domingo, 28 de abril de 2013

Domingo de lluvia

¿Qué tendrá la lluvia, que es como una manta que aisla de la realidad, y llena los huecos con el calor de la melancolía?
Todavía me acuerdo de lo que significaba ser feliz. Por eso duele. Porque aún puedo sentir el regusto dulce en los labios. O tal vez sea el recuerdo manipulado por la mente errante que busca llegar a algún puerto. Me repito a mi misma una serie de ideas como si fueran un mantra. Tienes que vivir. Tienes que seguir viviendo. Aunque las ganas se volaran de entre la cenizas que quedaron de tu corazón ardiendo.
Me dijeron que admiraban mi energía vital, mi determinación, mi persistencia. Me dijeron que era muy valiente, muy fuerte. Hubo un tiempo en que les creí. Ahora no se si me repito a mi misma todo eso como un eco o si esa persona que un día fui todavía existe. No me siento fuerte. No me siento valiente. No me siento determinada, ni persistente. Y mucho menos viva. Me arrastro en el limbo esperando que llegue el olvido. Esa cicatriz cerrada que me prometió el tiempo. Los sueños son más vivídos que los días reales, tienen más sentido, más color. Mi imaginación me salva de la desesperación absoluta e infinita. 
Nadie puede hacerme feliz. La felicidad surge de uno mismo. Pero ¿qué pasa con aquellos a los que la vida nos ha tratado a palos desde la infancia? ¿qué pasa con nosotros, los niños perdidos en cuerpos de adultos, y mentes de viejos? ¿Qué pasa con los los que llevamos acumulando trauma tras trauma desde que tenemos uso de razón, herida sobre herida, abandonos que pesan sobre la autoestima? Nunca llegué a creerme que me quisieras. Porque yo me quiero poco a mí misma. Esa es la realidad. Y ahora me aterroriza pensar que nadie me vuelva a querer como tú me has querido. Porque si para ti he dejado de merecer la pena, otros pensarán igual. 
Y sobrevivo, sobrevivo escudándome en mi inteligencia, haciendo de mujer fuerte e independiente, papel que se me da muy bien, son muchos años de ensayo. Pero sólo soy una niña perdida y aturdida en medio de un montón de gente que no la mira. Y estoy rota. Y a días parece que me he recompuesto. Y otros sólo soy más consciente de lo destrozada que estoy. Vulnerable. Voluble. Desmadejada. 
Toda mi vida he tratado de ser buena persona. De no hacer nunca nada que pudiera perjudicar a los demás. De defender a mi amigos a capa y espada, de ser noble, de ser leal. Toda mi vida he esgrimido mis principios cortando todo y a todos por un fuerte patrón moral. Tenía muchos ideales. Muchas ideas de lo que está bien y lo que está mal. Ahora ya no sé nada. Y poco me importa. 
Estoy tratando de reinventarme a mi misma, de resurgir de las cenizas, pero he perdido todas las pautas.

martes, 16 de abril de 2013

Hablemos del mundo.

Estoy muy enfadada con el ser humano. En general. ¿Quién fue el genio que nos puso en la cima de la pirámide evolutiva? ¿Quién? 

Empecemos por lo que ha provocado mi reacción de rabia suprema esta mañana, porque estoy tan cabreada, que no sé muy bien ni por dónde empezar. 

Atentado en una maratón en Boston. 150 heridos, y 3 muertos, entre ellos un niño de 8 años. No se sabe si ha sido un ataque terrorista o uno de tantos psicópatas que coleccionan en EEUU. Ahí está el FBI, investigando. 

Bien, estamos hablando de 150 personas que han quedado heridas, mutiladas, y de tres personas muertas, entre ellas un niño pequeño, que tenía toda la vida por delante. Es una tragedia. Una auténtica tragedia. Y como esa, hay millones el mundo cada día. A mí esto hace que se me revuelvan las tripas, pero lo que me enciende realmente es leer las reacciones de alguna gente. Que son más o menos así: "Lo que es terrorismo es lo que está pasando en Siria, pero claro, si pasa en EEUU, se le da cobertura mediática. En Siria están muriendo muchísimos más niños y nadie dice nada" etc... 

