martes, 31 de diciembre de 2013

2013

2013 ha sido un año raro. Y no se puede definir de otra manera. Ha habido tantos cambios en mi vida, yo misma he cambiado tanto... que sólo se puede calificar como extraño, surrealista, extreordinario. Y como el balance es claramente positivo, procedo a hacer un Top 10 de los mejores momentos del año. (Me ha costado hacer el ranking, que conste.)

En el número 10, y ocupando los meses de enero y junio... Momentos biblioteca.
Las épocas de exámanes son aparentemente las peores. Pero a quién quiero engañar. A pesar del estrés, el nerviosismo, la falta de sueño y el exceso de café, o gracias a todo ello, en Filo se viven algunos de los momentos más desternillantes del año. Éste es el último año de carrera, y es algo que voy a echar de menos. Las pausas del café, los delirios por el sobreesfuerzo neuronal, las miles de paridas que surgen del cansancio acumulado: Martirio y Montiel. Voldemort bajo el flequillo. Limorina. Arbusto haciéndo la fotosínteis. Monguerman... y son sólo el inicio de la lista. Lo que me río en la biblioteca creo que me recarga el buen humor de todo el año.

El número 9 del ranking queda ocupado, curiosamente, por Pilares. No soy para nada fan de las fiestas del Pilar, de hecho suelo huír, sin embargo este año han sido una locura y divertídisimas. Grandes momentos de fiesta con los amigos, de esos que cada vez son menos frecuentes. El día inexplicable del Crápula, con el acosador, el barbas y el del sombrero, el increíble hombre bala, bailar Grease en el casco totalmente motivados, mi Matrix volador (Adriana, eres culpable), Queen y más Queen con Marina y Blanca, el cumpleaños de Andrea, acabar en un after con Oier y Adri después de una noche de darlo todo (jota!). Punto negativo para mí, que perdí la cámara. Punto negativo porque estaban inmortalizados los grandes momentos de las fiestas.

El número 8 está protagonizado por el primer viaje del año. Sevilla en febrero. No sólo me lo pasé de maravilla con Pablo, su familia y sus amigos, saliendo hasta el amanecer, comer con mis tíos, poder hablar largo y tendido con mi primo Jaime, que lo veo una vez cada mil años... El pasear en soledad por las calles de Sevilla, bajo el sol, comiendo helado en febrero, y la sensación de tranquilidad que me hizo sentarme a escribir en una cafetería, totalmente inspirada, una de las mejores cosas que he escrito en todo el año. Un fin de semana intenso y completísimo. Y punto de inflexión. El sol brillaba allí y volvió a brillar para mí en gran parte.

El 7 se lo dedico a mis chicas. A todas ellas. A esas noches de charretas, cenas, tés, cafés, paseos y lo que surja. Porque con amigas así da gusto. Una de las cosas que más feliz me ha hecho este año es volver a retomar el contacto con Paloma, mi tata, y que sea como si el tiempo no hubiese pasado. Porque eso es lo mejor de las amistades verdaderas, que no importa el tiempo, la distancia o las diferencias. Nos queremos por encima de todo. Y como con ella, con María P. Y las de siempre: Marina, Ana, Blanca, Marina S. Y el apoyo incondicional que recibo siempre por su parte. Sin imporatar qué haya pasado o qué haya hecho.

En el número 6, la familia de Tebarray, y en concreto, campamentos. Esos 15 días que marcan una diferencia abismal con el resto del año. Porque me divierto como nunca, y haciendo algo que me encanta: educar. El año pasado, entrar en Tebarray cambió muchas cosas en mi vida. Este año, aún le debo más. No sólo unos amigos estupendos a los que adoro y con los que me lo paso como una enana. Este año el amor por la montaña y por los chavales además me ha emparejado. Y los chavales. Que me los como. A mis cuquipeques adorables y a los esgarramantas de los mayores, que a pesar de estar hormonados, siguen siendo de 10.

El número 5 va para mi madre. Porque es la mejor, y poco más puedo decir. Que me siento infinitamente agradecida y afortunada por tener una familia como la que tengo, y todo es fruto del trabajo de mi madre, que nos ha enseñado a ser lo que somos, a ser valientes, a luchar por lo que queremos, a ser generosos, a preocuparnos por los demás. Y todo desde su apoyo silencioso e incondicional a pesar de todos los bandazos que vamos dando por la vida. Es el pilar firme que nos sujeta cuando todo lo demás se tambalea. El hombro cálido que se ofrece para llorar, y el abrazo reconfortante lleno de perdón y esperanza cuando cometemos algún error. Si hay alguien de quien he aprendido sobre el amor, es de mi madre. Y a ella le debo mi felicidad.

