lunes, 19 de abril de 2010

Vórtice

El ser humano es sinónimo de imperfección. Está condenado a cometer errores, uno tras otro, y tal vez, sólo tal vez, aprender de ellos. Pero condenado ¿Por quién? ¿Por su misma naturaleza, que le impulsa a ello? ¿Es, entonces, el destino? ¿Existe, acaso? ¿Es la cadena reactora que despierta tras el vuelo de la mariposa? ¿Es cada mínima consecuencia de cada uno de los gestos cotidianos? ¿Es, entonces, el inexistente presente? No podemos controlar cada pequeño detalle a nuestro alrededor. ¿Somos, finalmente, marionetas de cuerdas enredadas por nuestro propio subconsciente? ¿Dónde está la libertad? No somos dueños de nuestras circunstancias, pero sí de nuestra actitud ante ellas. Buena o mala. Y todo cambia. Puede que ahí esté la sabiduría. En el refrán de; al mal tiempo, buena cara. O puede que no. ¿Hay alguien capaz de soportar las contínuas tempestades? ¿Existe un ser de piedra, o mejor, de diamante, que aguante la embestida del mar embravecido una y otra vez?
Preguntas, preguntas, preguntas. Puede que esa sea la respuesta, en realidad, el constante cuestionar. Qué paradoja, qué ironía. La búsqueda es la condena, y la condena, la felicidad. Pues quién no busca, no encuentra, y quién lo hace, ha de pararse a pensar, a quietar la pantalla de sus metas y ver más allá. ¿Qué espera? La paz.
Sin metas ¿Cómo avanzar? La imperfección más bella del ser humano está en ambicionar, anhelar, desear, soñar. Sueños de cosas imposibles. Pero la vida es sueño. y se hace camino al andar.
Y de lo andado, ¿Qué queda? ¿Una vaga ilusión? ¿Un recuerdo polvoriento, cargado de añoranza y ansia de olcidar? Piedra tras piedra, y sólo queda avanzar.
Los errores son heridas que cicatrizan con el tiempo, pero que dejan marca y puede que no lleguen a sanar. Duelen en los otros, pero escuecen más en la coraza del orgullo y el amor propio, pues aunque imperfectos, no buscamos hacer mal. Y llega un momento, tarde o temprano, que vemos nuestro reflejo, repleto de pequeñas cicatrices. Pobre ilusión de perfección desfigurada.
¿Qué hacer cuando descubrimos la verdad? Lo único que se nos da realmente bien; evadirnos, y soñar.

Envejecer

Quiero envejecer contigo.
Siempre he pensado que eso era lo más bonito que jamás podría oír de la boca de alguien. Sin embargo, nunca me había planteado el ser yo quien pronunciara esas palabras. Yo, siempre impulsiva, que todo lo empiezo con mucha emoción y al poco me canso, no me sentía preparada para decir algo de semejante magnitud. Porque yo no miento. Pero sí, ahora sí que lo puedo decir. Y no con la temeridad que me caracteriza, sino con la calma serena de quien ha llegado al final de la toma de conciencia.

Quiero envejecer contigo, porque no veo cómo podría cansarme algún día de tí. Has sido mi pasado, eres mi presente, pero sobre todo mi futuro, pues no puedo imaginar una vida sin tí a mi lado. Me inspiras en todos los sentidos. Si tú no estuvieras, todo carecería de sentido.

Durante toda mi vida he tenido una serie de cosas muy claras: No fumaré, nunca me amborracharé, no traicionaré jamás a mis amigos, siempre seré tal y como soy... Era un conjunto de afirmaciones que actuaban a modo de ley personal. Desde que me enamoré de tí, hjay una que gobierna sobre todas las demás: Te quiero.

Te quiero más de lo razonablemente posible; te quiero cuando me haces sonreír, e incluso cuando me haces enfadar. Te quiero en cada uno de tus pequeños momentos.

Sueña conmigo; sueña con lugares lejanos, aventuras, nuvos horizontes, mil y una historias que contar. ¿Quieres viajar conmigo?
Ayúdame a escribir esto entre los dos, a que tenga final o feliz, o mejor aún, que no tenga final.

Ahora que tú tampoco tienes miedo, puedo decírtelo: Envejece conmigo. Despierta cada mañana a mi lado, acompáñame en mis locuras, coge mi mano y no las sueltes.
Ya he resuelto mis dudas. Estos últimos meses me he sentido perdida, desorientada, ciega ante mis metas y aspiraciones, sin saber a dónde ir. ¿Por qué? Porque has cambiado mi vida. Ahora me doy cuenta de que mi meta, mi horizonte, eres tú. Lo único que necesito para ser feliz es tu amor.
Soy joven, pero estoy segura: Sólo quiero que me quieras.
Yo siempre lo haré.