Es cierto. Pero dejadme deciros una cosa, progres de pacotilla. Una vida humana es igual de valiosa en cualquier parte del mundo. Cagaos en los medios de comunicación si queréis, pero no le restéis importancia al delito que supone atentar contra el derecho a la vida.
Y no es sólo por comentarios como este. Es esa actitud en general. Joder, las cosas no son o blancas o negras. Y estoy hasta las narices de radicalismos de ese tipo, porque son los que hacen que las cosas no cambien, porque ¿sabéis? los extremos se tocan. El hecho de que haya habido un atentado en EEUU no significa que lo que pasa en Siria no sea importante. ¡Pues claro que lo es, es gravísimo! Pero una cosa no quita a la otra. El hecho de que una figura pública utilice su imagen para recaudar fondos para labores humanitarias, es bueno, aunque el deportista/actor/famoso en cuestión cobre una pasta. Al menos hace algo positivo. ¡Coño, que parecéis políticos! ¡Venga a quejaros constantemente de lo que hacen otros! 

Así que, tengamos una pequeña charla, hablemos del mundo.

El mundo en el que vivimos es el siguiente:
4 ricos controlan el mundo dirigiendo lobbys que a su vez abarcan  todas las grandes empresas del capitalismo globalizado en el que vivimos. Poderoso caballero es don dinero, y también algo idiota, porque ha sumido al "Norte" en esta crisis en la que estamos. Al servicio del dinero, controlado por los bancos, la Bolsa, y otro tipo de entidades que no llego a entender están esas marionetas a las que denominamos políticos; un puñado de simios vendidos a cambio de algo de poder. Y como tenemos tanto idiota con poder, a uno de esos, en Corea del Norte, le ha dado por amenzar con lanzar misiles para demostrar su... ¿capacidad de destrucción? Así que parece que además de estar en crisis económica también estamos en medio de una crisis nuclear. Y como esto es el juego de a ver quién mea más lejos, Estados Unidos, rey indiscutible de la estupidez suprema, no se quedará atrás. No me voy a meter en teorías conspiratorias; pero la política es sólo la excusa, es el interés económico el que está detrás de cada guerra, y ni que decir tiene que para los 4 ricos mencionados previamente, los seres humanos sólo son números... Y cuantos menos humanos, más riqueza que toca a cada uno. Y es muy triste, pero es así.
Y mientras, vemos a gente que se queda sin hogar, que tiene que rebuscar en la basura, ahora bajo riesgo de multa en algunos lugares, mendigos que se multiplican, suicidios inducidos por la desesperación... Pero tranquilos. Que los pobres nos haremos más pobres, y los ricos más ricos. Así va la cosa.
Y así se destruye el estado de bienestar. O lo que a mí más me preocupa; así se acaba con la libertad.
El estado de bienestar. Qué curioso. Dirijamos la vista al "Sur".

Por un lado; los restos de la primavera árabe, que empezó hace dos años, y que en lugares como Siria o Libia dio paso de la revolución a una auténtica masacre. La gente que empezó luchando por su libertad y sus derechos ha visto como una auténtica guerra civil acababa con todo lo que amaban. Y como siempre, los que pagan son los inocentes. Hay tantos refugiados huídos de Siria como la población total de Noruega.
Además de todas las guerrillas en países de África y Sudamérica. ¿Sabéis que España es uno de los países que más armas exporta en el mundo? Pero claro, eso se cobra en negro, como tantas otras cosas.

