martes, 31 de diciembre de 2013

2013

2013 ha sido un año raro. Y no se puede definir de otra manera. Ha habido tantos cambios en mi vida, yo misma he cambiado tanto... que sólo se puede calificar como extraño, surrealista, extreordinario. Y como el balance es claramente positivo, procedo a hacer un Top 10 de los mejores momentos del año. (Me ha costado hacer el ranking, que conste.)

En el número 10, y ocupando los meses de enero y junio... Momentos biblioteca.
Las épocas de exámanes son aparentemente las peores. Pero a quién quiero engañar. A pesar del estrés, el nerviosismo, la falta de sueño y el exceso de café, o gracias a todo ello, en Filo se viven algunos de los momentos más desternillantes del año. Éste es el último año de carrera, y es algo que voy a echar de menos. Las pausas del café, los delirios por el sobreesfuerzo neuronal, las miles de paridas que surgen del cansancio acumulado: Martirio y Montiel. Voldemort bajo el flequillo. Limorina. Arbusto haciéndo la fotosínteis. Monguerman... y son sólo el inicio de la lista. Lo que me río en la biblioteca creo que me recarga el buen humor de todo el año.

El número 9 del ranking queda ocupado, curiosamente, por Pilares. No soy para nada fan de las fiestas del Pilar, de hecho suelo huír, sin embargo este año han sido una locura y divertídisimas. Grandes momentos de fiesta con los amigos, de esos que cada vez son menos frecuentes. El día inexplicable del Crápula, con el acosador, el barbas y el del sombrero, el increíble hombre bala, bailar Grease en el casco totalmente motivados, mi Matrix volador (Adriana, eres culpable), Queen y más Queen con Marina y Blanca, el cumpleaños de Andrea, acabar en un after con Oier y Adri después de una noche de darlo todo (jota!). Punto negativo para mí, que perdí la cámara. Punto negativo porque estaban inmortalizados los grandes momentos de las fiestas.

El número 8 está protagonizado por el primer viaje del año. Sevilla en febrero. No sólo me lo pasé de maravilla con Pablo, su familia y sus amigos, saliendo hasta el amanecer, comer con mis tíos, poder hablar largo y tendido con mi primo Jaime, que lo veo una vez cada mil años... El pasear en soledad por las calles de Sevilla, bajo el sol, comiendo helado en febrero, y la sensación de tranquilidad que me hizo sentarme a escribir en una cafetería, totalmente inspirada, una de las mejores cosas que he escrito en todo el año. Un fin de semana intenso y completísimo. Y punto de inflexión. El sol brillaba allí y volvió a brillar para mí en gran parte.

El 7 se lo dedico a mis chicas. A todas ellas. A esas noches de charretas, cenas, tés, cafés, paseos y lo que surja. Porque con amigas así da gusto. Una de las cosas que más feliz me ha hecho este año es volver a retomar el contacto con Paloma, mi tata, y que sea como si el tiempo no hubiese pasado. Porque eso es lo mejor de las amistades verdaderas, que no importa el tiempo, la distancia o las diferencias. Nos queremos por encima de todo. Y como con ella, con María P. Y las de siempre: Marina, Ana, Blanca, Marina S. Y el apoyo incondicional que recibo siempre por su parte. Sin imporatar qué haya pasado o qué haya hecho.

En el número 6, la familia de Tebarray, y en concreto, campamentos. Esos 15 días que marcan una diferencia abismal con el resto del año. Porque me divierto como nunca, y haciendo algo que me encanta: educar. El año pasado, entrar en Tebarray cambió muchas cosas en mi vida. Este año, aún le debo más. No sólo unos amigos estupendos a los que adoro y con los que me lo paso como una enana. Este año el amor por la montaña y por los chavales además me ha emparejado. Y los chavales. Que me los como. A mis cuquipeques adorables y a los esgarramantas de los mayores, que a pesar de estar hormonados, siguen siendo de 10.

El número 5 va para mi madre. Porque es la mejor, y poco más puedo decir. Que me siento infinitamente agradecida y afortunada por tener una familia como la que tengo, y todo es fruto del trabajo de mi madre, que nos ha enseñado a ser lo que somos, a ser valientes, a luchar por lo que queremos, a ser generosos, a preocuparnos por los demás. Y todo desde su apoyo silencioso e incondicional a pesar de todos los bandazos que vamos dando por la vida. Es el pilar firme que nos sujeta cuando todo lo demás se tambalea. El hombro cálido que se ofrece para llorar, y el abrazo reconfortante lleno de perdón y esperanza cuando cometemos algún error. Si hay alguien de quien he aprendido sobre el amor, es de mi madre. Y a ella le debo mi felicidad.

En el número 4 está Marco. Marco y los cafés madrileños. Qué año más complicado hemos tenido ambos. Y ahí has estado tú. Aguantando mis lágrimas, mis enfados, abrazándome silencioso cuando se me ha llevado la desesperación, filosofando sobre la vida, y pensando que pase lo que pase, todo va a salir bien. Hablando por teléfono de madrugada cuando nos ganaba el insomnio y la angustia. Eres el mejor amigo que una persona podría desear en esta vida, no fallas nunca, y te quiero muchísimo. Y tenías razón. Al final, todo sale bien. Gracias por todo, hermano. Si hay alguien a quien le debo mi lealtad ese alguien eres tú.

El número 3, ya llegando al podio, está protagonizado por otro viaje: Inglaterra. Edu y mis filólogos. Además de ser un viaje totalmente extravagante, repleto de situaciones surrealistas que van desde la mafia rusa hasta un "¿En sirio?" que llenan de anécdotas maravillosas el año... El viaje me hizo darme cuenta de cuánto quiero a mis filólogos. Que acabamos ya. Y si hay algo que me ha gustado de la vida universitaria es encontrarme con vosotros. Edu, Adriana, Sofía, Melissa, Laura, Lydia, Alejandro, Diego, Laura, Paula, Víctor, Dani, Ángela... ahí estáis, dejando huellita en la patata.

El número 2... bueno, ha hecho mi año. Carlos. Vaya año de tonteo exagerado y continuo, y de enamorarnos poco a poco, sin darnos cuenta, creyendo que era sólo una muy buena amistad. Una muy buena amistad con mucha tensión sexual. Si ya lo dijo algún sabio: "El amor es una mejor amistad con momentos eróticos". No hemos engañado a nadie más que a nosotros mismos. Y aquí estamos, como colofón del año, juntos. Me sacaste del pozo sin querer, y has llenado mis días de ilusión. Pensaba que no podría volver a querer igual, que no se me pondría sonrisa de tonta cada vez que me hablases, que lo de las mariposas en el estómago había pasado a mejor vida. No sé nada de la vida. Y cómo me alegro de haberme equivocado. Porque te quiero. Y no hay nada más bonito que estar enamorada.

And the winner is...

El número 1, a la cabeza del podio, como no podía ser de otra forma... es Camerún. Zerca y Lejos. La mejor experiencia del año, y posiblemente una de las mejores experiencias de mi vida entera. y no sólo una experiencia. África se me ha colado en las venas y ahí se queda, palpitando para obligarme a seguir trabajando. He aprendido tantísimo de la vida, del ser humano y de mí misma... He conocido a tanta gente maravillosa, con la que he conectado tan bien desde el principio. Sólo puedo decir: volveré. Y mientras tanto me destrozaré las manos y la cabeza aportando mi granito de arena. Porque me ha llenado de ilusión, de ganas de luchar a muerte, me ha devuelto la fe en mis ideales. Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.

Y este 2014, a hacer del mundo un sitio un poquito mejor.

Recordad: La vida es chachi.

jueves, 19 de diciembre de 2013

A los cuatro vientos.

Quiero gritarlo a los cuatro vientos, y no escondernos más. Que no todo sean besos y caricias robados a media luz, con nocturnidad y alevosía.

Hace ya un año que entraste haciendo ruido y de manera innoportuna. Torpemente, podríamos decir. Pero algo hay adictivo en el azul oscuro de tu voz, porque no puedo dejar de saborearlo.
"¿Cómo decirte que me has ganado poquito a poco, tú, que llegaste por casualidad?"

Casi me río al pensar cómo he podido ser tan tonta de creer que podría ignorarlo. Que mi razón era más poderosa que mis sentimientos. Hay cosas que no cambian. El sentido común me grita que no agitando con sus manos carteles luminosos de STOP. Pero siempre me gustó la velocidad y el desenfreno. Eres más joven, más inmaduro, al año que viene me voy, no quiero ataduras, tienes tendencia a las infidelidades... ¿Cómo podría salir bien?

Y ahí aparece el corazón, resucitado y dando más sorpresa que Gandalf el Blanco cuando todos le creían muerto, gritando a pleno pulmón: ¡Pero si le quieres! ¡Estás loca por él! ¿Qué podría salir mal?
Y en realidad... me alegro tanto de que haya vuelto. Tenía miedo a volver a enamorarme. Pero siempre he sabido que cuando eso sucediese, no podría hacer nada. Y ahí estoy, henchida de euforia, a punto de flotar como un globo, cada vez que te ríes conmigo, que me tocas, que me abrazas. Fue ese toque de ternura que me devolvió a la vida hace un año. Y no tiene ningún sentido. Pero ¿Y qué? Que estoy loca es algo que ambos sabemos.

Y no creo que un "juntos para siempre". Pero ¿Qué es siempre? Estamos aquí, ahora, y no hay otra verdad que la evidente. Que te quiero. Y quiero aprovechar cada pequeño segundo a tu lado, sin preocuparme de pasado o futuro, sólo del presente. Hacerte feliz cada segundo del que disponga. Y mañanna será otro día. Pero quiero que algún día puedas decir: "Estuve con una chica... Una demente que saltaba por la vida creyendo que podía volar. Había veces que yo le seguía, y el cielo entonces parecía estar un poco más cerca."
Juguemos a tocar el cielo.
Nunca seremos tan jóvenes, tan libres. Comámonos a besos. Emborrachémonos de ilusión. Gritemos a los cuatro vientos que no hay nada más bonito que el amor.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Diciembre

Niebla. Manto helado que engulle al mundo tiñéndolo de gris. Aura fantasmagórica con tacto propio que corta la piel y agrieta los labios. Tacones que resuenan en las baldosas como si algún diablo bailara claqué a escondidas. Y el silencio que invade las calles. Las sombras de los edificios emergiendo como esqueletos tenebrosos y las siluetas de los transeuntes atravesando la bruma, luchando contra el aire cortante que se astilla en los pulmones. Un poema de Eliot aullando desde algún rincón de mi memoria. 

