domingo, 31 de mayo de 2015

Panorama político, democracia y otros menesteres.

Llevo días pensando en escribir este artículo, pero con las ideas en ebullición, hasta que no se han amansado un poco, no he sido capaz de ordenarlas medianamente. Y aún así, veremos qué sale de aquí. 

Yo soy de izquierdas. Esa es una consideración general e innegable, pero cuando me defino así no quiero decir que sea comunista, anarquista, o siquiera socialista, pues pienso que éstas son denominaciones a unas ideologías definidas hace muchos años que, de alguna forma, han quedado obsoletas. Son ideas que en origen me parecen preciosas, pero como la historia ha demostrado, utópicas. Puede que en sociedades pequeñas funcionen, pero está claro que en las grandes sociedades se nos escapan de la manos. 
Aún así, hay, evidentemente, muchas ideas con las que coincido. 

¿Qué quiero decir cuando me defino como persona de izquierdas? Pues lo que que quiero decir es, que sobre todas las cosas, me importan las personas. Los derechos humanos, la justicia, la igualdad... Esos motos que se ha ido repitiendo desde la Revolución Francesa con más o menos sinceridad, pero que a mí me resultan reales. Que el dinero es una herramienta que sirve para dignificar la vida de las personas, no una meta que las destruye. Por todo eso, me considero de izquierdas. Pero sobre todo, me considero demócrata. 
A veces me enfado y pienso que hay mucho tonto votando, y que así nos va. Pero creo firmemente en esa frase que dice: "no comparto tus ideas, pero moriría por tu derecho a defenderlas." Y es que la solución no es privar de voto a los ignorantes, es privarles precisamente de su ignorancia. 
Y esa es una de las principales razones por las que detesto al Partido Popular, por su empeño en fomentar la ignorancia y atentar contra la educación, que es lo que nos hace libres y nos permite crecer como personas. La educación, que tendría que ser algo sagrado, no un instrumento para convertir a futuras generaciones en robots. 

Pero no escribo este artículo para hablar del PP, sino del paisaje político en general.

En los pocos años en los que he podido votar, siempre me sentía indecisa. Izquierda Unida, Equo, Chunta Aragonesista en las autonómicas...  partidos a los que podía votar por principios pero que no me acababan de convencer. Izquierda Unida, en concreto, me parecía y me parece una sombra de lo que podría ser, un partido poco importante dedicado a intercambiar favores con e PSOE, otro también muy alejado de lo que en origen, y por definición, debería ser. 