Pero por otro lado... ya ni siquiera hablando de guerras. ¿Cuánta gente muere de hambre y de enfermedades en el mundo a cada minuto? El mismo principio activo que se usa para la fabricación de ciertos cosméticos, como cremas de depilación, podría utilizarse para fabricar una vacuna contra alguna de las enfermedades olvidadas, como el mal de Chagas... pero claro. La gente que padece estas enfermedades y muere por ellas no tienen dinero para pagar esas medicinas, así que las farmacéuticas prefieren invertir en cosméticos u otros productos para el primer mundo. Dónde tenemos el llamado estado de Bienestar.

Así que si nos ponemos a hacer comparaciones, progres de pacotilla, siguiendo vuestra lógica, no tendríamos derecho a quejarnos de la crisis, porque en cualquier país de África está mucho peor que nosotros. Muchísimo peor. Pero nos quejamos ¿no? Porque  la crisis de nuestro preciado estado de Bienestar nos afecta. Porque en realidad, cuando se habla de injusticias, no se pueden establecer comparaciones. No hay rango que determine si algo es más inujusto que otra cosa. Lo injusto es injusto, y punto.

Porque... El hecho de que el mundo esté plagado de dictadores que roban, y exprimen a la población hasta dejarla en los huesos, se debe a que antes de todos esos dictadores hubo hombres blancos que se proclamaron dueños de todo, y expoliaron, y expoliaron, y siguieron sangrando a los países "tercermundistas", explotando todos sus recursos naturales, y aprovechándose de su riqueza. Y es muy cómodo para el "Primer mundo" que haya dictadores en todos esos países, porque los dictadores son fácilmente sobornables. Sólo hay una persona a la que sobornar. ¿Por qué tardó tanto la ONU en entrar en Libia? ¿Por qué no ha movido un dedo ante la crisis humanitaria que hay en Siria? Ah... los intereses de Don dinero, otra vez.

El mundo en el que vivimos se rige por ideales obsoletos que escudan intereses económicos mientras la gente se muere por falta de humanidad.


lunes, 15 de abril de 2013

7 pecados

I
El animal herido 
es el más peligroso.
Poseído. Furioso.

Quien poco tiene que perder
da mucho que temer.

Sólo los más fuertes sobreviven. 

II

El sabor seco y amargo
del recuerdo de lo que fue,
sumido en el callado letargo
que otorga el wishky barato
servido en tazas de café. 

III
Si quieres a alguien, déjalo ir. 
Si vuelve, siempre fue tuyo.
Si no, nunca lo fue.
 Propiedad para hablar de personas,
dinero en lugar de amor...
la materia es el único valor.

IV

Mirando la vida pasar
Escondida entre las sábanas.
Las gotas de lluvia en el cristal
buscando las ganas
Y nada. Eso encuentro. Nada.
Hoy no me puedo levantar. 

V

Quema por dentro, pero ahí está; 
En otro lugar. 
Teniendo lo que yo no tengo. 
Amando lo que ya no puedo amar. 

VI

Rompiste mi corazón en pedazos diminutos
los tiraste al suelo y bailaste sobre ellos
Mancillaste mis recuerdos impolutos
Mis memorias, los besos en el cuello
quebrantaste la ilusión del sueño
pero aún rasgado, pateado, y humillado
Aún así, queda el orgullo. 

VII

Cerrar los ojos. Sentir la piel.
La tuya, la mía. 
La de ella. La de él.
El pulso. El tambor. 
El beso. El ardor. 
El abrazo. El calor.
El grito. El placer. 


miércoles, 3 de abril de 2013

Un cuento. Parte 1

Erase una vez, hace mucho tiempo, o tal vez no tanto, un reino sumido en las sombras de la tristeza. Nadie sabía muy bien cuándo habían llegado, ni cuánto tardarían en marcharse. Y lo más importante, nadie sabía cómo se habían creado. Pero estaban allí, como una niebla espesa, y los habitantes del reino habían olvidado el color de las cosas, y también su olor, su sabor, su tacto. Sólo el sonido del eco poblaba las calles. La leyenda decía que todo se debía a una maldición... la gente había estado tan concentrada contando monedas de oro, plata, cobre y bronce, que los dioses, cansados de que los días de sol que regalaban a los hombres pasaran sin arrancarles una sola sonrisa, decidieron cubrir el reino con aquella niebla de desesperanza. 

