jueves, 25 de noviembre de 2010

Respeto.

Hoy es el día en contra de la violencia de género. Aunque deberían ser todos los días del año aquellos en los que se hiciese un homenaje a las mujeres que han muerto a manos de maltratadores. No se daña a quien se quiere. Cuánto dolor causa el miedo, la falta de confianza, los propios complejos. Qué malo y fácil es el volcarse en hacer daño a otros, tratar de hundir en la miseria, criticar, herir, golpear, física y psicológicamente, en vez de luchar contra uno mismo, enfrentarse al reflejo real de la persona torturada que uno es y tratar de cambiar. Es muchísimo más sencillo hacer miserables a aquellos que abrieron su corazón ingenuamente.

La falta de respeto es tal que hace daño hasta pensarlo. Qué rápido sacamos a colación nuestros propios derechos, y cuánto tardamos en considerar los de los demás. La libertad de uno acaba donde empieza la del otro. Nadie tiene derecho a herir. Cuando lo hace pierde toda credibilidad. No sólo la violencia de género es latente. Es la violencia en general. Está en todas partes, como un animal agazapado a punto de saltar y atacar.

Ojalá la gente empezase a considerar que, como dice la mítica frase cinematográfica: Nadie es perfecto., y que el primer paso es reconocer las propias faltas antes de acusar a los demás. Cuando quieres a alguien, lo aceptas tal y como es. No puedes esperar que no cometa errores, cuando tú eres el primero en cometerlos. Si esperas de otros la perfección, sólo te llevarás decepciones. Y el culpable de esa decepción serás tú mismo. Acepatación en vez de expectación. Es el único camino para encontrar la paz, el equilibrio, y la felicidad. Cámbiate a tí mismo antes de cambiar a los demás.

Respeto, tolerancia... esas palabras deberían dejar de ser abstractas para convertirse en realidad. No basta con que figuren en el diccionario. Lo curioso es que todo el mundo habla de ellas... pero nadie las sabe definir con exatitud.

No desees a nadie lo que no desees para tí mismo. Tan simple como eso.

Yo sólo deseo paz.

martes, 26 de octubre de 2010

Legado

El legado de mis antepasados todavía perdura. Es por eso que mi pueblo no admite la mentira, ni el deshonor. Que busca la verdad por encima de todo, que lucha por la justicia y por la fuerza del amor, que venera a la luna, a las estrella y al sol, que danza, canta, ríe, y baila al ritmo del tambor. Que escucha el susurro del viento, el clamor de la tormenta, y lo transforma en poesía. Que mira al cielo tratando de convertirse en pájaro para echar a volar. Que adoramos a la libertad como nuestro mayor dios, la rebeldía de espíritu, el pensamiento crítico, el valor de una sensación. La palabra amistad está inscrita en nuestras almas, forma parte del código de honor. En mi tribu sólo hay auténticos hermanos, unidos en el corazón. Las muestras de emoción son bien acogidas, los besos, los abrazos, las caricias, y cualquier gesto de amor. El deseo de viajar, de ver más allá, de recorrer lugares lejanos, conocer nuevas culturas, vivir mil aventuras… está escrito a fuego en nuestro interior.

Diego

Simplemente te haces querer. Por mí y por todos los que te rodean. Tu sonrisa constante, tus comentarios divertidos, tu oído presto a escuchar, a apoyar, a aconsejar. Tu buen humor y tu buena presencia. Tu habilidad de caerle bien a todo el mundo. Tu musicalidad constante, que hace que siempre estés cantando o bailando. Tu alegría. Tu risa fácil y contagiosa. Tu tendencia a dar abrazos gratis. Tu extroversión, que hace que todo el mundo te parezca interesante. Tu espíritu aventurero. Tu cabeza templada que siempre regalara una buena conversación a los que te rodean. Tu infinita paciencia. Tu generosidad absoluta. Tu solidaridad y tu respeto.

Hay tantas cualidades que tu tienes de las que yo carezco. Por eso te admiro, y te quiero.