Uno de los motivos por los que no me meto en política (a nivel de militante) a pesar de lo mucho que me interesa, es porque me considero muy joven todavía, y prefiero observar y aprender desde fuera, con un punto de vista un poco más objetivo del que pueden tener desde dentro. Y lo que he podido observar desde que era una adolescente es la frustración y la desilusión que causaba la política a la sociedad en general. A la gente no le gustaba hablar de política. Hablar de política parecía sinónimo de entrar en conflicto, y daba pereza. La democracia era ir a votar cada cuatro años, si eso, y se acabó. 
Y sin embargo, recuerdo la emoción de asistir a la manifestación contra el trasvase del Ebro. Tal vez porque era pequeña e impresionable, pero recuerdo que mi padre me llevaba cogida de la mano para que no me perdiera, y ver la Plaza del Pilar llena de cabezas, y brazos, y bocas que se movían a la vez entonando lo mismo, y me puso los pelos de punta, a pesar de que yo no sabía exactamente lo que era el trasvase a parte de que le querían hacer algo a nuestro Ebro. Todo el mundo salió a gritar que no, y fue un no. Fue la primera noción que tuve de que aquello era democracia, esa sensación de conseguir cosas cuando todos estábamos juntos. 
Un año más tarde, ya en la E.S.O, y considerándome muy mayor, recuerdo las manifestaciones contra la Guerra de Irak, pero sobre todo recuerdo los debates en el colegio entre clase y clase, escribiendo "NO A LA GUERRA" en la pizarra, en los cuadernos, ese chute de adrenalina de estar todos de acuerdo en una época en la que todos los recreos peleábamos por cosas de fútbol y otras tonterías de niños de 12 años. Y también vino la primera decepción... Que a pesar de tanto gritar que no, alguien con más fuerza y dinero que nosotros había dicho que sí. Y recuerdo las conversaciones de "Y tus padres ¿a quién van a votar?" y empezar a decirles a nuestros adultos que no votaran al PP, porque Aznar nos había metido en una guerra que nadie quería. Qué simple parece la política cuando eres pequeño. O tal vez es que los adultos nos complicamos mucho. 
Acabé bachiller y me fui un año a Australia, y cuando volví, todo el mundo hablaba de crisis, y en el bus de Madrid a Zaragoza se veían innumerables obras paradas, y Zapatero, que había sido casi un héroe durante mi adolescencia, ahora era un demonio. Lo fácil que es hacer cambiar la opinión pública. Y todo en menos de un año que había estado fuera. 
ero si hablo de democracia en mi vida, no puedo sino hablar del 15M. Lo que supuso el 15M para mí, para la sociedad española, es un hecho histórico para el que no tenemos todavía perspectiva. Pero estábamos haciendo historia. Eso lo sabíamos. Hubo mucha ilusión, mucha pluralidad, un intercambio extraordinario de ideas... Que se fue desgastando por la carencia de una meta, y en mi opinión, de liderazgo. Pero fue un primer paso, un primer despertar y es que la gente volvió a hablar de política, ya no era un tema tabú, sino algo que nos preocupaba a todos. Alguien dijo en la acampada: "Parece que vamos muy despacio, pero es que la meta está muy lejos". Qué razón tenía, fuera quién fuera. 
Y nos situamos en la actualidad, o hace un año, año y pico, con el surgimiento de Podemos. Salí pronto de trabajar para ir al Centro de Historia a ver qué contaba el tal Pablo Iglesias. Éramos tanta gente que tuvimos que quedarnos en la plaza porque no cabíamos dentro. Sonaba todo muy bien, aunque inexacto, y alguien entre el público, de forma crítica e insistente preguntaba: "Pero ¿cómo la vais a hacer?" Cuatro meses más tarde, ese asistente, Pablo Echenique, ganaba un puesto en el Parlamento Europeo, y hoy va a ser diputado, cuanto menos, de las Cortes de Aragón. Y todo por algo que Pablo Iglesias le respondió aquella noche de enero: "No los vamos a hacer, lo vais a hacer vosotros, todos juntos". Nos dijeron, a los del 15M, que en vez de quejarnos, nos presentáramos a unas elecciones... Pues muy bien. 

Y es que hay algo que todos los que critican a Podemos lanzando dardos envenenados no entienden todavía, al igual que no entendieron el 15M. en el 15M no éramos cuatro perroflautas, éramos miles y miles de personas distintas tratando de encontrar soluciones a los problemas que teníamos en común. Y Podemos no es Pablo Iglesias, no es Íñigo Errejón, ni siquiera es Pablo Echenique. Podemos es la herramienta que hemos utilizado una gran mayoría de esos que acampábamos para hace eso que nos pidieron, que nos presentáramos a las elecciones, para no volver a ser ninguneados. Podemos es nuestra voz y oídos, es que confiamos que nos devolverá la capacidad de decidir sobre nuestras vidas para recuperar la dignidad arrebatada. Porque igual que sentí cuando era pequeña que la democracia era eso en lo que todos gritábamos al unísono, igual que lo sentí en el 15M con mucha más fuerza, lo siento cuando Podemos gana más y más escaños, lo siento cuando Pablo Iglesias se dirige a una audiencia, pero no en televisión, sino cuando habla cara a cara con la gente; porque emociona, ilusiona, conmueve. Y no señores, eso no se llama populismo, es arte de la retórica y la oratoria, largamente olvidado por los políticos de este país, que ya hacía falta que volviera. 
Yo no sé cómo evolucionará Podemos, ni en qué se convertirá- Pero yo he leído su programa íntegramente, y en contra de todos los que dicen que las cosas que proponen no se pueden hacer, yo, que este año estoy estudiando un máster de cooperación y ayuda al desarrollo, puede decir que las medidas son 100% aplicables y recomendables. Así que de momento tienen mi confianza y mi ilusión. Porque me fío de ellos, y me fío de su intención de hacer las cosas bien para la gente y con la gente. ¿Que luego se tuercen? Pus ya lo veremos, pero yo estoy harta del maldito refrán que dice Mejor malo conocido, que bueno por conocer. Mentira, mentira y otra vez mentira. La evolución son cambios, los cambios son necesarios para sobrevivir, lo mires por donde lo mires. Nunca he entendido esta cultura del miedo, aunque es evidente quién sale favorecido de esta creencia popular. 