Unreal City,  60
Under the brown fog of a winter dawn,
A crowd flowed over London Bridge, so many,
I had not thought death had undone so many.
Sighs, short and infrequent, were exhaled,
And each man fixed his eyes before his feet.  65
Flowed up the hill and down King William Street,
To where Saint Mary Woolnoth kept the hours
With a dead sound on the final stroke of nine.
There I saw one I knew, and stopped him, crying “Stetson!
You who were with me in the ships at Mylae!  70
That corpse you planted last year in your garden,
Has it begun to sprout? Will it bloom this year?
Or has the sudden frost disturbed its bed?
Oh keep the Dog far hence, that’s friend to men,
Or with his nails he’ll dig it up again!  75
You! hypocrite lecteur!—mon semblable,—mon frère!”

La aspera pared que me raspa la piel cuando me atrapas contra ella. El proyector del cine cantando para una sala vacía. Tú. Yo. Woody Allen y unas notas de jazz. Yo siempre miro la luna. Tú me miras de reojo. Dos desconocidos que coinciden en la vida, por casualidad. O tal vez por voluntad. Dame todo aquello que tengas para enseñar. 
Cuando le damos un nombre a las cosas, éstas adquieren una nueva dimensión.
 Las sombras de las llamas bailan al mismo compás que nosotros, amparadas en la oscuridad. Nuestros cuerpos escondidos bajo la manta. Hace frío, ya es diciembre, pero tus besos suaves me calidecen el alma. Así, en tu abrazo, que se detenga el tiempo, que no tengamos que dar explicaciones ni hacer preguntas. Sólo así, encerrados en una habitación a osuras, escondiéndonos de todo lo que nos asusta. En el refugio de tu cuerpo. Cada milímetro de tu piel es una piedra en mi muralla. 
Quiero taparte los ojos y llevarte a la desesperación. Luchar contigo y que me ganes. Hacerte vivir sensaciones que ni siquiera habías soñado. Voy a hacer poesía de tu cuerpo.
Me miro al espejo y no me reconozco. Antes ya era libre. Ahora estoy liberada. Los rasgos de mi cara abandonaron la redondez de la inocencia y se volvieron angulosos y marcados. Pero mis ojos sonríen porque vendí mi alma al diablo, y he ganado.

Crees que sé cómo vivir la vida, pero lo cierto es, que como todos, sólo estoy improvisando. 

sábado, 16 de noviembre de 2013

Cuestión de tiempo.

Me preguntas que qué me ha pasado. Verás, me ha pasado el tiempo. Me abracé a él como un a un clavo ardiendo y me dejé transportar de las noches de soledad polar a los cálidos días del verano. La gente le teme, pero es sólo un viajero incomprendido, pasa dejando dejando marcas en la piel. Nadie repara en que al menos también limpian la sangre y cierra las heridas. Ahora me rindo a sus artes amatorias, que me roban las lágrimas y las ponen a buen recaudo. Y las lesiones internas sólo duelen los días de lluvia. Cosas de viejos. Me ha dado el poder de oler las tormentas. Ya tenía el de atraer los rayos. Ahora al menos me pondré suelas de goma para prevenirme del impacto. Mejor prevenir que curar. Que el tiempo es un viajero ocupado, y no puede volver a mí de rato en rato.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Noviembre dulce.

Hay veces que te pienso como el otoño.

Con tus mañanas templadas bañadas
por el cálido abrazo del sol.

Con tu vals de hojas muertas
resucitanto con el beso del cierzo,
que silba su melodía incansable;
caballo que rompe la barrera del sonido
y abre las puertas del otro mundo,
ese al que pocos tienen acceso.

Con tus tormentas quebrantando el silencio,
como una risa invocando al diablo.
Porque no es rabia, sino muecas
con las que desafías al inexistente destino.

La lluvia que cae;
Amenazante caricia tiñiendo de gris
mi mirada estrellada.

El remolino contra el que se lucha sin sentido,
cuando no hay forma humana de ganar,
sólo dejarse llevar.

El reflejo azul
distorsionado por la pisada en un charco.
Madrigueras de mantas
que salvan del aullido del viento
y huelen a chocolate.

El otoño;
súbito, sublime,
totalmente imprevisible.

A veces te pienso como el otoño.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Pequeña reflexión sobre el amor

A lo largo de estos meses he aprendido más sobre el amor que en toda mi vida. Parece extraño. Conocer el amor cuando no se está enamorada. O tal vez sea lógico; es cuando se tiene más perspectiva. 
El amor es uno de tantos sentimientos puros que la sociedad envenena. Porque lo correcto cuando se quiere a alguien es establecer un compromiso. Pero aunque el compromiso puede ser una consecuencia del amor, no es un sinónimo. 

Cuando quieres a alguien, tu prioridad es que esa persona sea feliz. Y para que alguien sea feliz necesita ser libre. Los seres humanos somos seres libres. Por más que la sociedad se empeñe en cosificarnos, no podemos ser poseídos, no podemos ser propiedad de nadie, porque no somos objetos materiales. Somos una compleja agrupación de masa, sentimientos, una mente con infinita capacidad de inventiva, y algo indefinible a lo que algunos llaman alma. 

Por lo tanto, el sentimiento de posesión y de celos no está relacionado con el amor, sino con la noción de compromiso. ¿Se puede querer a alguien y que no te importe que esté con otras personas? En mi experiencia, sí, mientras no exista un compromiso. Porque sería incoherente e injusto no querer comprometerte, pero pretender que la otra persona tampoco lo haga. Eso del perro del hortelano, que no come ni deja comer, no. Porque es una posición egoísta, y si la primera idea sobre el amor es que es desinteresado, no cuadra. (La cosa cambia cuando una persona querría comprometerse, y la otra no. Ahí va a haber sufrimiento irremediablemente) 

Evidentemente, además, hay maneras distintas de amar, o mejor dicho, hay relaciones que combinan el amor con otros sentimientos, creando tipos distintos de amor. Yo quiero a mi familia, quiero a mis amigos, quiero incluso a conocidos que han pasado por mi vida brevemente pero que han dejado huella de alguna forma. Y amo la vida, y amo lo que hago, mis proyectos, mis ideas, mis sueños. 

Es curiosos, porque en español usamos el verbo querer para expresar amor por las personas, en vez de amar. Y el verbo querer implica cierto grado de posesión. Cuando uno dice, por ejemplo, "quiero ese libro" significa que quiere tenerlo. Por supuesto, el lenguaje es muy listo, y añade la preposición "a" cuando nos referimos a otras personas, para disfrazarse. Pero el concepto está ahí. 

Entonces, el amor es puro y desinteresado. Y significa simplemente que deseas la felicidad de las personas que te hacen feliz a ti. 

Pero somos animales sociales. E histórica y culturalmente nos agrupamos en parejas, que se convierten en familias, etc... No es algo negativo. Fiémonos de la evolución. La evolución asegura la supervivencia. 
El tener pareja, que hoy en día, afortunadamente se escoge a voluntad (y hablo solamente de nuestra cultura occidental) implica muchas cosas. Es amor, también atracción, compañerismo y compañía, y la determinación de compartir una vida en común. El matrimonio, al fin y al cabo, es un contrato en el que se firma libremente ese deseo. Y el matrimonio no es más que una representación legal de la vida en pareja. 
Así que cuando se quiere a alguien, se es compatible, y las circunstancias son propicias, la decisión de emparejarse parece lógica, y firmar el contrato metafórico que conlleva, también. Y sobre todo, la decisión de formar una pareja se toma libremente por ambas partes. 

Pero las relaciones humanas son muy complicadas. A medida de lo complicados que somos. Cada persona es un mundo, y cada relación otro. 

Así que lo más importante que he aprendido del amor... Es querer mucho, y querer bien, porque al final, independientemente de la cultura a la que pertenezcamos, de las ideas que tengamos... El amor es lo que mueve el mundo, luchando a diario contra la ambición y ansia de poder. Pero sólo el amor nos hace felices. Y amar depende de cada uno. Es una decisión personal, y es mucho más fácil de lo que parece. Hemos nacido con predisposición a ello. 

domingo, 20 de octubre de 2013

Despertares

La persiana rota perdiendo la lucha contra los rayos del sol. La calidez de la pared al reflectarlos. La alarma que rompe la barrera del sonido y hace eco en los oídos hasta que rompe las murallas de mi sueño. Esos muros de infranqueable paz interna donde el surrealismo y la locura son cosas positivas. A veces, cuando la alarma irrumpe, esa noción traspasa los límites de la realidad, pero parece que en el mundo de los vivos ya no es algo tan bonito. Y acostumbrada a ser la reina de mi imperio de la imaginación libre, hago el monumental esfuerzo de desperezarme entre la mantas y despertar, dejar que comience un nuevo día. Un nuevo día que concluye con mi eterna huida a mi propio mundo, donde la fantasía de que tengo el control sobre algo no es tan ilusoria. Porque aquí, en Zaragoza, el 20 de octubre de 2013, me vuelvo a dar de bruces con el mito del eterno retorno. La cadena que por más que me rebele no varía su rumbo, porque tal vez no soy tan lista como yo creo, y no me permite escapar. Soy consciente de muchas cosas, pero no puedo cambiarlas. Me intento obligar a pensar en África, a minimizar mis grandes dramas, pero ha pasada un mes, y parece muy lejano. Y los dramas parecen muy grandes. Y me siento idiota. Cansada de la persona que se esconde entre las mantas cada noche para volver a sus sueños, después de un día duro de lucir la armadura de la seguridad, de la auto confianza más absoluta, cuando la vida no hace más que lanzar granadas que traspasan esa defensa y van minando la moral. Volví curada. Pero hay demasiados enemigos que perturban mi paz con el universo. Veo cómo alzan las espadas, y yo, creyéndome más fuerte y más valiente, me lanzo hacia ellos convencida de que no pueden herirme. Pero la armadura es una ilusión, tan irreal como mi castillo de los sueños. Y el final de la historia es que siempre acabo sangrando. Las heridas pequeñas no duelen tanto, pero escuecen. Y el escozor siempre despertó mi rabia. Buenos días, mundo. Preparada, o no, para la batalla. 

jueves, 10 de octubre de 2013

Las cuatro estaciones.

El verano es para las bicicletas y el amor, el otoño para los largos paseos bajo el paraguas mientras se recita poesía, en invierno corresponde retozar bajo el edredón, y en la primavera, con un beso de despedida, decir: "Hasta más ver".

miércoles, 9 de octubre de 2013

Rebelde

Ella casi siempre se toca el pelo. No porque esté nerviosa, sino porque le gusta el tacto suave. Se toma los cereales sin leche, y se come a cucharadas la espumita del café. Se queda mirando las luces de los semáforos por las noches. Le gusta inventarse la vida de la gente en el autobús. Imaginarse las formas de las nubes. Viajar en tren con la música a todo volumen mientras su mente trama todo tipo de historias. Carga siempre con la cámara para hacer de lo efímero algo inmortal. Escribe para ordenar su pensamiento acelerado e inconexo. Llora cuando tiene ganas. Ríe casi siempre. La vida le parece bonita aunque tenga cuestas amargas. Cree que es rebelde porque el mundo le ha hecho así. Pero en realidad es rebelde porque eligió serlo. Y es rebelde, sobre todo, porque ama la libertad, y no le produce ningún miedo.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Memorias de África

15 de Septiembre.
Yaoundé, Camerún.