El reino había tenido héroes y heroínas. Jóvenes fuertes, valientes y soñadores, que al retornar a sus hogares después de sus mil hazañas, habían caído en la rutina. Ahora sólo quedaban las historias de sus aventuras poblando la noche oscura. Habían tenido todo lo que habían deseado. Amor. Viajes. Aventuras. Dinero. Gloria. Podrían haber sido inmortales. Pero la bruma se había tragado las canciones que alababan sus gestas, ya no había trovadores en las calles. 

El protagonista de nuestra historia había sido uno de esos héroes. Había visto mundo. Había conocido a mucha gente. Era querido y respetado por todos. Y sin embargo, se sentía solo, vacío. Hacía tanto tiempo que no traspasaba las fronteras del reino en busca de algo... ¿Qué era un héroe sin una búsqueda? El hastío se apoderaba se sus días y sus noches. Copas que no saciaban la sed, risas huecas, y una sensación de desesperación cada vez más creciente y acuciante. ¿Qué sentido tenía su vida? 

Una noche como otra cualquiera, un viajero llegó a la ciudad. Era una novedad, aunque no un hecho extraordinario. Lo ordinario tenía demasiado poder en el reino como para que la sola entrada de un viajero perturbara la rutina. Sin embargo, nuestro héroe, aburrido de la monotonía, fue a visitarlo a la posada. Era un hombre extraño, que parecía no tener edad, ni rasgos definidos. No se podría decir si era joven o viejo, si era guapo o feo. Pero sus ojos tenían un brillo especial inteligente. 

 - Decidme, buen hombre, ¿qué novedades traéis de fuera del reino? 
 - No muchas, mi señor. Ya no hay dragones, gigantes, u otras criaturas de las que alarmarnos. 
 - Claro que no. Mis amigos y yo hemos combatido el mal durante años. 
 - Oh, ¿de veras? Debería haberos reconocido con esa brillante armadura, y vuestra elegante capa. 
 - No os preocupéis, debe de haber pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvisteis aquí
 - Ah, el tiempo... Mucho, poco... es todo relativo, depende de con qué lo comparemos, ¿no creéis, mi señor? ¿Hace mucho tiempo que no alzáis vuestra espada? ¿Hace mucho tiempo que dejasteis de sentir vuestro propio corazón? - nuestro héroe quedó callado, meditabundo - En realidad... sí que os traigo noticias. Se dice que en el norte está creciendo una fuerza oscura. 
 - ¿Qué tipo de fuerza? - algo dentro del caballero se agitó. 
 - Una bruja, señor. Una bruja con la lengua envenenada. Se dice que sus palabras son más mortíferas que la mirada de la Gorgona. 
- ¿Transforma en piedra a los hombres?
- Oh, no, señor. Los enloquece. Está sembrando el terror. Nadie se atreve a acercarse. Nadie puede soportar su presencia. Aquellos que se aventuran en su castillo, se pierden para siempre. 

El caballero tomó la firme determinación en aquel momento, de que debía llevar a esa bruja al lugar que se merecía; la hoguera. No debía existir en el mundo criatura con semejante poder. Rompía el equilibrio del cosmos. 
Así que ensilló a su caballo, cogió su espada y su escudo, y partió hacia las lejanas tierras del norte, tierras montañosas, pobladas de bosques, riachuelos, y cuevas. El escondite perfecto para una hija de las sombras. 

Sin embargo, conforme iba acercándose, algo le llamó poderosamente la atención. Podía distinguir los matices arcillosos del camino, el verde de los árboles... y el azul del cielo. ¿Acaso la bruja era tan poderosa que había sido capaz de diseminar la niebla? 