Por tu entusiasmo por las pequeñas cosas. Por tus infinitas ganas de aprenderlo todo. Por lo ideales que se pasan por tu cabeza. Porque te aferras firme a tus convicciones, y la tuya es una lucha tranquila y apacible a la hora de defenderlas. Tu energía interior, que te hace estar siempre activo, con ganas de hacer cosas nuevas. Tu dinamismo. Tu optimismo. Tu encantadora forma de despistarte, aunque a veces me desquicies. El brillo de tu mirada. Tus bromas continuadas. La forma que tienes de que todos se sientan apreciados, especiales, escuchados. Tus ganas de comerte el mundo.

Este eres tú, así, simplemente. Y cuánto te quiero.

miércoles, 6 de octubre de 2010

El cielo no queda tan lejos del suelo

A veces, cuando me enfado porque pasa algo que no me gusta, pienso en el karma, y lo maldigo, porque ¿Si realmente existe, por qué tengo mala suerte? Depende del día que tenga (todo depende de eso, en verdad; de mis imprevisibles cambios de humor), respondo de una forma u otra.

Hoy es uno de esos días en que de pronto, la vida me parece maravillosa. A pesar de muchas cosas, a pesar de haber estado llorando intermitentemente, de repende levanto los ojos, y me doy cuenta de algo. ¿Cómo maldecir al karma cuando ya ha cumplido su misión con creces? (No vamos a exigir demasiado, que es un ente abstracto, no un superhéroe) Me ha dado la mejor arma para enfrentarme a mis dificultades; gente que me quiere. Me pongo a contar y me vuelvo consciente de que son muchísimas las personas que me valoran y me arropan en los momentos más bajos; mi madre, mis hermanos, mis compañeros, amigos y directores de coro, compis y amigos de clase, mis AMIGOS con mayúscula, porque son un gran tesoro, y sobre todo Diego, que, sin duda, es mi favorito, porque él es el mayor regalo de ese extraño ente al que llamo karma, y que tuvo la magnífica idea de que nuestras vidas se cruzaran.

Me gusta la idea del karma porque no defiende la existencia de un destino, sino simplemente, que todo lo que hagas en esta vida tendrá consecuencias, que son nuestras acciones y decisiones las que marcan el camino. Eso me alienta a ser mejor personas, a crecer y a madurar cada día, a querer hacer felices a quienes me rodean. Porque ellos me hacen feliz a mí. Porque, probablemente, la soledad es el peor castigo que puede sufrir una persona, y, visto lo visto, no lo debo de estar haciendo tan mal, porque estoy muy bien acompañada.

Eso hace que suba la autoestima; el que, cuando piensas en los nombres de las personas a las que quieres, esas que hacen que se te dibuje una sonrisa nada más verlas, te vegan a la mente todos esos nombres, y no puedas dejarte ninguno, porque cada uno de ellos es una pequeña pieza del puzzle que forma la felicidad:

Mamá, Jose, Cristina, Javi, David, Nieves, Luís, Marian, Diego, Alex, Santi, Fer, Isabel, Garcés, Marta, Bea, María, Javi, Andrea, Nacho, Oier, Laura, Sofía, Melissa, Irene, Elena, Nerea, Querol, María Sancho, Puenty, Javi R, Marco, Olalla, Borja, Miguel, Edu, María, Paloma, Carlota, Blanca, Marina, y, por supuesto, DIEGO.

La felicidad sólo existe cuando se comparte.

El cielo no queda tan lejos del suelo. Sólo a 40 pasos. Uno por cada persona a la que quiero.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Las verdades duelen

La vida es una mierda. El mundo también lo es. ¿Por qué los adultos nos engañan de pequeños? ¿Por qué nos alientan a ser buenas personas, si la única manera de ser feliz y sobrevivir es no serlo, y librarse de toda conciencia y rasgo de humanidad, como puede ser la compasión, para aplastar a los demás sin remordimiento? ¿Por qué se engañan a sí mismos creyendo en religiones utópicas o imposibles, en ideas irrealizables, en sueños de un mundo mejor?
En el fondo de nuestra conciencia social lo sabemos. Los ancianos, esos que en tantas culturas se conocen como sabios, lo saben. Por eso hay tantos de ellos amargados. No porque envidien la juventud, no. Es porque sienten que han malgastado su vida. Por primera vez se dan cuenta.

