martes, 26 de octubre de 2010

Legado

El legado de mis antepasados todavía perdura. Es por eso que mi pueblo no admite la mentira, ni el deshonor. Que busca la verdad por encima de todo, que lucha por la justicia y por la fuerza del amor, que venera a la luna, a las estrella y al sol, que danza, canta, ríe, y baila al ritmo del tambor. Que escucha el susurro del viento, el clamor de la tormenta, y lo transforma en poesía. Que mira al cielo tratando de convertirse en pájaro para echar a volar. Que adoramos a la libertad como nuestro mayor dios, la rebeldía de espíritu, el pensamiento crítico, el valor de una sensación. La palabra amistad está inscrita en nuestras almas, forma parte del código de honor. En mi tribu sólo hay auténticos hermanos, unidos en el corazón. Las muestras de emoción son bien acogidas, los besos, los abrazos, las caricias, y cualquier gesto de amor. El deseo de viajar, de ver más allá, de recorrer lugares lejanos, conocer nuevas culturas, vivir mil aventuras… está escrito a fuego en nuestro interior.

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