Último día en Camerún. Al medio día estaré camino al aeropuerto y mañana a estas horas estaré llegando a Madrid. Mañana veré a mi madre, a mis amigos. Es extraño pensarlo.
En estas últimas páginas me gustaría escribir una última reflexión que concluya todo lo que he vivido aquí. Tarea complicada. 
¿Qué es África? ¿Qué es Camerún? Porque al fin y al cabo el país es una pequeña extensión limitada por la política del hombre por y para su propio interés, pero no deja de formar parte del basto y salvaje territorio que es este continente.
¿Qué es África? 
Es un contraste entre naranja y verde, son las copas de los árboles recortadas sobre el cielo estrellado, es la sonrisa de los niños, es el polvo del camino, las sombrillas de colores, los pañuelos de las mujeres. Son ellas, que cargan sobre sus hombros con una fuerza tranquila y estoica una cultura milenaria, una tierra con pulso propio, que suena a ritmo de tambor y se cubre de magia y espíritus. Es un caleidoscopio de luces, colores y olores que se mezclan con una intensidad inusual y lo embargan todo; cada rincón de los sentidos, el alma, y el corazón. Es la frontera difuminada entre lo natural y lo sobrenatural, la delgada línea entre la vida y la muerte. Es el principio y el fin. Es el caos en el que las ideas cobran sentido. Es la esencia, lo innato del hombre, el espejo donde se refleja nuestra imagen sin maquillaje. La forma más primitiva de nuestra vida social. Es la lucha por la supervivencia, la parte más animal y salvaje, y al mismo tiempo, más humana. Es el instinto en estado puro. Son las casas de adobe, los mungulus, las ollas al fuego, las reuniones en la fuente para lavar la ropa o coger agua, los coches destartalados arreglado al más puro estilo McGiver. Son los cacahuetes secándose al sol, los buñuelos, las niñas con una bandeja de huevos sobre la cabeza. Son los opuestos integrados. La cruel sencillez del mundo en el que vivimos. 
¿Qué he aprendido en África?
Es difícil de decir. Son tantas cosas que incluso ahora, al final del viaje, no me aclaro.
Son varias conclusiones antropológicas o sociales, o no sé muy bien cómo denominarlas. Que se puede medir el desarrollo de una sociedad de acuerdo con cómo traten a los animales, que occidente, su cultura y su religión ha hecho más mal que bien, que la cultura es única y no puede ni debe cambiarse por imposición. Evoluciona, eso es todo. Que Camerún es una sociedad castigada por la corrupción, un espejo del mundo global en el que vivimos, que las personas on como niños, que pidn, y te miden, y ven cuánto pueden sacarte y cómo. Que la vida es una concesión de la muerte, y que el instinto de supervivencia, el egoísmo y el individualismo priman.  No muy distinto de nuestra sociedad super desarrollada. Que la educación y la cooperación pueden, sin ambargo, cambiar las cosas. Que la unión hace la fuerza, y el conocimiento nos hace libres. El tener herramientas que permitan el desarrollo intelectual marca una diferencia enorme. 
He aprendido también lo que es la denigración humana, la definición de injusticia hecha realidad, palpable y material: cómo se somete a un pueblo por abuso y por la fuerza, cómo se les humilla hasta que ellos mismos se consideran inferiores al resto de personas y cómo, a pesar de todo, hay destellos de dignidad en medio de la mirada de tristeza. 
He aprendido que no hay nada más humano que la música, que es capaz de saltarse cualquier barrera y dibujar sonrisas en cualquier cara. 
He aprendido a valorarlo todo, en especial a las personas. La vida es un regalo, el tiempo que se nos ha concedido para ser felices. Es incierta y breve. Aquí la muerte es una compañera habitual. Así que la principal lección que me llevo es querer mucho, y querer bien, y demostrarlo, porque el amor es lo que mueve el mundo hacia buen puerto, y lo único que puede salvarnos. Como dijo Francis ayer: "Todos estamos aquí por amor". Por amor a los demás, a esta tierra, amor a una ideas, a un proyecto, a una manera de vivir. Porque cuando amas te entregas por completo. El amor es locura. Y al final, sólo los locos cambian el mundo. Y vaya grupo de locos hemos ido a juntarnos aquí, en esta parte del mundo. 

viernes, 5 de julio de 2013

Nocturna. Otra más.

Pedalear fuerte, por las calles vacías escondidas bajo el manto de la noche, hasta que los ojos lloran por el cierzo y el corazón se desboca.
Pedalear tan fuerte que se quema la rabia en el dolor de los músculos al subir una cuesta.
La noche, el río, el cierzo, el silencio. Y yo. Y el abismo. Y el remolino de frustración y desesperación que ruge en mi pulmones y lucha por salir de la garganta, y arrasar con todo, lanzar palabras como dardos envenenados y no dejar títere con cabeza, dejar de callar todo lo que he callado.

Pero no es el momento. Nunca lo es, en realidad. Tal vez esté atrapada en una vorágine de tiempo y espacio a la que no pertenezco. ¿Qué culpa tienen los demás? La extraña soy yo. Soy un cuerpo extraño al que el organismo rechaza por falta de compatibilidad. No tengo feeling con el mundo.
Es como oír las voces de todos en mi cabeza. Es cansado oír sus mentes cuando difiere de lo que dicen sus lenguas. Tanta hipocresía. Tanta soledad en medio de un montón de gente. La gente me agota. Me agotan las convenciones sociales, el poner buena cara, el ser políticamente correcto.
Hay veces en la que me odio. Aunque luego pienso que adaptándome soy tan buena como cualquier camaleón... pero ni si quiera el camaleón puede transformarse en algo que no es.
Hay veces que odio a los demás. Por ser cobardes, mentirosos, ignorantes. Pero luego pienso que es otra forma de supervivencia, y se dice que en la ignorancia está la felicidad.

Ojalá pudiese contentarme con ser ignorante. Pero es mentira, en el fondo no lo deseo. Tan solo quisiera que las osas fueran fáciles de vez en cuando, para variar.

Tengo tantas ganas de volar tan lejos.

viernes, 21 de junio de 2013

Musas

No sé dónde quedaron las musas. Debió llevárselas el cierzo, o tal vez el río, en medio del temporal. Las palabras estancadas entre mi mente y mis dedos, atrapadas en ese lodazal espeso de ideas intrascendentes y borrosas que se pierden difuminadas en el límite entre la realidad y la ficción. ¿Qué fue de mí? ¿Qué  fue de ti? ¿Y de nuestra canción? Nunca la escucho, pero todavía es un eco moribundo entre las paredes de marfil de mi conciencia, o tal vez de mi subconsciente. A veces retumba tanto que duele, y algo se resquebraja en la superficie, dejando mella. Ya no tengo alma. O tal vez una loca desalmada es lo que siempre he ido, y lo escondía bajo una capa de bondad artificial. Pero no. Detrás del muro de hielo que me encierra, todavía late un corazón, puede que poquito, porque está criogenizado. O puede que sea sólo un asunto de rigor mortis, qué se yo. Qué poco me importa. Del odio ardiente a la fría indiferencia. Pero odio ¿por quién? Pues a la hora de la verdad sólo me he odiado a mí misma. Por débil. Por vulnerable. Por tonta. 
Un baile de máscaras. Un círculo. Y yo dando vueltas, y vueltas, dentro de un círculo de personas escondidas tras antifaces que me miran con sus ojos vacíos y me empujan de unas manos a otras. Como si hubiera alguna diferencia. Las manos que yo quiero no me volverán a sostener jamás. En la mías, las palmas sangran abiertas de tanto tropezar y parar la caída. Que el corazón no se salve, pero que lo haga la cabeza. Si es que puede, en medio de este torbellino de colores, música desbocada. Esa sensación de irrealidad. De aislamiento absoluto. Ya no conecto con nada, con nadie. Hasta mis musas me han abandonado. También ellas se cansaron de mí. Al fin y al cabo, parece que en todo soy un fracaso. Pero ya basta de victimismo. Yo decidí quitarme la máscara, y por eso soy el centro de las miradas, de los empujones, de los abrazos vacíos a altas horas de a noche. Siempre he sabido que nunca he pertenecido a este lugar. Mi habilidad de adaptación a las circunstancias es sólo ejemplo de supervivencia, puro instinto animal. Pero nada queda aquí que pueda hacerme feliz. Tal vez nunca lo haya habido. A saber. Todo es tan relativo. Se me oxidaron las alas de tanto esperar dentro de esta jaula de barrotes inexistentes. Musas, volved a mí. Dadme al menos la paz de poder escribir. Que estoy maldita, como tantos otros antes que yo, a vagar en los límites de una extrema conciencia de la vida, el universo y la condición humana. La desesperación. La angustia. La existencia. Pero la noche es nuestra. 
Nuestras son las madrugadas. De las musas. Del arte. Son mías. 

martes, 28 de mayo de 2013

Manifiesto vital.

Buscar el lado bonito de la vida, que el feo ya está muy visto. Crear sonrisas allí por donde pase, dejar buenos recuerdos. Capturar cada destello en las miradas ajenas, y atesorarlos como una fotografía. Viajar, viajar, viajar. Empaparme de cada experiencia nueva. Nada de miedo. Nunca. Siempre para delante. El "no puedo más" no existe. No volverme nunca normal, que para cambiar el mundo hay que ser especial. Seguir mirando la realidad a través de los ojos ilusionados de una niña. Pero ir acumulando conciencia y conocimiento con los años. Tragarme el orgullo cuando haga falta, que rectificar es de sabios. Aprender, enseñar. Aprender enseñando. La locura como camino a la genialidad. Leer todo aquello que pase por mis manos. Ver todas las películas, escuchar toda la música. Emocionarme; reír, llorar. Hacerlo todo intenso. Al mal tiempo, buena cara. Libre, hasta el final. Responsable de mis decisiones. No acortar nunca las miras... la vista posada en el horizonte. Hasta el infinito y más allá. Vivir como si cada día fuera el último. Soñar como si fuera inmortal. Ver el lado bueno que hay en cada persona. Perdonar errores. Besar. Abrazar. Querer sin límites. Apasionarme por lo que hago. Luchar por causas imposibles. Traer la utopía un poquito más cerca del mundo. Dejar huella. Combatir las injusticias. Ser siempre fiel a mí misma. No se puede agradar a todo el mundo. Pero se puede marcar a mucha gente. No depender de nadie. A lo políticamente correcto, patada de kárate, que con la palabras derivadas de política delante, no puede ser nada bueno. Disfrutar del agua fresca cuando tengo sed, de los cafés con amigos, de los paseos nocturnos, de contar estrellas, del olor de los libros nuevos, de la hierba recién cortada, del pan recién hecho, del sabor del chocolate derritiéndose en la boca, del sonido de la tormenta a través de la ventana, del canto de los pájaros por la mañana, de subir una montaña, llegar a la cima y respirar. De correr con todas mi fuerzas y llenarme los pulmones cuando acabo. Cantar. Bailar. La sensación de velocidad de ir cuesta bajo con la bici en verano. Mojar los dedos de los pies en el mar. La suavidad de una manta. El poner la piel bajo el calor del sol cuando se tiene frío. Las caricias en la espalda. Cada pequeño detalle que hace que vivir sea una aventura y que merezca la pena. Ciudadana del mundo. Abanderada de la utopía. Infinita. Trascendente. 