La vida es una mierda, y los humanos, basura. Sujetos llenos de codicia y egoísmo, subyugados a códigos éticos tan frágiles como el cristal, agresivos y pasionales.
Si eres bueno, te pisarán. Un y otra vez. Tendrás la conciencia tranquila, pero no lograrás nada.
En este jodido mundo sólo ganas con dinero y sin escrúpulos. Y el único esfuerzo que tienes que hacer es el de volverte frío como un témpano de hielo. Así, consigues lo que quieres.

Pero entonces ¿Qué?
No puedes sentir nada. Y entonces está el vacío. Y adiós a la felicidad.

¿Qué hacer, cuando, por una regla de matemáticas invisible, los cabrones ríen y los honrados padecen?
La felicidad está en la ignorancia. Destinada a los estúpidos. No me extraña que cada día haya más gente que intente serlo.

La tragedia humana está en la consciencia, en el descubrir la perfecta imperfección que nos caracteriza. No podemos alcanzar el siguiente nivel.
El super hombre fraasado.

Es es la verdad, y también nuestra condena.

domingo, 30 de mayo de 2010

Crecer

Quizás haya llegado el momento de abandonar las Converse para escalar a los zapatos de tacón. Quizás.
Tal vez me encuentre en una encrucijada que no puedo salvar. Dos caminos. Dos opciones. Esta vez no hay escapatoria posible.

La sociedad me llama, me rinde cuentas, me grita para que me una a ella de una vez por todas. Y yo, loba solitaria por naturaleza, rebelde con causa, en etarna búsqueda de la utopía, me resisto, me niego, lucho con dientes y uñas y todo lo que haga falta por evitar que se me lleve.
Tengo mi propia manada; pequeña, selecta, con personas de gran valía que no pierden su identidad al entrar en un grupo.
Odio la sociedad. Ese colectivo que clama a voz en grito por la igualdad, la individualidad, el respeto... tras la que se esconde una oleada de hipocresía. ¿Igualdad? ¿Individualidad? ¿Respeto? Já!

Esto es una declaración de guerra en toda regla, sociedad. No seré uno de tus siervos alienados, uno de esos entes que pierden su personalidad y sus ideas por complacerte, una de esas personas valiosas, inteligentes, que quedan anuladas por el peso de tu ignorancia. ¿Igualdad? Si a todo el que se sale del prototipo lo mandas al exilio. ¿Individualidad? Si todo aquel que no hace el borrego queda desterrado. ¿Respeto? ¿Qué sabrás tu de respeto? Todos tus himnos dejan una estela de suciedad, cristales rotos, vómitos en las aceras, gritos de becerro, camuflados bajo tu eterna sinfonía. "Alcohol, alcohol, alcohol, alcohol, hemos venido a emborracharnos, y el resultado nos da igual."
Pobres criaturas atrapadas, cuya vida queda dentro del círculo vicioso del sinsentido, donde sólo el sábado marca una diferencia; es el día de beber hasta perder el sentido. Hasta no acordarse de tu nombre, perder la vergüenza, ser deshinibidos, porder perder el miedo, que nadie te señale con el dedo, porque hagas lo que hagas... pobre, está borracho.

Pues ¿Sabes que te digo? Que no cuentes conmigo.
Me tienes atrapada, o eso te has creído.
Pero no, yo no caeré en tu trampa. ¿Crees que no puedo? ¿Que no seré capaz de aislarme y darte la espalda? Pues mira y aprende; no eres todopoderosa. Y mientras seamos unos cuantos rebeldes, yo no me rindo.
Porque todo lo que sube baja, y tu reinado está llegando a los límites de lo permitido.
Nunca me verás aclamar a Belén Esteban. Nunca me verás limitada a una conversacion sobre fútbol o marcas de vodka. Nunca me quedaré como una boba mirando la tele, escuchando a esos monos de feria que se creen periodistas. Nunca me verás hacer algo porque me sienta presionada.