Ni un alma se interponía entre él y el enorme castillo de piedra. Tan solo la luz del sol. El caballero bajó del caballo en la entrada principal. No había puertas que impidieran el paso. Entró despacio, con cautela. Seguramente, la bruja debía de tener sus trampas. Pero él había combatido contra todo tipo de monstruos y criaturas del mal, sabía enfrentarse a todas sus artimañas. El castillo era un amasijo de amplios y luminosos corredores con enormes ventanales, techos altos, abovedados, con hermosas imágenes decorándolos. Una suave corriente templada recorría los pasillos, casi sin perturbar las llamas de las antorchas. No parecía haber nada maligno en aquel lugar. Pero el caballero sabía que las brujas eran expertas en el arte del engaño. Que primero seducían, y luego, cuando sus víctimas estaban indefensas, atacaban. 

Un lobo apareció en medio del corredor. Era una criatura magnífica, de pelaje plateado, y ojos cristalinos  que reflejaban el baile intimista del fuego de las antorchas. Sacó su espada, preparado para el ataque del animal, pero éste, después de sostenerle la mirada durante unos segundos, se dio la vuelta y desapareció por donde había venido. El caballero lo siguió con curiosidad renovada. El amplio corredor desembocaba en una enorme sala circular. Nunca había visto nada igual. Los techos eran tan altos que la vista no alcanzaba a ver el final. Y las paredes estaban cubiertas de libros y manuscritos. Debía de haber miles. Unos cuantos cojines de colores desparramados por el suelo, de cálida madera. Y en medio de la sala, un árbol blanco, poblado de pequeñas flores que anunciaban la llegada de la primavera. La primavera... una noción que el caballero casi había olvidado. No sabía cómo podía sobrevivir el árbol en aquel lugar, sólo podía tratarse de magia, claro. 
Y allí, sentados entre las enormes raíces, estaban el lobo... y la bruja. Ella, con una túnica del color de la sangre que contrastaba totalmente con la blancura de su creación. Le estaba observando. El caballero alzó la espada una vez más, así como el escudo, pues no sabía por dónde vendría el ataque.

 - ¿Entras en mi casa armado, y temes que la que ataque sea yo? - inquirió ella, leyendo sus gestos, y tal vez sus pensamientos. Tenía una voz suave, casi infantil. 
 - He venido a sentenciar tu destino, bruja
 - ¿Y qué destino es ese, si puede saberse? 
 - La hoguera, por supuesto.
 - La hoguera, la hoguera - ella se puso en pie, riendo - los humanos sois tan poco imaginativos. Dime, gran caballero  ¿Por qué crees que tienes derecho a decidir cual es mi destino? - empezó a aproximarse hacia él - Has venido a matarme porque te aburres. Típico en vosotros. 
 - Calla, no te acerques más. Lo primero que haré será cortarte la lengua. - amenazó, blandiendo su espada
 - No seas molesto. - La bruja hizo un gesto con la mano, y la espada y el escudo del caballero desaparecieron. Éste retrocedió - No te preocupes. No los vas a necesitar. - Desapareció y apareció junto a él. El caballero dio un respingo. - Ven conmigo, te mostraré algo. 
 - Aléjate de mí. Se lo que haces con los hombres. Les vuelves locos al hablar. Les seduces con tus palabras  para que confíen en ti, entras en sus mentes y las destrozas. 
 - ¿Eso hago? Dime, gran defensor de la justicia y el bien... ¿has notado qué azul es el cielo aquí en el norte? ¿Cómo es la vida dentro de las fronteras de tu reino? Yo no vuelvo locos a los hombres. La verdad los enloquece. A algunos porque no son capaces de aceptarla. A otros, porque se vuelven capaces de hacer grandes cosas una vez que la comprenden. Y a esos que se vuelven diferentes, el resto los margináis. Porque los seres humanos sois demasiado cobardes, y pensar que pueden tener razón os haría enfrentaros a vosotros a esa verdad que tanto teméis. Pero tú... tú has venido a buscarme, como tantos otros. Así que en el fondo de tu corazón hay algo de valor. O de inquietud. Sea como sea, yo puedo ayudarte. 
 - Ayudarme ¿a qué? 
 - A aliviar tu espíritu, por supuesto. Te veo, caballero. Sé cómo son tus días; grises, idénticos. Te ríes de bromas que no te hacen gracia, bebes vino para facilitarte a ti mismo la tarea, duermes con mujeres a las que no amas, compartes secretos que no tienes. Una vez fuiste glorioso. Una vez tuviste el mundo a tus pies. Veías tanto, aprendías tanto, te gustaba tanto la vida... Hasta fuiste capaz de amar. ¿Qué pasó, caballero de brillante armadura? ¿A dónde fueron todos esos sentimientos que llenaban tu vida de color? Yo sé el secreto. Acompáñame.

