domingo, 30 de mayo de 2010

Crecer

Quizás haya llegado el momento de abandonar las Converse para escalar a los zapatos de tacón. Quizás.
Tal vez me encuentre en una encrucijada que no puedo salvar. Dos caminos. Dos opciones. Esta vez no hay escapatoria posible.

La sociedad me llama, me rinde cuentas, me grita para que me una a ella de una vez por todas. Y yo, loba solitaria por naturaleza, rebelde con causa, en etarna búsqueda de la utopía, me resisto, me niego, lucho con dientes y uñas y todo lo que haga falta por evitar que se me lleve.
Tengo mi propia manada; pequeña, selecta, con personas de gran valía que no pierden su identidad al entrar en un grupo.
Odio la sociedad. Ese colectivo que clama a voz en grito por la igualdad, la individualidad, el respeto... tras la que se esconde una oleada de hipocresía. ¿Igualdad? ¿Individualidad? ¿Respeto? Já!

Esto es una declaración de guerra en toda regla, sociedad. No seré uno de tus siervos alienados, uno de esos entes que pierden su personalidad y sus ideas por complacerte, una de esas personas valiosas, inteligentes, que quedan anuladas por el peso de tu ignorancia. ¿Igualdad? Si a todo el que se sale del prototipo lo mandas al exilio. ¿Individualidad? Si todo aquel que no hace el borrego queda desterrado. ¿Respeto? ¿Qué sabrás tu de respeto? Todos tus himnos dejan una estela de suciedad, cristales rotos, vómitos en las aceras, gritos de becerro, camuflados bajo tu eterna sinfonía. "Alcohol, alcohol, alcohol, alcohol, hemos venido a emborracharnos, y el resultado nos da igual."
Pobres criaturas atrapadas, cuya vida queda dentro del círculo vicioso del sinsentido, donde sólo el sábado marca una diferencia; es el día de beber hasta perder el sentido. Hasta no acordarse de tu nombre, perder la vergüenza, ser deshinibidos, porder perder el miedo, que nadie te señale con el dedo, porque hagas lo que hagas... pobre, está borracho.

Pues ¿Sabes que te digo? Que no cuentes conmigo.
Me tienes atrapada, o eso te has creído.
Pero no, yo no caeré en tu trampa. ¿Crees que no puedo? ¿Que no seré capaz de aislarme y darte la espalda? Pues mira y aprende; no eres todopoderosa. Y mientras seamos unos cuantos rebeldes, yo no me rindo.
Porque todo lo que sube baja, y tu reinado está llegando a los límites de lo permitido.
Nunca me verás aclamar a Belén Esteban. Nunca me verás limitada a una conversacion sobre fútbol o marcas de vodka. Nunca me quedaré como una boba mirando la tele, escuchando a esos monos de feria que se creen periodistas. Nunca me verás hacer algo porque me sienta presionada.

Y te desprecio, te odio, te maldigo. Por lo que estás haciendo con tus hijos.
Ten en cuenta lo que te digo. Algún día acabaré contigo.

martes, 11 de mayo de 2010

Horas de estudio

Despacio, sin prisa
pasa el tiempo del tedio.
Efímero como una risa
lo bueno, sin remedio.

Pereza rebelde, secreto escondido
no quiero obligaciones,
sólo quiero contigo.

Vuelve a mí, genio perdido.
Viento, sopla embravecido,
barre la preocupación,
mándala al olvido.
Que retorne al corazón
su latido enloquecido,
la risa, la emoción;
eco de instantes vividos.

Vuelve, amor.
Vuelvo pronto, por favor.