Aunque al parecer, yo soy terrorista. Soy terrorista porque apoyo a Podemos y a las candidaturas de convergencia ciudadana. Soy una terrorista por defender los derechos humanos. Será que tenía yo un mal concepto de la definición, pues yo soy totalmente contraria a la violencia, y mi figura histórica predilecta es Mahatma Gandhi. Tampoco soy partidaria de Venezuela. No sé cómo pueden compararse dos países con realidades, contexto e historia tan distintos. Yo desde luego no estoy muy puesta en Venezuela, así que no voy a entrar a discutir la situación del país, aunque creo que muchos de los que la pintan como el infierno mismo no sabrían decir cuál es su capital o tan sólo situarla en un mapa... La ignorancia de la que hablaba al principio, que lo más peligroso que existe en este mundo. Porque la ignorancia es la que genera el miedo y el odio, eso que ha provocado las grandes catástrofes de la historia de la humanidad. 

Así que me opongo a todo tipo de demonizaciones. En el PP, por ejemplo, hay un sector de inútiles (inútiles en el sentido de gobernar, que a lo mejor el señor Rajoy en otros aspectos es brillante), y otro de corruptos. Pero ninguno tiene cuernos. 
Tampoco estoy dispuesta a demonizar a los de Ciudadanos, cosa que se ha estado haciendo desde los partidos de izquierdas y con la que no estoy de acuerdo. También es un partido en auge, y aunque no comparta las propuestas que llevan en el programa, eso no significa que sean el mal. No les votaré, y punto. El que no piensen como yo no les convierte en los malos, que creo que ya va siendo hora de dejar esa práctica tan extendida de tirarse las sillas a la cabeza y sentarse a hablar civilizadamente sin faltarse al respeto, cosa que la mayor parte de la población reclama. 

Y es que la pluralidad es algo positivo y enriquecedor. Pensar cosas distintas es lo que amplía horizontes y permite el progreso. Creo que las mayorías absolutas, sean de quien sean, son un error, pues no dejan espacio al diálogo y al debate, que es lo que sustenta, o debería sustentar la democracia. Y si un partido tiene representación, por minoritaria que sea, debería ser tomado en cuenta, ya que representa a parte de la población y todos deberíamos estar incluidos en el sistema. 

Creo que si las candidaturas de Manuela Carmena, Ada Colau, Pedro Santisteve, Xulio Ferreiro etc... llegan a la alcaldía, es precisamente por esa sensatez, esa predisposición de diálogo abierto, de tener como prioridad las necesidades de la ciudadanía por encima de siglas, que es lo que hace falta, de crear espacios en los que todo el mundo pueda expresarse sin miedo. 
Creo así mismo que éste ha sido el gran triunfo de la democracia, ese "juntos lo sacamos adelante", el crecerse ante la adversidad y crear algo nuevo. 

Y llevo tiempo diciendo que necesaria una izquierda unida de verdad, porque no quiero llegar a noviembre y tener que elegir entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón, otro hombre inteligente al que admiro profundamente (Y al cual ahora en su partido culpan de todo, que estoy a cuadros...), pero no sólo hace falta una izquierda unida, sino una serie de políticos que sean capaces de respetarse y dialogar, y buscar los objetivos que tienen, que tenemos, en común. 
Porque no creo que nadie quiera un país pobre, sin recursos, y sin las necesidades básicas cubiertas (ni siquiera el PP, pero ellos tienen otras prioridades). 
No estoy hablando de que se unan, ni mucho menos, partidos de ideologías opuestas, pero sí que dejen de boicotearse y sean capaces de escucharse, al menos. 

La unión hace la fuerza. Ya basta de ultrajes, el odio sólo destruye, y necesitamos construir. 
Que este nuevo brote de pasión e ilusión no caiga en saco roto. Que los partidos de verdad representen la voluntad de la ciudadanía, que hemos mandado un mensaje muy claro y potente en las urnas. 
Puede que peque de idealista, pero de verdad creo que es posible darnos la mano y hacer el camino juntos. 
Como dice una canción de Macaco:

Somos una marea de gente
todos diferentes,
remando al mismo compás...