Y te desprecio, te odio, te maldigo. Por lo que estás haciendo con tus hijos.
Ten en cuenta lo que te digo. Algún día acabaré contigo.

martes, 11 de mayo de 2010

Horas de estudio

Despacio, sin prisa
pasa el tiempo del tedio.
Efímero como una risa
lo bueno, sin remedio.

Pereza rebelde, secreto escondido
no quiero obligaciones,
sólo quiero contigo.

Vuelve a mí, genio perdido.
Viento, sopla embravecido,
barre la preocupación,
mándala al olvido.
Que retorne al corazón
su latido enloquecido,
la risa, la emoción;
eco de instantes vividos.

Vuelve, amor.
Vuelvo pronto, por favor.

lunes, 19 de abril de 2010

Vórtice

El ser humano es sinónimo de imperfección. Está condenado a cometer errores, uno tras otro, y tal vez, sólo tal vez, aprender de ellos. Pero condenado ¿Por quién? ¿Por su misma naturaleza, que le impulsa a ello? ¿Es, entonces, el destino? ¿Existe, acaso? ¿Es la cadena reactora que despierta tras el vuelo de la mariposa? ¿Es cada mínima consecuencia de cada uno de los gestos cotidianos? ¿Es, entonces, el inexistente presente? No podemos controlar cada pequeño detalle a nuestro alrededor. ¿Somos, finalmente, marionetas de cuerdas enredadas por nuestro propio subconsciente? ¿Dónde está la libertad? No somos dueños de nuestras circunstancias, pero sí de nuestra actitud ante ellas. Buena o mala. Y todo cambia. Puede que ahí esté la sabiduría. En el refrán de; al mal tiempo, buena cara. O puede que no. ¿Hay alguien capaz de soportar las contínuas tempestades? ¿Existe un ser de piedra, o mejor, de diamante, que aguante la embestida del mar embravecido una y otra vez?
Preguntas, preguntas, preguntas. Puede que esa sea la respuesta, en realidad, el constante cuestionar. Qué paradoja, qué ironía. La búsqueda es la condena, y la condena, la felicidad. Pues quién no busca, no encuentra, y quién lo hace, ha de pararse a pensar, a quietar la pantalla de sus metas y ver más allá. ¿Qué espera? La paz.
Sin metas ¿Cómo avanzar? La imperfección más bella del ser humano está en ambicionar, anhelar, desear, soñar. Sueños de cosas imposibles. Pero la vida es sueño. y se hace camino al andar.
Y de lo andado, ¿Qué queda? ¿Una vaga ilusión? ¿Un recuerdo polvoriento, cargado de añoranza y ansia de olcidar? Piedra tras piedra, y sólo queda avanzar.
Los errores son heridas que cicatrizan con el tiempo, pero que dejan marca y puede que no lleguen a sanar. Duelen en los otros, pero escuecen más en la coraza del orgullo y el amor propio, pues aunque imperfectos, no buscamos hacer mal. Y llega un momento, tarde o temprano, que vemos nuestro reflejo, repleto de pequeñas cicatrices. Pobre ilusión de perfección desfigurada.
¿Qué hacer cuando descubrimos la verdad? Lo único que se nos da realmente bien; evadirnos, y soñar.

Envejecer

Quiero envejecer contigo.
Siempre he pensado que eso era lo más bonito que jamás podría oír de la boca de alguien. Sin embargo, nunca me había planteado el ser yo quien pronunciara esas palabras. Yo, siempre impulsiva, que todo lo empiezo con mucha emoción y al poco me canso, no me sentía preparada para decir algo de semejante magnitud. Porque yo no miento. Pero sí, ahora sí que lo puedo decir. Y no con la temeridad que me caracteriza, sino con la calma serena de quien ha llegado al final de la toma de conciencia.