No perder nunca la capacidad de hacer de cada instante una historia. Hacer de la vida una historia digna de ser contada. 

jueves, 23 de mayo de 2013

Y así...

"Y así seguimos, luchando como barcos contra la corriente, atraídos incesantemente hacia el pasado." F.S. Fitzgerald 
Triste. Porque ya no estás. No conmigo, ni con nadie. Desapareciste. No sé a dónde has ido. No sé si volverás. Ahora sólo queda el amor a la sombra de un recuerdo. "Amar significa no tener que decir nunca lo siento". Y ya nos hemos pedido perdón tantas veces. Triste. Porque sé que no volveré a sentirme igual. Me sentiré de otras formas, pero no con la ilusión y la inocencia con la que te quise. El ideal del "siempre" murió con mi yo vulnerable. Ya no te quiero. Pero a veces, todavía me dan ganas de llorar. Por ti. Por mí. Por nosotros. Porque fuimos como un tornado para el otro, nos arrasamos con brutalidad sin ser conscientes, y en el ojo del huracán creímos que la felicidad sería eterna. Y ahora sólo quedan los restos de la tormenta. Recogemos las piezas sin saber muy bien qué hacer con ellas. Aún tengo miedo a escuchar ciertas canciones. El poder evocador de la música es demasiado grande. No puedo luchar contra él. 

Desearía que llegara la lluvia. Que arrastrara mansamente las piezas rotas y las llevara hasta su cauce, donde se perdieran para siempre. La lluvia fina que parece acariciar la piel, creando melodías en el infinito. La lluvia que lava la sangre seca que aún molesta en la piel. Porque hemos sangrado tanto. Tú y yo. Ahora en el olvido empañado por pequeños momentos de melancolía. 

Recordé lo que era quererme a mí misma, y ya no necesito a nadie. Pero aún me acuerdo de la paz de tus abrazos. Tener a alguien que te conforte es cómodo. Es fácil. Pero ya no quiero dormir con nadie. Porque nadie mas que tú ha sido sinónimo de hogar. El hogar está donde está el corazón. Y yo soy una emigrante en busca de patria. Literal y metafóricamente. O tal vez me quedé sin corazón. Aunque a veces todavía palpita. Se agita como un pez fuera del agua, boqueando por sobrevivir. Todavía hay instantes que me dejan sin aliento. 

El mundo, la vida; es tan cruel y bello al mismo tiempo. La descripción romántica de lo sublime. Y nos atrae tan ciegamente, que vivir con intensidad parece que nos condene a morir. Aunque todos morimos. 
En realidad, no sé a dónde quiero llegar. No hay conclusiones esta vez. Ninguna gran sentencia final. Me cansé de tener siempre la última palabra. 

Me cansé también de ser siempre el error de los demás. 

martes, 14 de mayo de 2013

Mujeres

"Nunca fui la dulce niña de tus ojos, ni la mejor barca del mar. Nunca de nadie, dueña de todo; de lo imposible, de lo irreal."

No sé cuántas veces he utilizado esas líneas para definirme a mí misma a lo largo de los años. Desde que tenía 14 años, o algo así. Y en mí han cambiado muchas cosas desde entonces, es bastante tiempo... pero esos versos no cambian. La idea de que no soy perfecta, pero soy libre. 

Vivimos en una sociedad (sí, voy a criticar a la sociedad, para variar, y esas cosas) que todavía hoy, en pleno siglo XXI, es completamente machista. Afortunadamente, las cosas cambian, y parece que van encaminadas en la dirección correcta, pero no nos engañemos, aún queda mucho camino por delante.

Así que éste es mi manifiesto feminista. 
Ser feminista no es sinónimo de ser hembrista. Aclarar esto para empezar. Ser feminista significa defender la igualdad entre hombres y mujeres, no la superioridad de ninguno de los sexos. Yo lucho por, amo y defiendo a personas, seres humanos, no a sexos. 
Podría hacer una larga recapitulación de eventos y evolución histórica, de cómo se ha tratado a la mujer a lo largo de los siglos, pero creo que es por todos sabido, así que me lo salto. Voy directamente a la parte del presente, que es la que nos atañe. Ese presente en el que se supone que la igualdad está la orden del día (mentira, ni en cuestión de sexos, ni de justicia, ni de muchos otros aspectos). Pero lo cierto es que arrastramos un enorme bagaje cultural e histórico del que todavía no hemos podido desprendernos. La idea de la mujer sumisa, al servicio del hombre, la madre perfecta, el ama de casa, el sexo débil, que necesita a un macho para que la proteja, del cual depende... esa idea todavía existe en el subconsciente de nuestra sociedad. Algunos y algunas la dejan aflorar más que otros, pero existe. Anuncios de señoras que anuncian detergentes u otros productos de limpieza, pelis, series en los que se muestran a mujeres de curvas y cara perfectas como si fueran objetos que poder adquirir. Nuestra sociedad cosifica personas, esclaviza a través de la imagen, y trafica con cuerpos. Porque la prostitución es un delito, que a mí, personalmente me parece atroz todas las mafias que trafican con personas, pero que una mujer, libremente, decida dedicarse a la prostitución no me parece mal. Yo personalmente no lo haría, pero me parece totalmente hipócrita que nuestra sociedad se escandalice con que haya mujeres que vendan su cuerpo... pero luego se paguen altas millonadas a supermodelos por... ah, sí. Vender su cuerpo. Su imagen. Convertirse en iconos de moda, en fetiches, en objetos pasivos a los que contemplar. (Que no sólo pasa con las mujeres; pero es bastante más descarado) 
Pero no tenemos que irnos al mundo de la publicidad. Pensando en ejemplos prácticos. ¿Qué está peor visto? ¿Qué un hombre ligue mucho, o que lo haga una mujer? Ah. Porque lo de la liberación sexual es un poco de leyenda. Yo pienso que cada uno es libre de hacer lo que quiera mientras no haga daño a los demás. ¿Por qué sigue pareciendo un delito que un mujer se acueste con varios hombres? ¿Acaso no puede disfrutar del sexo como cualquier hombre? Sí. La respuesta es sí. Pero en el subconsciente colectivo aún existe ese doble patrón de moralidad; ese que dice que está peor si lo hace una mujer que un hombre, porque la mujer debe ser pasiva, romántica, en busca del amor verdadero, que en la mayoría de las ocasiones puede traducirse en un esposo que la mantenga. ¿Pues sabéis lo que os digo a todos esos que de alguna forma pensáis eso? GILIPOLLAS. 
Yo soy mujer, soy inteligente, independiente, y no soporto la idea de ser mantenida por nadie. Soy fuerte como cualquier hombre, trabajo como la que más, odio limpiar, cocinar y demás tareas domésticas, que sólo hago en casos de necesidad suprema. El amor es maravilloso, pero no siempre es real, es sexo es algo físico, y es mil veces mejor con amor, creo que nadie que lo haya experimentado puede decir lo contrario, pero como dice Woody Allen: "El sexo sin amor es una experiencia vacía, pero como experiencia vacía, es de lo mejor". Y yo, y cualquier mujer, lo podemos disfrutar si queremos. 

Y toda mi indignación viene en realidad por culpa de Gallardón y su ley del aborto. Porque como estamos gobernados por una panda de simios cuyo único objetivo en la vida es retroceder en el tiempo hasta volver a la prehistoria, este "señor" ha decidido que en los últimos años hemos sido demasiado "progres". Mire, don Alberto, le explicaré algo, si usted ilegaliza el aborto, hasta en casos en los que el feto tiene malformaciones, lo único que va a conseguir es la muerte o daños de la madre. Porque las que quieran abortar, van a seguir haciéndolo, pero probablemente, en manos de gente no profesional, con los riesgos que eso implica. Que exista una ley que permita el aborto no implica que las mujeres vayan a abortar en masa. Más educación sexual para evitar embarazos o enfermedades de transmisión sexual, y menos dogma. El tener hijos es una decisión de cada mujer, o de cada pareja, y cuándo, y cómo es algo que sólo les atañe a los que tienen que tomar la decisión. Las mujeres no somos recipientes, no somos hornos en los que cocinar bebés. Usted no puede privar de libertad a nadie en una decisión tan importante como es la de tener un hijo; y más cuando su gobierno se está esforzando en cargarse la educación, la sanidad, las ayudas a familias desfavorecidas, y otros tantos derechos sociales. Eso es delito. Se supone que el Estado Español es un estado laico, así que deje de lamerle el culo a su amigo Rouco. La ética y la moral son personales, y se desarrollan educando. No imponiendo, que es lo que ustedes tratan de hacer. 

La libertad es un derecho, no un privilegio. 

viernes, 3 de mayo de 2013

Filología: Amor por las palabras

Cuando hay ignorantes que me preguntan que por qué estudio filología, que para qué sirve eso, me enfado bastante. Aún me enfado más cuando algún intrépido va más allá y me dice que si para aprender inglés no era más fácil apuntarme a la Escuela de Idiomas. Sin entrar en detalles del nivel con el que uno sale de la Escuela de Idiomas (en general), a todos estos prepotentes (la mayoría de ellos con carreras en económicos o algo similar, por cierto) les respondo; en Filología inglesa no sólo estudiamos ingles, que yo, por cierto, inglés ya sabía. Durante los 5 años que dura la licenciatura aprendo gramática y fonética de inglés, castellano y francés, así como historia de la lengua y su evolución, lingüística, historia y cultura, cine y mucha, mucha literatura. Así que no, no puede equipararse a las dos tristes horas semanales de la E.O.I. Y entonces hay corticos de entendederas que reinciden; y todo eso ¿para qué sirve? Y entonces ya me enciendo del todo. 