En el número 4 está Marco. Marco y los cafés madrileños. Qué año más complicado hemos tenido ambos. Y ahí has estado tú. Aguantando mis lágrimas, mis enfados, abrazándome silencioso cuando se me ha llevado la desesperación, filosofando sobre la vida, y pensando que pase lo que pase, todo va a salir bien. Hablando por teléfono de madrugada cuando nos ganaba el insomnio y la angustia. Eres el mejor amigo que una persona podría desear en esta vida, no fallas nunca, y te quiero muchísimo. Y tenías razón. Al final, todo sale bien. Gracias por todo, hermano. Si hay alguien a quien le debo mi lealtad ese alguien eres tú.

El número 3, ya llegando al podio, está protagonizado por otro viaje: Inglaterra. Edu y mis filólogos. Además de ser un viaje totalmente extravagante, repleto de situaciones surrealistas que van desde la mafia rusa hasta un "¿En sirio?" que llenan de anécdotas maravillosas el año... El viaje me hizo darme cuenta de cuánto quiero a mis filólogos. Que acabamos ya. Y si hay algo que me ha gustado de la vida universitaria es encontrarme con vosotros. Edu, Adriana, Sofía, Melissa, Laura, Lydia, Alejandro, Diego, Laura, Paula, Víctor, Dani, Ángela... ahí estáis, dejando huellita en la patata.

El número 2... bueno, ha hecho mi año. Carlos. Vaya año de tonteo exagerado y continuo, y de enamorarnos poco a poco, sin darnos cuenta, creyendo que era sólo una muy buena amistad. Una muy buena amistad con mucha tensión sexual. Si ya lo dijo algún sabio: "El amor es una mejor amistad con momentos eróticos". No hemos engañado a nadie más que a nosotros mismos. Y aquí estamos, como colofón del año, juntos. Me sacaste del pozo sin querer, y has llenado mis días de ilusión. Pensaba que no podría volver a querer igual, que no se me pondría sonrisa de tonta cada vez que me hablases, que lo de las mariposas en el estómago había pasado a mejor vida. No sé nada de la vida. Y cómo me alegro de haberme equivocado. Porque te quiero. Y no hay nada más bonito que estar enamorada.

And the winner is...

El número 1, a la cabeza del podio, como no podía ser de otra forma... es Camerún. Zerca y Lejos. La mejor experiencia del año, y posiblemente una de las mejores experiencias de mi vida entera. y no sólo una experiencia. África se me ha colado en las venas y ahí se queda, palpitando para obligarme a seguir trabajando. He aprendido tantísimo de la vida, del ser humano y de mí misma... He conocido a tanta gente maravillosa, con la que he conectado tan bien desde el principio. Sólo puedo decir: volveré. Y mientras tanto me destrozaré las manos y la cabeza aportando mi granito de arena. Porque me ha llenado de ilusión, de ganas de luchar a muerte, me ha devuelto la fe en mis ideales. Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.

Y este 2014, a hacer del mundo un sitio un poquito mejor.

Recordad: La vida es chachi.

jueves, 19 de diciembre de 2013

A los cuatro vientos.

Quiero gritarlo a los cuatro vientos, y no escondernos más. Que no todo sean besos y caricias robados a media luz, con nocturnidad y alevosía.

Hace ya un año que entraste haciendo ruido y de manera innoportuna. Torpemente, podríamos decir. Pero algo hay adictivo en el azul oscuro de tu voz, porque no puedo dejar de saborearlo.
"¿Cómo decirte que me has ganado poquito a poco, tú, que llegaste por casualidad?"

Casi me río al pensar cómo he podido ser tan tonta de creer que podría ignorarlo. Que mi razón era más poderosa que mis sentimientos. Hay cosas que no cambian. El sentido común me grita que no agitando con sus manos carteles luminosos de STOP. Pero siempre me gustó la velocidad y el desenfreno. Eres más joven, más inmaduro, al año que viene me voy, no quiero ataduras, tienes tendencia a las infidelidades... ¿Cómo podría salir bien?

