lunes, 28 de diciembre de 2009

Dulce locura.

Puede que esté loca, porque hablo contigo cuando no estás. Acumulo todas las cosas que te quiero decir en mi mente, y allí, en lo más recóndito, te las cuento. No importa que no me escuches... o puede que sí lo hagas.

Puede que esté loca, pues no ha sido un largo periodo de tiempo, y al fin y al cabo son mi cabeza y mi percepción las que me juegan malas pasadas, pues soy consciente de que estás más lejos, y soy consciente de que no me puedo comunicar contigo.

Duermo lo más que puedo para que los días sean más cortos, y cuando despierto, hago mil cosas para manetenerme ocupada, pero por más que me esfuerzo en aislarte de mi pensamiento, es imposible... es un eco profundo arraigado en el subconsicente: Que llegue ya, que llegue ya.

Incomprensiblemente te he echado de menos. Puede que no haya tenido tiempo para hacerlo, pero empezó desde el momento en el que abandonaste las sábanas la mañana siguiente a Navidad.

Puede que esté loca, pero sólo quiero suplicarte... quédate a mi lado.

Te quiero.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Te quiero.

Te quiero. Te quiero. te quiero.

Es esa certeza a que hace que todo valga la pena. Arriesgué, y gané.
Oh, sí. Me tocó el premio gordo.

Releí algo que escribí hace unos meses: Historia de dos.
La volvía a leer y me di cuenta de que lo has cumplido todo, absolutamente todo. Has hecho que mis sueños se hagan realidad.
Y por eso te quiero. Por quererme. Por hacerte querer.

Puede resultar repetitivo, aburrido, rutinario, soporífero, ordinario....
Pero te quiero. Te quiero. Te quiero.

Y es que no hago mas que pensar en ello. Puedo tener la cabeza en mil cosas, estar agobiada, estresada, cansada o de mal humor, pero siempre estás tú, grabado en mi subconsciente, haciendo que esboce involuntarias sonrisas, y capaz de levantar a mi alrededor una burbuja de felicidad que me protege de todo mal.

Te quiero, te quiero, te quiero.

¿Por qué?

Puede ser porque te esfuerzas en hacerme feliz.
Puede ser porque eres mi mejor amigo.
Puede ser porque me conoces y me aceptas.
Puede ser porque contigo hago el amor.
Puede ser porque me encanta cada adjetivo que describe a tu persona.
Puede ser porque seas el único que me deja sin palabras, e incluso sin respiración.
Puede ser porque me impulsas a mejorar como persona.
Puede ser porque mi primera prioridad sea hacerte feliz.
Puede ser porque no me importa llorar sobre tu hombro.
Puede ser porque me gusta sentirme protegida entre tus brazos.
Puede ser por la suavidad y la dulzura apasionada con la que me tocas.
Puede ser porque pierdo la cabeza cuando tu boca roza mi boca.

¿Por qué te quiero? No lo sé.
Sólo sé que te quiero. Te quiero. Te quiero.

martes, 24 de noviembre de 2009

Miedo.

El miedo. Sentimiento de desconfiaza propio de los seres animados ante lo desconocido.

El miedo nos hace ser personas, al igual que tantas otras cosas. Es rasgo de humanidad. El valor es rasgo de heroísmo, de superación, de fortaleza. Rasgo de que somos capaces de algo más grande que nuestros temores.

¿Qué se puede decir de una persona que tiene miedo del miedo?
Por la propia definición, se podría llegar a la conlusión de que esa persona teme, precisamente el sentirse desconfiada respecto a algo que desconoce.
Le asusta no tener el conocimiento, no encontrar respuestas, que sólo aparezcan nuevas dudas cada vez que pregunta.
¿Y si la respuesta a esas preguntas no es mas que la ausencia de dichas cuestiones?
¿Puede llegar alguien cuya curiosidad es innata renunciar al placer de saber, de investigar, para alcanzar la paz interior? ¿O seguirá, por el contrario, buscando las claves que se escapan de su control?

Otro de los rasgos más típicos de la humanidad es confiar en que algo más grande que ellos es guardián custodio de todos los misterios. En creer, pues, de alguna manera, consciente o inconscientemente que el destino existe, pues todo está escrito en algún lugar. Las respuestas esperan a ser encontradas en cualquier sitio.
Uno de los casos más claro es la fe.
La gente se libra de su miedo a la muerte, ese gran enigma; creyendo en un ente superior, llámesele Dios, Alá, Yavhé etc... confiando en que esas personalidades que se escapan de la comprensión humana impedirán que todo acabe.
Parece que de alguna forma, todos creemos en la inmortalidad.