Volvieron al corredor, y avanzaron en línea recta. La bruja se movía con ligereza, pero con pasos decididos. El caballero estaba encandilado. Sabía que había caído en el embrujo de sus palabras. Podía sentir que ella era poderosa. Muy poderosa. Pero necesitaba saber. Era demasiado tarde para dar media vuelta. La bruja había visto su corazón, y había desenterrado preguntas que creía olvidadas. Era peligrosa. Pero quería correr el riesgo. 
El corredor dejó paso a un gran patio de piedra. Y en el centro se hallaba una gran fuente de cristal. La bruja se acercó a ella y se inclinó sobre las aguas calmadas. ¿Querría envenenarle dándole de beber? 

 - Toda tu vida has estado inmerso en un una búsqueda... tanto que la búsqueda perdió el sentido. La vida es la gran búsqueda de la verdad, la empresa de resolver todos nuestros interrogantes. Los mortales os movéis en un gran mar de sombras, y de vez en cuando conseguís atisbar un resquicio de luz. Por eso buscáis, y buscáis. Pero hace tanto tiempo que no veis un pequeño haz de luz, que habéis perdido el rumbo. No sabéis lo que buscáis. 
 - Y ¿tú lo sabes?
 - Claro que sí. Buscáis lo que buscamos todos. La felicidad. 
 - La felicidad es el camino, no la meta. - La bruja esbozó una sonrisa triste.
 - Bellas palabras, caballero... pero decidme: ¿sois feliz? Yo creo que no. Es necesaria una meta, o si no la búsqueda pierde todo el sentido. Y os quedaréis atrapados en el fango de la desesperación, esperando a que vuestros días pasen lentamente y la muerte os encuentre. Como hacíais hasta que vinisteis a buscarme. Y sin embargo... un día, no hace tanto, supisteis lo que era ser feliz. Y os acostumbrasteis tanto a la felicidad que dejó de importaros. ¿Sabéis? Lo bueno de la felicidad es que uno puede desearla. Mientras uno la desea, se tiene esperanza. Se tiene algo por lo que luchar. La paz es para los viejos, los que saben ya. Los jóvenes como vos... Vos deberíais saborear mucho más cada momento. Pero no lo hacéis. Languidecéis en vuestro hogar esperando a que pase algo. Las aventuras que vivisteis en el pasado... ¿Llamaron a vuestra puerta, o salisteis en su busca? La espera es para los muertos. Y no hay peor muerte que la muerte en vida.  
 - Quiero vivir - murmuró el caballero. - He intentado seguir siendo feliz, pero no he podido. Las andanzas ya no me llenan. Es todo vacío... - La bruja hundió su mano en la fuente y sacó un espejo. 
 - Toda vuestra vida habéis estado errando. Habéis buscado donde no debíais - le tendió el espejo - La felicidad está en vos, caballero. El destino no tiene ninguna artimaña preparada. Sois vos quién debéis darle sentido a vuestra vida.

El caballero asió el espejo que ella le ofrecía, ansioso por saber. La verdad estaba en aquel cristal. Sin embrago, ella no lo soltó.