"Las letras y las humanidades están muertas, no sirven para nada" proclama el ganado. 
He conocido a gente cuyos padres se han negado a pagar la universidad si era para estudiar historia, por ejemplo. Porque al parecer, eso no sirve para nada, no tiene salida (me río yo de las salidas laborales que tiene ahora cualquier carrera en España, de todas formas).

Bien, pues a todos estos borregos atontados, porque no tienen otro nombre, voy a revelarles un secreto: Nuestro universo se construye sobre palabras. Pensamos en palabras. Todo lo que nuestro cerebro percibe tiene un nombre. Somos incapaces de pensar sin el lenguaje. Lo necesitamos para comunicarnos. El lenguaje es entendimiento, es comprensión, y es poder. Los maestros de las palabras pueden manipular y confundir las mentes de los demás; por eso es tan importante dominar el lenguaje. Es un arma, y también un instrumento de libertad. En realidad, es la única capacidad que nos distingue del resto de animales; la complejidad y riqueza de nuestro lenguaje; sea el idioma que sea. Todos nacemos con predisposición a adquirir una lengua (excepto en casos de daño cerebral o enfermedad). Va en nuestra naturaleza. Es el lenguaje lo que nos hace esencialmente humanos. 
Pero hay más. Las humanidades son imprescindibles. Igual que el médico estudia el cuerpo del paciente, y sabe como curarlo, la filosofía, la historia, la literatura, las artes, todo esto nos ayuda a comprender la naturaleza humana; la mente, el alma. Citando una frase del señor Keating en el Club de los Poetas muertos: "No olviden que a pesar de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo (...). Les contaré un secreto: no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería... son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son cosas que nos mantienen vivos".

Vivimos en una sociedad en la que se desprecian las humanidades y se hace apología constante del dinero, y así nos va. Consumo, consumo, consumo. Un móvil mejor, un ordenador mejor, un coche, una tele de plasma.... Nos hicieron creer que no podíamos vivir sin todo eso, y nos olvidamos de pensar. Y así es como los ricos se hacen con el control de todo y de todos. Porque en algún momento dejamos de adorar a las ideas para adorar el dinero. De teocentrismo pasamos al antropocentrismo, y lo que todavía no se ha dicho es que a partir del XIX pasamos al denariucentrismo. Porque como la historia enseña, la evolución el pendular, hemos vuelto a centrarnos en Dios, solo que esta vez, el dios es el dinero. 

Y aún así, seguimos cantando, componiendo música, pintando, escribiendo historias que necesitamos contar; ahora se pueden llevar a la gran pantalla, o plasmar en una fotografía. Pero necesitamos continuar expresando ese algo. Y nos gusta disfrutar de esas expresiones. Denuncia social, sentimientos, ideas que nos atormentan o nos hacen soñar. Todo eso consigue emocionarnos todavía. Hay música, libros, fotografía, cuadros, esculturas, edificios, poemas, películas que nos transportan, nos hacen sonreír, llorar, y por un instante nos conectan a todos. Eso no lo logran los móviles de última generación, ni la tele de plasma. Así que quien diga que las humanidades están muertas, no tiene ni idea, porque no se puede matar lo que es esencialmente humano. 

Así que al parecer, mi carrera no sirve para nada pero yo voy a clase y disfruto, y me encanta, y me apasiona, y luego lo estudio y me fascina tanto que tengo que compartirlo contándoselo a los que me rodean. Mi carrera me va a servir para no acabar en una oficina, amargada, desando que llegue la hora del café, porque eso es un sueldo seguro... y me haría completamente infeliz. Como filología me ayuda a tener la mente activa y llena de ideas, podré pensar en muchas otras salidas alternativas. 

(Que conste que todos aquellos que sean felices trabajando en oficinas, tienen mi reconocimiento, no va por vosotros, sino por la gente que renuncia a su vocación por dinero)

domingo, 28 de abril de 2013

Domingo de lluvia

¿Qué tendrá la lluvia, que es como una manta que aisla de la realidad, y llena los huecos con el calor de la melancolía?
Todavía me acuerdo de lo que significaba ser feliz. Por eso duele. Porque aún puedo sentir el regusto dulce en los labios. O tal vez sea el recuerdo manipulado por la mente errante que busca llegar a algún puerto. Me repito a mi misma una serie de ideas como si fueran un mantra. Tienes que vivir. Tienes que seguir viviendo. Aunque las ganas se volaran de entre la cenizas que quedaron de tu corazón ardiendo.
Me dijeron que admiraban mi energía vital, mi determinación, mi persistencia. Me dijeron que era muy valiente, muy fuerte. Hubo un tiempo en que les creí. Ahora no se si me repito a mi misma todo eso como un eco o si esa persona que un día fui todavía existe. No me siento fuerte. No me siento valiente. No me siento determinada, ni persistente. Y mucho menos viva. Me arrastro en el limbo esperando que llegue el olvido. Esa cicatriz cerrada que me prometió el tiempo. Los sueños son más vivídos que los días reales, tienen más sentido, más color. Mi imaginación me salva de la desesperación absoluta e infinita. 
Nadie puede hacerme feliz. La felicidad surge de uno mismo. Pero ¿qué pasa con aquellos a los que la vida nos ha tratado a palos desde la infancia? ¿qué pasa con nosotros, los niños perdidos en cuerpos de adultos, y mentes de viejos? ¿Qué pasa con los los que llevamos acumulando trauma tras trauma desde que tenemos uso de razón, herida sobre herida, abandonos que pesan sobre la autoestima? Nunca llegué a creerme que me quisieras. Porque yo me quiero poco a mí misma. Esa es la realidad. Y ahora me aterroriza pensar que nadie me vuelva a querer como tú me has querido. Porque si para ti he dejado de merecer la pena, otros pensarán igual. 
Y sobrevivo, sobrevivo escudándome en mi inteligencia, haciendo de mujer fuerte e independiente, papel que se me da muy bien, son muchos años de ensayo. Pero sólo soy una niña perdida y aturdida en medio de un montón de gente que no la mira. Y estoy rota. Y a días parece que me he recompuesto. Y otros sólo soy más consciente de lo destrozada que estoy. Vulnerable. Voluble. Desmadejada. 
Toda mi vida he tratado de ser buena persona. De no hacer nunca nada que pudiera perjudicar a los demás. De defender a mi amigos a capa y espada, de ser noble, de ser leal. Toda mi vida he esgrimido mis principios cortando todo y a todos por un fuerte patrón moral. Tenía muchos ideales. Muchas ideas de lo que está bien y lo que está mal. Ahora ya no sé nada. Y poco me importa. 
Estoy tratando de reinventarme a mi misma, de resurgir de las cenizas, pero he perdido todas las pautas.

martes, 16 de abril de 2013

Hablemos del mundo.

Estoy muy enfadada con el ser humano. En general. ¿Quién fue el genio que nos puso en la cima de la pirámide evolutiva? ¿Quién? 

Empecemos por lo que ha provocado mi reacción de rabia suprema esta mañana, porque estoy tan cabreada, que no sé muy bien ni por dónde empezar. 

Atentado en una maratón en Boston. 150 heridos, y 3 muertos, entre ellos un niño de 8 años. No se sabe si ha sido un ataque terrorista o uno de tantos psicópatas que coleccionan en EEUU. Ahí está el FBI, investigando. 

Bien, estamos hablando de 150 personas que han quedado heridas, mutiladas, y de tres personas muertas, entre ellas un niño pequeño, que tenía toda la vida por delante. Es una tragedia. Una auténtica tragedia. Y como esa, hay millones el mundo cada día. A mí esto hace que se me revuelvan las tripas, pero lo que me enciende realmente es leer las reacciones de alguna gente. Que son más o menos así: "Lo que es terrorismo es lo que está pasando en Siria, pero claro, si pasa en EEUU, se le da cobertura mediática. En Siria están muriendo muchísimos más niños y nadie dice nada" etc... 

Es cierto. Pero dejadme deciros una cosa, progres de pacotilla. Una vida humana es igual de valiosa en cualquier parte del mundo. Cagaos en los medios de comunicación si queréis, pero no le restéis importancia al delito que supone atentar contra el derecho a la vida.
Y no es sólo por comentarios como este. Es esa actitud en general. Joder, las cosas no son o blancas o negras. Y estoy hasta las narices de radicalismos de ese tipo, porque son los que hacen que las cosas no cambien, porque ¿sabéis? los extremos se tocan. El hecho de que haya habido un atentado en EEUU no significa que lo que pasa en Siria no sea importante. ¡Pues claro que lo es, es gravísimo! Pero una cosa no quita a la otra. El hecho de que una figura pública utilice su imagen para recaudar fondos para labores humanitarias, es bueno, aunque el deportista/actor/famoso en cuestión cobre una pasta. Al menos hace algo positivo. ¡Coño, que parecéis políticos! ¡Venga a quejaros constantemente de lo que hacen otros! 

Así que, tengamos una pequeña charla, hablemos del mundo.

El mundo en el que vivimos es el siguiente:
4 ricos controlan el mundo dirigiendo lobbys que a su vez abarcan  todas las grandes empresas del capitalismo globalizado en el que vivimos. Poderoso caballero es don dinero, y también algo idiota, porque ha sumido al "Norte" en esta crisis en la que estamos. Al servicio del dinero, controlado por los bancos, la Bolsa, y otro tipo de entidades que no llego a entender están esas marionetas a las que denominamos políticos; un puñado de simios vendidos a cambio de algo de poder. Y como tenemos tanto idiota con poder, a uno de esos, en Corea del Norte, le ha dado por amenzar con lanzar misiles para demostrar su... ¿capacidad de destrucción? Así que parece que además de estar en crisis económica también estamos en medio de una crisis nuclear. Y como esto es el juego de a ver quién mea más lejos, Estados Unidos, rey indiscutible de la estupidez suprema, no se quedará atrás. No me voy a meter en teorías conspiratorias; pero la política es sólo la excusa, es el interés económico el que está detrás de cada guerra, y ni que decir tiene que para los 4 ricos mencionados previamente, los seres humanos sólo son números... Y cuantos menos humanos, más riqueza que toca a cada uno. Y es muy triste, pero es así.
Y mientras, vemos a gente que se queda sin hogar, que tiene que rebuscar en la basura, ahora bajo riesgo de multa en algunos lugares, mendigos que se multiplican, suicidios inducidos por la desesperación... Pero tranquilos. Que los pobres nos haremos más pobres, y los ricos más ricos. Así va la cosa.
Y así se destruye el estado de bienestar. O lo que a mí más me preocupa; así se acaba con la libertad.
El estado de bienestar. Qué curioso. Dirijamos la vista al "Sur".