Quiero envejecer contigo, porque no veo cómo podría cansarme algún día de tí. Has sido mi pasado, eres mi presente, pero sobre todo mi futuro, pues no puedo imaginar una vida sin tí a mi lado. Me inspiras en todos los sentidos. Si tú no estuvieras, todo carecería de sentido.

Durante toda mi vida he tenido una serie de cosas muy claras: No fumaré, nunca me amborracharé, no traicionaré jamás a mis amigos, siempre seré tal y como soy... Era un conjunto de afirmaciones que actuaban a modo de ley personal. Desde que me enamoré de tí, hjay una que gobierna sobre todas las demás: Te quiero.

Te quiero más de lo razonablemente posible; te quiero cuando me haces sonreír, e incluso cuando me haces enfadar. Te quiero en cada uno de tus pequeños momentos.

Sueña conmigo; sueña con lugares lejanos, aventuras, nuvos horizontes, mil y una historias que contar. ¿Quieres viajar conmigo?
Ayúdame a escribir esto entre los dos, a que tenga final o feliz, o mejor aún, que no tenga final.

Ahora que tú tampoco tienes miedo, puedo decírtelo: Envejece conmigo. Despierta cada mañana a mi lado, acompáñame en mis locuras, coge mi mano y no las sueltes.
Ya he resuelto mis dudas. Estos últimos meses me he sentido perdida, desorientada, ciega ante mis metas y aspiraciones, sin saber a dónde ir. ¿Por qué? Porque has cambiado mi vida. Ahora me doy cuenta de que mi meta, mi horizonte, eres tú. Lo único que necesito para ser feliz es tu amor.
Soy joven, pero estoy segura: Sólo quiero que me quieras.
Yo siempre lo haré.

martes, 9 de febrero de 2010

Lullaby

Horas. Ese es el tiempo que podría contemplar abstraída cómo tus dedos se deslizan ligeros y suaves sobre las teclas del piano.

Creo que nunca he vivido nada más hermoso que verte tocar.
Todo es perfecto. Tu silueta, grabada a contraluz en mis pupilas. La música, simplemente maravillosa. Tu serena concentración. Lo enternecedor que me resultas.
No importa que vayas en pijama, despeinado, o que tus gafas hayan resbalado hasta la punta de tu nariz.
Te vuelcas en la melodía, y es tu esencia la que produce ese sonido hipnótico.

Tu esencia, esa que tanto amo, queda expuesta al mundo material, y por unos breves instantes creo que podría atrapar el sentimiento que despiertas en mí en una palabra. ¿Amor? No, esa ya está demasiado vulgarizada.
Es algo más profundo.

Algo que conmueve cada ápice de mi persona, que me eriza la piel, y que hace que me entren ganas de llorar; no por tristeza, sino por la consciencia de la belleza que encierra la escena.

Y te vuelves hacia mí, con esa sonrisa tímida que me desarma, y que parece decir; "esto es todo lo que puedo hacer."
Y esperas, que, tal vez, yo aplauda. No te das cuenta de que me has dejado completamente hechizada, y que me cuesta reaccionar.
Y entonces me haces un gesto, y me pides que toque junto a tí.
Eso me aterra, a la vez que me maravilla, pues yo, que nunca he tocado el piano, temo romper ese aura mágica que has creado con mi torpeza.

Pero tu aguantas, estoico, mis desatinos. Me enseñas, repites una y otra vez, con esa paciencia de anciano que posees en ese cuerpo joven, de la que yo carezco completamente, y que me hace quererte aún más.

Lentamente va saliendo. Tú haces el acompañamiento y me dejas la melodía principal, en un acto de confianza.
Sale, finalmente, y noto algo cálido en el pecho, despuñes de ese segundo silencioso que sigue a la nota final, cuando nuestras miradas se encuentran, y los dos pensamos: "lo hemos conseguido".

Y después el beso.

Es uno de tantos momentos en los que soy realmente consicente de cuánto te quiero, y te necesito.

