se gasta en armamento, financiando así
las desgracias del mundo, para la Iglesia, y para mantener a la familia real…
para eso sí que hay dinero. Qué cosas. También hay dinero para invertir en
medios de censura y de control de la ciudadanía.
En este país se juzga a los
jueces que investigan crímenes contra la humanidad. Lay ley no está con ellos.
Porque en este país de pandereta,
de chiste, de vergüenza, en este país en el que más ignorante se es, más alto
se llega, la ley la tienen los que tienen el dinero. Y como los ciudadanos no
lo tienen, por poder, no pueden ni alegar, que también se les va a cobrar por
eso.
Parece muy exagerado… Pero Hitler
también llegó al poder democráticamente.
El exilio parecía una broma medio
seria hace unos meses. Ahora empieza a ser una cosa seria con cierto tono de
broma. Eso de reír por no llorar. Porque yo no quiero vivir en un país lleno de
gente estúpida e ignorante que vota a un gobierno retrógrado que pretende
privarnos de todas nuestras libertades y nuestros derechos. Porque no quiero
vivir en un país en el que se proclama fiesta nacional la masacre y matanza de
animales, como espectáculo, como algo divertido, e incluso bonito de ver.
Porque no quiero vivir en un país donde se expulsa a una chica de una red
social por escribir sin cometer faltas de ortografía. Donde lo que se lleva es
el chumbachumba que mata neuronas progresivamente. Donde uno de nuestros representantes caza
elefantes, y el otro, en vez de pagarse un logopeda, se dedica a correr los 100
metros lisos para evitar preguntas incómodas por parte de los medios.
Es la risa. Un chiste. Una broma
pesada.
Y yo… yo me voy.
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