martes, 26 de octubre de 2010

Legado

El legado de mis antepasados todavía perdura. Es por eso que mi pueblo no admite la mentira, ni el deshonor. Que busca la verdad por encima de todo, que lucha por la justicia y por la fuerza del amor, que venera a la luna, a las estrella y al sol, que danza, canta, ríe, y baila al ritmo del tambor. Que escucha el susurro del viento, el clamor de la tormenta, y lo transforma en poesía. Que mira al cielo tratando de convertirse en pájaro para echar a volar. Que adoramos a la libertad como nuestro mayor dios, la rebeldía de espíritu, el pensamiento crítico, el valor de una sensación. La palabra amistad está inscrita en nuestras almas, forma parte del código de honor. En mi tribu sólo hay auténticos hermanos, unidos en el corazón. Las muestras de emoción son bien acogidas, los besos, los abrazos, las caricias, y cualquier gesto de amor. El deseo de viajar, de ver más allá, de recorrer lugares lejanos, conocer nuevas culturas, vivir mil aventuras… está escrito a fuego en nuestro interior.

Diego

Simplemente te haces querer. Por mí y por todos los que te rodean. Tu sonrisa constante, tus comentarios divertidos, tu oído presto a escuchar, a apoyar, a aconsejar. Tu buen humor y tu buena presencia. Tu habilidad de caerle bien a todo el mundo. Tu musicalidad constante, que hace que siempre estés cantando o bailando. Tu alegría. Tu risa fácil y contagiosa. Tu tendencia a dar abrazos gratis. Tu extroversión, que hace que todo el mundo te parezca interesante. Tu espíritu aventurero. Tu cabeza templada que siempre regalara una buena conversación a los que te rodean. Tu infinita paciencia. Tu generosidad absoluta. Tu solidaridad y tu respeto.

Hay tantas cualidades que tu tienes de las que yo carezco. Por eso te admiro, y te quiero.

Por tu entusiasmo por las pequeñas cosas. Por tus infinitas ganas de aprenderlo todo. Por lo ideales que se pasan por tu cabeza. Porque te aferras firme a tus convicciones, y la tuya es una lucha tranquila y apacible a la hora de defenderlas. Tu energía interior, que te hace estar siempre activo, con ganas de hacer cosas nuevas. Tu dinamismo. Tu optimismo. Tu encantadora forma de despistarte, aunque a veces me desquicies. El brillo de tu mirada. Tus bromas continuadas. La forma que tienes de que todos se sientan apreciados, especiales, escuchados. Tus ganas de comerte el mundo.

Este eres tú, así, simplemente. Y cuánto te quiero.

miércoles, 6 de octubre de 2010

El cielo no queda tan lejos del suelo

A veces, cuando me enfado porque pasa algo que no me gusta, pienso en el karma, y lo maldigo, porque ¿Si realmente existe, por qué tengo mala suerte? Depende del día que tenga (todo depende de eso, en verdad; de mis imprevisibles cambios de humor), respondo de una forma u otra.

Hoy es uno de esos días en que de pronto, la vida me parece maravillosa. A pesar de muchas cosas, a pesar de haber estado llorando intermitentemente, de repende levanto los ojos, y me doy cuenta de algo. ¿Cómo maldecir al karma cuando ya ha cumplido su misión con creces? (No vamos a exigir demasiado, que es un ente abstracto, no un superhéroe) Me ha dado la mejor arma para enfrentarme a mis dificultades; gente que me quiere. Me pongo a contar y me vuelvo consciente de que son muchísimas las personas que me valoran y me arropan en los momentos más bajos; mi madre, mis hermanos, mis compañeros, amigos y directores de coro, compis y amigos de clase, mis AMIGOS con mayúscula, porque son un gran tesoro, y sobre todo Diego, que, sin duda, es mi favorito, porque él es el mayor regalo de ese extraño ente al que llamo karma, y que tuvo la magnífica idea de que nuestras vidas se cruzaran.

Me gusta la idea del karma porque no defiende la existencia de un destino, sino simplemente, que todo lo que hagas en esta vida tendrá consecuencias, que son nuestras acciones y decisiones las que marcan el camino. Eso me alienta a ser mejor personas, a crecer y a madurar cada día, a querer hacer felices a quienes me rodean. Porque ellos me hacen feliz a mí. Porque, probablemente, la soledad es el peor castigo que puede sufrir una persona, y, visto lo visto, no lo debo de estar haciendo tan mal, porque estoy muy bien acompañada.

Eso hace que suba la autoestima; el que, cuando piensas en los nombres de las personas a las que quieres, esas que hacen que se te dibuje una sonrisa nada más verlas, te vegan a la mente todos esos nombres, y no puedas dejarte ninguno, porque cada uno de ellos es una pequeña pieza del puzzle que forma la felicidad:

Mamá, Jose, Cristina, Javi, David, Nieves, Luís, Marian, Diego, Alex, Santi, Fer, Isabel, Garcés, Marta, Bea, María, Javi, Andrea, Nacho, Oier, Laura, Sofía, Melissa, Irene, Elena, Nerea, Querol, María Sancho, Puenty, Javi R, Marco, Olalla, Borja, Miguel, Edu, María, Paloma, Carlota, Blanca, Marina, y, por supuesto, DIEGO.

La felicidad sólo existe cuando se comparte.

El cielo no queda tan lejos del suelo. Sólo a 40 pasos. Uno por cada persona a la que quiero.