Y ahí aparece el corazón, resucitado y dando más sorpresa que Gandalf el Blanco cuando todos le creían muerto, gritando a pleno pulmón: ¡Pero si le quieres! ¡Estás loca por él! ¿Qué podría salir mal?
Y en realidad... me alegro tanto de que haya vuelto. Tenía miedo a volver a enamorarme. Pero siempre he sabido que cuando eso sucediese, no podría hacer nada. Y ahí estoy, henchida de euforia, a punto de flotar como un globo, cada vez que te ríes conmigo, que me tocas, que me abrazas. Fue ese toque de ternura que me devolvió a la vida hace un año. Y no tiene ningún sentido. Pero ¿Y qué? Que estoy loca es algo que ambos sabemos.

Y no creo que un "juntos para siempre". Pero ¿Qué es siempre? Estamos aquí, ahora, y no hay otra verdad que la evidente. Que te quiero. Y quiero aprovechar cada pequeño segundo a tu lado, sin preocuparme de pasado o futuro, sólo del presente. Hacerte feliz cada segundo del que disponga. Y mañanna será otro día. Pero quiero que algún día puedas decir: "Estuve con una chica... Una demente que saltaba por la vida creyendo que podía volar. Había veces que yo le seguía, y el cielo entonces parecía estar un poco más cerca."
Juguemos a tocar el cielo.
Nunca seremos tan jóvenes, tan libres. Comámonos a besos. Emborrachémonos de ilusión. Gritemos a los cuatro vientos que no hay nada más bonito que el amor.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Diciembre

Niebla. Manto helado que engulle al mundo tiñéndolo de gris. Aura fantasmagórica con tacto propio que corta la piel y agrieta los labios. Tacones que resuenan en las baldosas como si algún diablo bailara claqué a escondidas. Y el silencio que invade las calles. Las sombras de los edificios emergiendo como esqueletos tenebrosos y las siluetas de los transeuntes atravesando la bruma, luchando contra el aire cortante que se astilla en los pulmones. Un poema de Eliot aullando desde algún rincón de mi memoria. 

Unreal City,  60
Under the brown fog of a winter dawn,
A crowd flowed over London Bridge, so many,
I had not thought death had undone so many.
Sighs, short and infrequent, were exhaled,
And each man fixed his eyes before his feet.  65
Flowed up the hill and down King William Street,
To where Saint Mary Woolnoth kept the hours
With a dead sound on the final stroke of nine.
There I saw one I knew, and stopped him, crying “Stetson!
You who were with me in the ships at Mylae!  70
That corpse you planted last year in your garden,
Has it begun to sprout? Will it bloom this year?
Or has the sudden frost disturbed its bed?
Oh keep the Dog far hence, that’s friend to men,
Or with his nails he’ll dig it up again!  75
You! hypocrite lecteur!—mon semblable,—mon frère!”

La aspera pared que me raspa la piel cuando me atrapas contra ella. El proyector del cine cantando para una sala vacía. Tú. Yo. Woody Allen y unas notas de jazz. Yo siempre miro la luna. Tú me miras de reojo. Dos desconocidos que coinciden en la vida, por casualidad. O tal vez por voluntad. Dame todo aquello que tengas para enseñar. 
Cuando le damos un nombre a las cosas, éstas adquieren una nueva dimensión.
 Las sombras de las llamas bailan al mismo compás que nosotros, amparadas en la oscuridad. Nuestros cuerpos escondidos bajo la manta. Hace frío, ya es diciembre, pero tus besos suaves me calidecen el alma. Así, en tu abrazo, que se detenga el tiempo, que no tengamos que dar explicaciones ni hacer preguntas. Sólo así, encerrados en una habitación a osuras, escondiéndonos de todo lo que nos asusta. En el refugio de tu cuerpo. Cada milímetro de tu piel es una piedra en mi muralla. 
Quiero taparte los ojos y llevarte a la desesperación. Luchar contigo y que me ganes. Hacerte vivir sensaciones que ni siquiera habías soñado. Voy a hacer poesía de tu cuerpo.
Me miro al espejo y no me reconozco. Antes ya era libre. Ahora estoy liberada. Los rasgos de mi cara abandonaron la redondez de la inocencia y se volvieron angulosos y marcados. Pero mis ojos sonríen porque vendí mi alma al diablo, y he ganado.

Crees que sé cómo vivir la vida, pero lo cierto es, que como todos, sólo estoy improvisando.