 - Sed precavido, pues este es un espejo cargado de magia, y sólo muestra la realidad. La verdad detrás de la armadura. Lo que muchos no ven. Lo que puede que ni vos mismo veáis. 
 - No tengo miedo. 
 - Oh. Pero lo tendréis. Este espejo os mostrará vuestros miedos, vuestras incertidumbres, los pecados cometidos, vuestros deseos más oscuros. Os enseñará que también hay mal en vos. Me culparéis a mi, tratando de negar lo que habéis visto. Diréis que es magia negra. Me culparéis durante mucho tiempo. Pero no soy yo la que ha sembrado sombras en vuestra vida. Recordad esto. Después lloraréis, cuando comprendáis que es cierto. Que todo eso es parte de vos. Y finalmente lo aceptaréis. Y podréis volver a mirar sin asustaros, y entonces veréis cómo todas las sombras se mezclan con la luz que hay en vos. Y en ese momento, sólo en ese momento, veréis la imagen de vuestra alma. 

El caballero sostuvo el espejo de manera que no podía ver su reflejo. La bruja hacía enloquecer con sus palabras. Sus palabras y su magia. Podía ser un truco. Y él habría caído como un idiota. La observó. Parecía joven, frágil, indefensa. Estaba jugando con sus emociones. Lo manipulaba para que mirase al espejo y quedase conmocionado. Y entonces, ella habría ganado. Él había acudido allí para acabar con ella. Y sin embargo, allí estaban, en un rincón idílico de su patio. 

 - ¿Por qué me ofrecéis ayuda? Yo vine aquí para mataros.
 - Porque si sois lo suficientemente valiente como para aceptar la verdad sobre vos mismo, seréis uno de esos locos que hacen grandes cosas, y un trocito más de cielo estará azul, y brillará el sol para vos. No deseo perjudicaros. 
 - Así que sois una bruja buena...
 - No soy ni buena, ni mala. Eso son conceptos humanos. Yo puedo hacer daño. Soy peligrosa. Vos lo percibís. Pero haceros daño no me beneficia en nada... en cambio, el sol sí lo hace. 
 - ¿Alguna vez fuisteis humana? 

La bruja clavó sus enormes ojos en él, con una especie de furia ardiendo en sus pupilas. Pero le regaló una sonrisa tranquila, aunque por un momento su mirada se había parecido a la del lobo. 

 - Lo fui una vez. Hace tiempo.
 - Y ¿qué pasó?
 - Que no se puede ser humana si no se tiene corazón. 
 - ¿Dónde está? Yo podría encontrarlo
 - Qué noble por vuestra parte - dijo ella, en tono de burla. - En vez de matar a la bruja, el valiente caballero le devolvió su corazón, y de ese modo la liberó. No, caballero, no podéis encontrar mi corazón. Las cenizas son difíciles de buscar. 
 - ¿Por eso estáis aquí, sola?
 - Como ya os he explicado, el conocer la verdad implica ser un marginado. Yo elegí libremente el conocimiento, y el precio es la soledad. Y sin embargo, nunca estoy sola. Habéis visto todos los libros que tengo en mi sala favorita. Encierran las almas de quienes los escribieron. Siempre tengo compañía, de lo más variada, caballero. Y mis acompañantes no pueden decir mentiras. Y luego, claro está, tengo a Lobo. Aprenderéis que algunos animales son mejores que los hombres. Más inteligentes. Más intuitivos. Menos cobardes. Más leales. 
 - Pero... y ¿todos aquellos que ya han descubierto la verdad? 
 - Siguen siendo humanos. Tienen corazón. Yo... yo tengo magia. 
 - Podría quedarme con vos... y aprender... magia
 - La magia nos os servirá en vuestro camino. Y yo no acepto a ignorantes bajo mi tutela. 
 - Entonces, si miro al espejo, me enfrento a mí mismo, y descubro lo que soy... ¿Me enseñaríais? - la bruja le miró con suspicacia
 - Si es lo que vuestro corazón desea, lo haré. 

CONTINUARÁ...