Eres lo mejor que hay en mí.

http://www.youtube.com/watch?v=ZOqUFqF_ZwM

lunes, 18 de enero de 2010

Corazas

Parece que el adjetivo calificativo "sensible" tenga un tinte negativo. Un matiz implícito que lo rlaciona con la palabra "debilidad". Si le dices a alguien que es sensible, es bastante posible que se ofenda. Yo me incluyo.

Sin embargo, ayer me paré a pensarlo. ¿Qué significa sensibilidad? No sé cómo lo definirá el diccionario, yo diría que es aquella cualidad que nos hace sentir, percibir sensaciones, y, a consecuencia de ello, expresarlas.

¿No sería pues un símbolo de humanidad? ¿No debaría implicar empatía, capacidad de emoción... en vez de debilidad? ¿Dónde está escrito que la dureza y la frialdad sean cualidades positivas?

El sur humano es el único animal capaz de llorar. El cocodrilo no cuenta. ¿No será pues el llanto una manera maravillosa de demostrar que algo se a conmovido en nuestra alma? Es cierto que aquello que produce lágrimas suele ser la tristez, el dolor, la rabia... Pero creo recordar que existen las lágrimas de felicidad.

El mundo de piedra en el que vivimos nos ha inculcado que hay que tragarse esas lágrimas. Que los hombres no lloran, y por tanto, las mujeres con un mínimo de orgullo, tampoco.
No me extraña que haya tantos asesinos, tantos locos, tantos maltratadores, espíritus pétreos, inamovibles, que han perdido todo rastro de humanidad.
Aquello que no se exteoriza, explota, y nos destruye por dentro.

Llorar ayuda a sacar lentamente el sufrimiento, y sirve de bálsamo calmante. Conlleva el equilibrio emocional. Una persona que ha perdido la capacidad de llorar es un caso preocupante.

Yo lloro. Lloro al menos una vez a la semana, según algunos. Pudo llorar por rabia, por frustración, por tristeza, por melancolía, por dolor. Lloro, y el momentáneo sufrimiento se alivia, y puedo volver a razonar. Llorar no me hace infeliz. Me ayuda a valorar mi felicidad. Puedo llorar una mez a la semana, pero me río bastantes veces al día. Por no decir que me paso el día riendo. Creo que es un buen porcentaje.

Lloro y río porque siento, y al sentir estoy viva.

No tengo que pedir perdón por ello. No me avergüenzo, ni me da miedo reconocerlo. Soy sensible, y soy valiente, porque no me da miedo sentir.

Puede que el valor esté reservado a las personas que todavía admiten que tienen corazón. esas son las realmente fuertes.

jueves, 7 de enero de 2010

Vender poesía

La poesía no se debería vender, y sin embargo la vendo.
Como persona nadie me puede comprar, como escritora tengo precio.
El afán de gloria, de fama, de inmortalidad, es mi condena, y acepto esta pena con lo que me queda de dignidad.

Cambio un verso por una moneda, o eso pienso, pues todavía no he escrito nada que pueda interesar a un comprador.

Pero, ¿merece algo la pena si su valor es metálico? ¿Cuándo surgió la pasión inspirada por el tintineo del bolsillo? ¿Acaso no languidecían los bohemios hambrientos en cuartuchos oscuros de París?

Los árboles desnudos de mi calle parecen desarmados bajo la luz mortecina de este día gris. Podrían ser hermosas estatuas de madera cubiertas por una grágil capa de nieve, delicada; tanto que puede esfumarse con un soplo. Pero pienso en vender la belleza y ésta desaparece.

No puedo vender poesía. La poesía no se vende. Tan solo se regala. Se entrega a sí misma desinteresadamente. Pero no es una esclava. Va y viene, deleita nuestras mentes humanas, y se marcha cual musa caprichosa cuando quiere, abandonándonos en nuestra fría soledad.

Arde y enciende, pero no quema. Conmueve y transporta. Fluye estando quieta.

Vuela, alma, vuela.

Vuelve, musa, vuelve.

Regalo poesía a quien la quiera.