Por un lado; los restos de la primavera árabe, que empezó hace dos años, y que en lugares como Siria o Libia dio paso de la revolución a una auténtica masacre. La gente que empezó luchando por su libertad y sus derechos ha visto como una auténtica guerra civil acababa con todo lo que amaban. Y como siempre, los que pagan son los inocentes. Hay tantos refugiados huídos de Siria como la población total de Noruega.
Además de todas las guerrillas en países de África y Sudamérica. ¿Sabéis que España es uno de los países que más armas exporta en el mundo? Pero claro, eso se cobra en negro, como tantas otras cosas.

Pero por otro lado... ya ni siquiera hablando de guerras. ¿Cuánta gente muere de hambre y de enfermedades en el mundo a cada minuto? El mismo principio activo que se usa para la fabricación de ciertos cosméticos, como cremas de depilación, podría utilizarse para fabricar una vacuna contra alguna de las enfermedades olvidadas, como el mal de Chagas... pero claro. La gente que padece estas enfermedades y muere por ellas no tienen dinero para pagar esas medicinas, así que las farmacéuticas prefieren invertir en cosméticos u otros productos para el primer mundo. Dónde tenemos el llamado estado de Bienestar.

Así que si nos ponemos a hacer comparaciones, progres de pacotilla, siguiendo vuestra lógica, no tendríamos derecho a quejarnos de la crisis, porque en cualquier país de África está mucho peor que nosotros. Muchísimo peor. Pero nos quejamos ¿no? Porque  la crisis de nuestro preciado estado de Bienestar nos afecta. Porque en realidad, cuando se habla de injusticias, no se pueden establecer comparaciones. No hay rango que determine si algo es más inujusto que otra cosa. Lo injusto es injusto, y punto.

Porque... El hecho de que el mundo esté plagado de dictadores que roban, y exprimen a la población hasta dejarla en los huesos, se debe a que antes de todos esos dictadores hubo hombres blancos que se proclamaron dueños de todo, y expoliaron, y expoliaron, y siguieron sangrando a los países "tercermundistas", explotando todos sus recursos naturales, y aprovechándose de su riqueza. Y es muy cómodo para el "Primer mundo" que haya dictadores en todos esos países, porque los dictadores son fácilmente sobornables. Sólo hay una persona a la que sobornar. ¿Por qué tardó tanto la ONU en entrar en Libia? ¿Por qué no ha movido un dedo ante la crisis humanitaria que hay en Siria? Ah... los intereses de Don dinero, otra vez.

El mundo en el que vivimos se rige por ideales obsoletos que escudan intereses económicos mientras la gente se muere por falta de humanidad.


lunes, 15 de abril de 2013

7 pecados

I
El animal herido 
es el más peligroso.
Poseído. Furioso.

Quien poco tiene que perder
da mucho que temer.

Sólo los más fuertes sobreviven. 

II

El sabor seco y amargo
del recuerdo de lo que fue,
sumido en el callado letargo
que otorga el wishky barato
servido en tazas de café. 

III
Si quieres a alguien, déjalo ir. 
Si vuelve, siempre fue tuyo.
Si no, nunca lo fue.
 Propiedad para hablar de personas,
dinero en lugar de amor...
la materia es el único valor.

IV

Mirando la vida pasar
Escondida entre las sábanas.
Las gotas de lluvia en el cristal
buscando las ganas
Y nada. Eso encuentro. Nada.
Hoy no me puedo levantar. 

V

Quema por dentro, pero ahí está; 
En otro lugar. 
Teniendo lo que yo no tengo. 
Amando lo que ya no puedo amar. 

VI

Rompiste mi corazón en pedazos diminutos
los tiraste al suelo y bailaste sobre ellos
Mancillaste mis recuerdos impolutos
Mis memorias, los besos en el cuello
quebrantaste la ilusión del sueño
pero aún rasgado, pateado, y humillado
Aún así, queda el orgullo. 

VII

Cerrar los ojos. Sentir la piel.
La tuya, la mía. 
La de ella. La de él.
El pulso. El tambor. 
El beso. El ardor. 
El abrazo. El calor.
El grito. El placer. 


miércoles, 3 de abril de 2013

Un cuento. Parte 1

Erase una vez, hace mucho tiempo, o tal vez no tanto, un reino sumido en las sombras de la tristeza. Nadie sabía muy bien cuándo habían llegado, ni cuánto tardarían en marcharse. Y lo más importante, nadie sabía cómo se habían creado. Pero estaban allí, como una niebla espesa, y los habitantes del reino habían olvidado el color de las cosas, y también su olor, su sabor, su tacto. Sólo el sonido del eco poblaba las calles. La leyenda decía que todo se debía a una maldición... la gente había estado tan concentrada contando monedas de oro, plata, cobre y bronce, que los dioses, cansados de que los días de sol que regalaban a los hombres pasaran sin arrancarles una sola sonrisa, decidieron cubrir el reino con aquella niebla de desesperanza. 

El reino había tenido héroes y heroínas. Jóvenes fuertes, valientes y soñadores, que al retornar a sus hogares después de sus mil hazañas, habían caído en la rutina. Ahora sólo quedaban las historias de sus aventuras poblando la noche oscura. Habían tenido todo lo que habían deseado. Amor. Viajes. Aventuras. Dinero. Gloria. Podrían haber sido inmortales. Pero la bruma se había tragado las canciones que alababan sus gestas, ya no había trovadores en las calles. 

El protagonista de nuestra historia había sido uno de esos héroes. Había visto mundo. Había conocido a mucha gente. Era querido y respetado por todos. Y sin embargo, se sentía solo, vacío. Hacía tanto tiempo que no traspasaba las fronteras del reino en busca de algo... ¿Qué era un héroe sin una búsqueda? El hastío se apoderaba se sus días y sus noches. Copas que no saciaban la sed, risas huecas, y una sensación de desesperación cada vez más creciente y acuciante. ¿Qué sentido tenía su vida? 

Una noche como otra cualquiera, un viajero llegó a la ciudad. Era una novedad, aunque no un hecho extraordinario. Lo ordinario tenía demasiado poder en el reino como para que la sola entrada de un viajero perturbara la rutina. Sin embargo, nuestro héroe, aburrido de la monotonía, fue a visitarlo a la posada. Era un hombre extraño, que parecía no tener edad, ni rasgos definidos. No se podría decir si era joven o viejo, si era guapo o feo. Pero sus ojos tenían un brillo especial inteligente. 

 - Decidme, buen hombre, ¿qué novedades traéis de fuera del reino? 
 - No muchas, mi señor. Ya no hay dragones, gigantes, u otras criaturas de las que alarmarnos. 
 - Claro que no. Mis amigos y yo hemos combatido el mal durante años. 
 - Oh, ¿de veras? Debería haberos reconocido con esa brillante armadura, y vuestra elegante capa. 
 - No os preocupéis, debe de haber pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvisteis aquí
 - Ah, el tiempo... Mucho, poco... es todo relativo, depende de con qué lo comparemos, ¿no creéis, mi señor? ¿Hace mucho tiempo que no alzáis vuestra espada? ¿Hace mucho tiempo que dejasteis de sentir vuestro propio corazón? - nuestro héroe quedó callado, meditabundo - En realidad... sí que os traigo noticias. Se dice que en el norte está creciendo una fuerza oscura. 
 - ¿Qué tipo de fuerza? - algo dentro del caballero se agitó. 
 - Una bruja, señor. Una bruja con la lengua envenenada. Se dice que sus palabras son más mortíferas que la mirada de la Gorgona. 
- ¿Transforma en piedra a los hombres?
- Oh, no, señor. Los enloquece. Está sembrando el terror. Nadie se atreve a acercarse. Nadie puede soportar su presencia. Aquellos que se aventuran en su castillo, se pierden para siempre. 

El caballero tomó la firme determinación en aquel momento, de que debía llevar a esa bruja al lugar que se merecía; la hoguera. No debía existir en el mundo criatura con semejante poder. Rompía el equilibrio del cosmos. 
Así que ensilló a su caballo, cogió su espada y su escudo, y partió hacia las lejanas tierras del norte, tierras montañosas, pobladas de bosques, riachuelos, y cuevas. El escondite perfecto para una hija de las sombras. 

Sin embargo, conforme iba acercándose, algo le llamó poderosamente la atención. Podía distinguir los matices arcillosos del camino, el verde de los árboles... y el azul del cielo. ¿Acaso la bruja era tan poderosa que había sido capaz de diseminar la niebla? 

Ni un alma se interponía entre él y el enorme castillo de piedra. Tan solo la luz del sol. El caballero bajó del caballo en la entrada principal. No había puertas que impidieran el paso. Entró despacio, con cautela. Seguramente, la bruja debía de tener sus trampas. Pero él había combatido contra todo tipo de monstruos y criaturas del mal, sabía enfrentarse a todas sus artimañas. El castillo era un amasijo de amplios y luminosos corredores con enormes ventanales, techos altos, abovedados, con hermosas imágenes decorándolos. Una suave corriente templada recorría los pasillos, casi sin perturbar las llamas de las antorchas. No parecía haber nada maligno en aquel lugar. Pero el caballero sabía que las brujas eran expertas en el arte del engaño. Que primero seducían, y luego, cuando sus víctimas estaban indefensas, atacaban. 

Un lobo apareció en medio del corredor. Era una criatura magnífica, de pelaje plateado, y ojos cristalinos  que reflejaban el baile intimista del fuego de las antorchas. Sacó su espada, preparado para el ataque del animal, pero éste, después de sostenerle la mirada durante unos segundos, se dio la vuelta y desapareció por donde había venido. El caballero lo siguió con curiosidad renovada. El amplio corredor desembocaba en una enorme sala circular. Nunca había visto nada igual. Los techos eran tan altos que la vista no alcanzaba a ver el final. Y las paredes estaban cubiertas de libros y manuscritos. Debía de haber miles. Unos cuantos cojines de colores desparramados por el suelo, de cálida madera. Y en medio de la sala, un árbol blanco, poblado de pequeñas flores que anunciaban la llegada de la primavera. La primavera... una noción que el caballero casi había olvidado. No sabía cómo podía sobrevivir el árbol en aquel lugar, sólo podía tratarse de magia, claro. 
Y allí, sentados entre las enormes raíces, estaban el lobo... y la bruja. Ella, con una túnica del color de la sangre que contrastaba totalmente con la blancura de su creación. Le estaba observando. El caballero alzó la espada una vez más, así como el escudo, pues no sabía por dónde vendría el ataque.

 - ¿Entras en mi casa armado, y temes que la que ataque sea yo? - inquirió ella, leyendo sus gestos, y tal vez sus pensamientos. Tenía una voz suave, casi infantil. 
 - He venido a sentenciar tu destino, bruja
 - ¿Y qué destino es ese, si puede saberse? 
 - La hoguera, por supuesto.
 - La hoguera, la hoguera - ella se puso en pie, riendo - los humanos sois tan poco imaginativos. Dime, gran caballero  ¿Por qué crees que tienes derecho a decidir cual es mi destino? - empezó a aproximarse hacia él - Has venido a matarme porque te aburres. Típico en vosotros. 
 - Calla, no te acerques más. Lo primero que haré será cortarte la lengua. - amenazó, blandiendo su espada
 - No seas molesto. - La bruja hizo un gesto con la mano, y la espada y el escudo del caballero desaparecieron. Éste retrocedió - No te preocupes. No los vas a necesitar. - Desapareció y apareció junto a él. El caballero dio un respingo. - Ven conmigo, te mostraré algo. 
 - Aléjate de mí. Se lo que haces con los hombres. Les vuelves locos al hablar. Les seduces con tus palabras  para que confíen en ti, entras en sus mentes y las destrozas. 
 - ¿Eso hago? Dime, gran defensor de la justicia y el bien... ¿has notado qué azul es el cielo aquí en el norte? ¿Cómo es la vida dentro de las fronteras de tu reino? Yo no vuelvo locos a los hombres. La verdad los enloquece. A algunos porque no son capaces de aceptarla. A otros, porque se vuelven capaces de hacer grandes cosas una vez que la comprenden. Y a esos que se vuelven diferentes, el resto los margináis. Porque los seres humanos sois demasiado cobardes, y pensar que pueden tener razón os haría enfrentaros a vosotros a esa verdad que tanto teméis. Pero tú... tú has venido a buscarme, como tantos otros. Así que en el fondo de tu corazón hay algo de valor. O de inquietud. Sea como sea, yo puedo ayudarte. 
 - Ayudarme ¿a qué? 
 - A aliviar tu espíritu, por supuesto. Te veo, caballero. Sé cómo son tus días; grises, idénticos. Te ríes de bromas que no te hacen gracia, bebes vino para facilitarte a ti mismo la tarea, duermes con mujeres a las que no amas, compartes secretos que no tienes. Una vez fuiste glorioso. Una vez tuviste el mundo a tus pies. Veías tanto, aprendías tanto, te gustaba tanto la vida... Hasta fuiste capaz de amar. ¿Qué pasó, caballero de brillante armadura? ¿A dónde fueron todos esos sentimientos que llenaban tu vida de color? Yo sé el secreto. Acompáñame.

Volvieron al corredor, y avanzaron en línea recta. La bruja se movía con ligereza, pero con pasos decididos. El caballero estaba encandilado. Sabía que había caído en el embrujo de sus palabras. Podía sentir que ella era poderosa. Muy poderosa. Pero necesitaba saber. Era demasiado tarde para dar media vuelta. La bruja había visto su corazón, y había desenterrado preguntas que creía olvidadas. Era peligrosa. Pero quería correr el riesgo. 
El corredor dejó paso a un gran patio de piedra. Y en el centro se hallaba una gran fuente de cristal. La bruja se acercó a ella y se inclinó sobre las aguas calmadas. ¿Querría envenenarle dándole de beber? 

 - Toda tu vida has estado inmerso en un una búsqueda... tanto que la búsqueda perdió el sentido. La vida es la gran búsqueda de la verdad, la empresa de resolver todos nuestros interrogantes. Los mortales os movéis en un gran mar de sombras, y de vez en cuando conseguís atisbar un resquicio de luz. Por eso buscáis, y buscáis. Pero hace tanto tiempo que no veis un pequeño haz de luz, que habéis perdido el rumbo. No sabéis lo que buscáis. 
 - Y ¿tú lo sabes?
 - Claro que sí. Buscáis lo que buscamos todos. La felicidad. 
 - La felicidad es el camino, no la meta. - La bruja esbozó una sonrisa triste.
 - Bellas palabras, caballero... pero decidme: ¿sois feliz? Yo creo que no. Es necesaria una meta, o si no la búsqueda pierde todo el sentido. Y os quedaréis atrapados en el fango de la desesperación, esperando a que vuestros días pasen lentamente y la muerte os encuentre. Como hacíais hasta que vinisteis a buscarme. Y sin embargo... un día, no hace tanto, supisteis lo que era ser feliz. Y os acostumbrasteis tanto a la felicidad que dejó de importaros. ¿Sabéis? Lo bueno de la felicidad es que uno puede desearla. Mientras uno la desea, se tiene esperanza. Se tiene algo por lo que luchar. La paz es para los viejos, los que saben ya. Los jóvenes como vos... Vos deberíais saborear mucho más cada momento. Pero no lo hacéis. Languidecéis en vuestro hogar esperando a que pase algo. Las aventuras que vivisteis en el pasado... ¿Llamaron a vuestra puerta, o salisteis en su busca? La espera es para los muertos. Y no hay peor muerte que la muerte en vida.  
 - Quiero vivir - murmuró el caballero. - He intentado seguir siendo feliz, pero no he podido. Las andanzas ya no me llenan. Es todo vacío... - La bruja hundió su mano en la fuente y sacó un espejo. 
 - Toda vuestra vida habéis estado errando. Habéis buscado donde no debíais - le tendió el espejo - La felicidad está en vos, caballero. El destino no tiene ninguna artimaña preparada. Sois vos quién debéis darle sentido a vuestra vida.

El caballero asió el espejo que ella le ofrecía, ansioso por saber. La verdad estaba en aquel cristal. Sin embrago, ella no lo soltó.

 - Sed precavido, pues este es un espejo cargado de magia, y sólo muestra la realidad. La verdad detrás de la armadura. Lo que muchos no ven. Lo que puede que ni vos mismo veáis. 
 - No tengo miedo. 
 - Oh. Pero lo tendréis. Este espejo os mostrará vuestros miedos, vuestras incertidumbres, los pecados cometidos, vuestros deseos más oscuros. Os enseñará que también hay mal en vos. Me culparéis a mi, tratando de negar lo que habéis visto. Diréis que es magia negra. Me culparéis durante mucho tiempo. Pero no soy yo la que ha sembrado sombras en vuestra vida. Recordad esto. Después lloraréis, cuando comprendáis que es cierto. Que todo eso es parte de vos. Y finalmente lo aceptaréis. Y podréis volver a mirar sin asustaros, y entonces veréis cómo todas las sombras se mezclan con la luz que hay en vos. Y en ese momento, sólo en ese momento, veréis la imagen de vuestra alma. 

El caballero sostuvo el espejo de manera que no podía ver su reflejo. La bruja hacía enloquecer con sus palabras. Sus palabras y su magia. Podía ser un truco. Y él habría caído como un idiota. La observó. Parecía joven, frágil, indefensa. Estaba jugando con sus emociones. Lo manipulaba para que mirase al espejo y quedase conmocionado. Y entonces, ella habría ganado. Él había acudido allí para acabar con ella. Y sin embargo, allí estaban, en un rincón idílico de su patio. 

 - ¿Por qué me ofrecéis ayuda? Yo vine aquí para mataros.
 - Porque si sois lo suficientemente valiente como para aceptar la verdad sobre vos mismo, seréis uno de esos locos que hacen grandes cosas, y un trocito más de cielo estará azul, y brillará el sol para vos. No deseo perjudicaros. 
 - Así que sois una bruja buena...
 - No soy ni buena, ni mala. Eso son conceptos humanos. Yo puedo hacer daño. Soy peligrosa. Vos lo percibís. Pero haceros daño no me beneficia en nada... en cambio, el sol sí lo hace. 
 - ¿Alguna vez fuisteis humana? 

La bruja clavó sus enormes ojos en él, con una especie de furia ardiendo en sus pupilas. Pero le regaló una sonrisa tranquila, aunque por un momento su mirada se había parecido a la del lobo. 

 - Lo fui una vez. Hace tiempo.
 - Y ¿qué pasó?
 - Que no se puede ser humana si no se tiene corazón. 
 - ¿Dónde está? Yo podría encontrarlo
 - Qué noble por vuestra parte - dijo ella, en tono de burla. - En vez de matar a la bruja, el valiente caballero le devolvió su corazón, y de ese modo la liberó. No, caballero, no podéis encontrar mi corazón. Las cenizas son difíciles de buscar. 
 - ¿Por eso estáis aquí, sola?
 - Como ya os he explicado, el conocer la verdad implica ser un marginado. Yo elegí libremente el conocimiento, y el precio es la soledad. Y sin embargo, nunca estoy sola. Habéis visto todos los libros que tengo en mi sala favorita. Encierran las almas de quienes los escribieron. Siempre tengo compañía, de lo más variada, caballero. Y mis acompañantes no pueden decir mentiras. Y luego, claro está, tengo a Lobo. Aprenderéis que algunos animales son mejores que los hombres. Más inteligentes. Más intuitivos. Menos cobardes. Más leales. 
 - Pero... y ¿todos aquellos que ya han descubierto la verdad? 
 - Siguen siendo humanos. Tienen corazón. Yo... yo tengo magia. 
 - Podría quedarme con vos... y aprender... magia
 - La magia nos os servirá en vuestro camino. Y yo no acepto a ignorantes bajo mi tutela. 
 - Entonces, si miro al espejo, me enfrento a mí mismo, y descubro lo que soy... ¿Me enseñaríais? - la bruja le miró con suspicacia
 - Si es lo que vuestro corazón desea, lo haré. 

CONTINUARÁ...


viernes, 29 de marzo de 2013

Bomba de relojería.

Tic.Tac.Tic.Tac.Tic.Tac.
Tic. A veces me enfado mucho.
Tac. A veces me digo que soy estupida, masoquista, y que esto sólo lleva a mi propia destrucción.
Tic. A veces te odio por destruirme.
Tac. A veces me odio a mí misma por darte el poder para ello.
Tic. A veces te echo de menso, y mataría por una sola sonrisa.
Tac. A veces me consumen los celos.
Tic. A veces quiero gritar y sacar toda la rabia al exterior.
Tac. A veces me limito a llorar en silencio.
Tic. A veces me tumbo en la cama, sin ganas de nada.
Tac. A veces sueño que vuelves a buscarme.
Tic. A veces deseo destruír a alguien más, sacar a la zorra vengativa a pasear.
Tac. A veces sólo te quiero ayudar.
Tic. A veces recuerdo que ya no valgo la pena, que te cansaste de mí.
Tac. A veces me intento convencer de que me merezco algo más.
Tic. A veces quiero arrancarme el corazón y no volver a sentir.
Tac. A veces deseo unos brazos que me envuelvan y me hagan olvidar.
Tic. A veces la injusticia se me queda grande.
Tac. A veces desearía obrar mal y no sentirme culpable.

Tic.Tac.Tic.Tac.Tic.Tac.
Llegará un momento en el que la presión será demasiado grande. Soy una bomba de relorjeríaa punto de estallar. Y sé que cuando eso pase... la onda expansiva lo arrasará todo, caiga quién caiga. Y sólo entonces podré volver a comenzar. Pero no quiero que sea destrucción lo que quede a mi paso...

domingo, 24 de marzo de 2013

El mundo ya me da igual.

Sobrevivir. Se sobrevive dando rienda suelta a nuestros instintos más primitivos, más básicos. Estoy tan cansada mentalmente que sólo tengo ganas de darle la espalda al mundo y volar. Volar bien lejos. Ya no sé lo que está bien, o lo que está mal. He seguido mi código ético a rajatabla, siempre... y ¿para qué? Llevo toda mi vida esforzándome en ser buena personas, para acabar comiéndome la mierda de todos los demás. Estoy harta de hacer lo correcto. Quiero hacer lo que me apetezca, ser un poco más animal, dejar sienda suelta a mis impulsos y dormir, comer, follar. Elena trabaja mucho, Elena saca buenas notas, Elena es responsable, es educada, se le puede coger el brazo cuando te tiende la mano, porque ella siempre perdona. 
Perdono, sí. Perdono pero no olvido. Y sigo tropezando una y otra vez con la misma piedra... la gran roca de las causas perdidas en lo que a personas se refiere. Tengo que librarme de esa debilidad. No tengo que salvar a nadie. Sólo a mi misma. Me gustaría que las cosas no me afectaran tanto. Me gustaría ser de hierro, en vez de hielo, que mis muros no se derritieran con tanta facilidad. Busco la paz, pero lo cierto es que dentro de mí sólo hay pasiones, luminosas algunas, otras oscuras, pero todas son llamas difíciles de apagar. Y me aferro a la ilsuión de que dentro de mí todavía hay algo vivo capaz de amar. Aunque sea un amor rudo, basto, carnal. Sólo eso. Calor. El calor es la fuente de la vida. Y llevo meses en un aletargamiento que parece eternos, con pequeñas hogeras esporádicas que me ayudan a no volverme loca, a recordarme a mí misma que sigo en el mundo, aunque no quiera.

Lo que más odio... de lo que más harta estoy es de las convenciones sociales. Me superan. Siempre he aborrecido lo políticamente correcto, pero ahora va más allá. Ahora existe una especie de adoctrinamiento silencioso sobre cómo debería actuar en mi situación... Estoy frágil. Estoy rota, desmadejada, un barco a la deriva... sí, es cierto. Pero no se me ha olvidado cómo remar. Sólo estoy tomándome un descanso. Sólo quiero dejarme llevar, mecida por las olas, ver dónde puedo llegar por azar. No soporto que me digan lo que tengo que hacer. No quiero que nadie quiera aprovecharse de mi cansancio mental para tomar las riendas de mi mente. No. Mi mente es libre, infinita. No se puede encadenar. Así que basta de normas ridículas aprisionándola. Sólo yo soy consciente de hasta dónde puedo llegar. Y creo que he superado todas las expectativas, hasta las mías propias... ahora sólo quiero volver a mi estado natural. 

Quiero sentirme deseada. Quiero el roce de otra piel. Quiero unos brazos que me levanten, un cuerpo que me llene, y quiero dejarme ir. Aunque sea vacío. Es lo único que me hace sentir viva. Cuando la mente no puede más, hay que dejar paso al cuerpo.Así es como funciona. Y me da igual que esté bien o mal, me importa una mierda a quién le moleste, quién lo critíque. Atajo de hipócritas. Aquellos que más hablan son lo que envidian en secreto. 

Sí.Soy mujer. No quiero ser una dama. Los estereotipos de virgen frágil y de femme fatal ya están pasados de moda. Sólo soy una mujer. Humana. Y prefiero orientar el fuego que llevo dentro hacia el único vicio sano, en vez de atorementarme y atormentar.

viernes, 22 de marzo de 2013

Cuestión de fe.

7/3/2013

No soy creyente, ni siquiera practicante de apariencia. Nunca lo he sido. Sin embargo, hoy, en la cripta de la catedral de Canterbury he vivido lo que se podría llamar una experiencia religiosa. 
A veces, me resulta complicado ordenar mis ideas respecto a lo que a la religión, o mejor dicho, a las creencias, se refiere. Es otra de las grandes contradicciones de mi vida.
Y creo que ha llegado el momento de hablar sobre ello, aunque resulte un tanto enreversado. 

No creo en Dios. No creo en la Iglesia, ni en ninguna otra institución que se autodenomine mediadora de lo divino en la Tierra.  Y sin embargo, creo en la fe, porque soy consciente del poder que tiene. De aquellos de que la fe mueve montañas. La gente necesita tener fe para no caer en el miedo, en la desesperación, en la incertidumbre que causa la muerte. La fe da la esperanza de que hay algo más. Ayuda a superar momentos difíciles, a sacar fuerzas de la flaqueza... no es ningún dios el que otorga todo esto, sino la propia creencia del ser humano en la existencia de algo superior. Las personas necesitan esa seguridad. En realidad, no somos muchos los que podemos aceptar la muerte, reflexionar sobre ello, y estar tranquilos por la ausencia de Dios.
La figura de la discordia para mí en este aspecto es mi madre. Mi madre es una mujer inteligente, fuerte, creyente y practicante. Nos a educado en la fe católica, nos ha criado los valores de Jesús, y yo le estoy muy agradecida. Porque aunque sé que ella se siente decepcionada por nuestra carenica de fe, ha sido capaz de inculcarnos las dos cosas más imporantes que una madre puede enseñar a sus hijos: valores y principios para ser buenas personas, y capacidad de pensar por nosotros mismos, de cuestionarlo todo. De ser rebeldes contra las injusticias. 
Yo no tengo nada en contra de la figura de Jesús. A contrario; me parece uno de los mejores seres humanos que ha existido en la historia. Admiro su mensaje, y su valor para lanzarlo hace dos milenios. Lo único que pasa es que como no creo en Dios, no puedo creer que fuera su hijo. 
Tampoco considero que exista una religión auténtica. Todas ellas son una mezcla de filosofía de vida y reglas que otorgan poder a unos cuantos. Todas las religiones tienen cosas buenas y cosas malas, y muchas de ellas en común. 
Para mí, la espiritualidad es algo que uno vive por dentro, libremente, y todo lo demás son imposiciones ridículas que restan credibilidad. Hay algo que dijo mi madre que me quedó grabado en la memoria: "Yo puedo rezar en cualquier templo, oficie quién oficie... no me hacen falta mediadores para hablar con Dios." Frase que me recuerda, de alguna forma, a esta otra que aparece en V de Vendetta: "Dios está en la lluvia" La gente necesita a Dios. Le pongan el nombre que le pongan. La fe es el ideal más antiguo del ser humano. La gente vive, ama, muere, mata, lucha por Dios. Por sus creencias. Ha sido así desde que el hombre es hombre, y así seguirá siendo hasta que deje de serlo. Nieztche estaba equivocado. Dios no ha muerto. vivirá dentro de aquellas personas que todavía crean en él. Porque la esperanza es lo último que se pierde, y lo último de lo que estamos dispuestos a desprendernos, sea en el aspecto que sea. 

Y yo, personalmente, ¿qué es lo que creo? Porque yo no creo en Dios, pero sí que creo en la transcendencia. No creo en la vida después de la muerte, pero tampoco creo que haya un final. Ni creo tener la verdad absoluta, porque cada uno tiene su propia verdad. 

Creo que el universo está formado por energías. Así se creó, así se produjo el Big Bang (eso que intentan hacer en el acelerador de partículas en los bajos fondos de Suiza). Y esas energías fluyen a través de todos los seres vivos, conectándolos de alguna manera. Esta energía vital es lo que denominamos "alma". Porque no sólo somos mente y cuerpo, hay demasiadas cosas que todavía no sabemos explicar. Cuando morimos, esa energía vital pasa a juntarse con la corriente de energía que conecta todo el universo, y nos abandona como individuos. Sería como la Fuerza. Que dicho así suena muy friki, pero en realidad es una idea que George Lucas tomó prestrada del budismo. La idea del ciclo de la vida está presente en muchas culturas. Eso es lo que yo creo. Es todo bastante abstracto, pero esa energía vital va agrupándose en partículas, células etc... dotándo a los organismos de vida, y cuando nos abandona, éstasse descomponen. Y es algo que fluye y que conecta a todos los seres vivos. Vida que genera más vida. Cuando morimos, nutrimos el suelo, el suelo a las plantas, las plantas a los animales y así constantemente, en un círculo infinito. Esto puede haber dado origen a teorías como la reencarnaciñno; cuando el alma pasa de lo individual al conjunto, tarde o temprano se forma una nueva vida. Aunque yo no creo que el alma sea algo sólido que vaya de cuerpo en cuerpo. La clave está en la corriente de energía que fluye conectándolo todo. 

Nada de ideas sobre el bien y el mal. Nada de entes superiores, ni predestinación. Eso sólo nos viene como bagaje cultural que se ha ido acumulando durante siglos y siglos. Eso no es cuestión del alma. Para mí, todos los seres vivos tienen alma, pero la moral y la ética son cosas exclusivas del ser humano. ¿Puede un animal ser malo? No, el animal es animal, y actúa según sus instintos. El animal, si está hambriento, matará para comer. El hombre, sin embargo, es capaz de matar por placer... lo que no deja de ser irónico, dado que somos lo únicos que consideramos que matar es malo. 
Me gusta la idea del karma, pero no estoy segura de ello. Hay demasiadas personas buenas en la miseria y viceversa. Aunque todo depende de la idea del bien y del mal, que no deja de ser algo subjetivo e individual. Nadie actúa pensando que hace las cosas mal. Y sin embrago, hay cosas que nos horrorizan o nos maravillan a todos por igual. No tengo muy claro si por influencia social de miles de años que no podemos dejar atrás, o porque realmente existe algo como el bien y el mal. Tal vez sean simplemente normas de convivencia básicas para la supervivencia de la especie que hemos desarrollado como un instinto natural. 

Pero volviendo al tema principal... la fe. La fe, creado por y para el hombre como escudo contra el miedo. Es increíble la capacidad que tenemos de crear. Es increíble lo que nuestras propias creaciones pueden dar lugar. 
La catedral de Canterbury, un homenaje a un Dios en el que no creo, erguida por personas a las que nununca conocí, ni amé, ni admiré, tiene una belleza tan sublime, tan sobrecogedora, que estando ahí, pisando las frías losas de la cripta, algo me ha conmovido hasta el punto de llorar, y por un momento, he sentido el impulso de rezar.