Siempre me he negado a creer en el destino. He rechazado por completo la idea de que en realidad mi libertad es ficticia, y que mis decisiones habían sido tomadas antes de que yo me hubiera decidido a ello.

Ahora me da igual. Me da igual que esté predestinada o no. Ya no tengo miedo. No tengo miedo a lo desconocido, a perder mi libertad.
Me he confiado a algo más grande e incomprensible, algo que no necesito cuestionar.
O tal vez es que ya he encontrado la respuesta a todas mis preguntas.

AMAR.

He nacido para amarte. Vivo para amarte. Y te amaré hasta la eternidad.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Gritos de desesperación.

No entiendo el miedo a lo desconocido. Ese que es tan característico de la estupidez humana. ¿Más vale malo conocido que bueno por conocer? Por favor. Nunca he entendido porqué hay gente que se empeña en no ver más allá de sus narices.
No sé porqué les gusta vivir alienados, balando complacidos al son que dirige un pastor invisible. Beeeeeeeeeee, beeeeeeeeeeee. La lana del vecino es igual que la mía. Chupi.

¿Qué pasa con la curiosidad? Es ese don maravilloso que define a nuestra especie; que nos impulsa a investigar, a querer saber, a realizarnos como personas... ¿Es que ya no importa?
No, por favor. Yo tengo el felquillo igual que la que se sienta delante de mí. Eso me hace feliz.

Basura.

¿Dónde están los ideales de la juventud? ¿Qué ha sido de las ganas de comerse el mundo, de ser invencibles, de hacer que nuestras vidas sean especiales?

¡Despertad!

No ahoguéis vuestras ridículas aspiraciones en el alcohol barato del bar al que váis todas las noches de sábado.
Dejad de soñar con que llegue el momento de pisar ese antro asqueroso, dónde el suelo está pegajoso por sustancias de lo más variadas e innombrables, y la "música" es un ruido que atonta.

¿Nadie ha oído hablar de las cataratas de Iguazú? ¿De Machu-Pichu? ¿De Abus Simbel? ¿Del London-Eye? ¿de la Torre Eiffel? ¿Del Empire-State?

¿Nadie ha querido escapar de esa monótona cárcel que es vuestra rutina; esa misma que destroza vuestra humanidad?

¿Nadie ha soñado nunca con ganar un Premio Nobel, un Pulitzer, un Oscar, un Grammy? ¿Con hacer algo grande? ¿Con cambiar el mundo?

Existe un universo enorme ahí fuera, lleno de maravillas, misterios, enigmas y experiencias.

Puede parecer soberbio y ególatra considerar que mis aspiraciones están por encima de las de los demás, pero es que nosotros somos el futuro.
¿Qué futuro le espera a este mundo si hemos perdido la capacidad de soñar? ¿Si hemos perdido la curiosidad, y, en definitiva, nuestra esencia?

El mundo se convertirá en un gran antro en el que vomitar después de haber bebido tanto para olvidar nuestra frustración y pateticidad.

Pues no, no en mi nombre.

Yo soy de esas extrañas personas que gustan de un atardecer, del olor de una rosa, de la luz de la luna, de una hermosa melodía, del sabor de la poesía.
Pienso pisar cada pequeña porción del planeta, conocer personas de mil y una culturas, cantar canciones olvidadas, retratar rostros sin nombre, y escribir mis memorias para que quede constancia de que yo he vivido.
Yo voy a vivir.

Quiero cambiar el mundo, y luchar por ideales perdidos, y alzar estandartes por causas justas, y no rendirme aun cuando todos hayan caído.
Quiero ser una heroína, una leyenda, una estrella en el firmamento, que mi nombre no caiga en el olvido... y ser inmortal.

Amor, pasión, amistad, justicia, honor, libertad, saber, viajar...
¿Es tan difícil entender su significado?

Seguid soñando con vuestras noches de sábado.

domingo, 25 de octubre de 2009

Melodías.

Existe una melodía capaz de transportarte en cada una de sus notas, alejándote de tu cuerpo, del mundo, de la realidad, evocando lugares lejanos, imágenes desconocidas, luces, colores, impresiones, hasta olores.
Existe una melodía que logra captar lo más hondo de tu mente, y te concecta con alguien más, a través del espacio y el tiempo, y consigues lo imposible, y sabes que la magia existe, y que está dentro de cada acorde de guitarra, que sin ningún motivo aparente conmueve hasta el último ápice de tu alma.
Me balancea suavemente en su etéreo abrazo, pienso, y no pienso al mismo tiempo, pero sé con seguridad que he nacido para escuchar esa música. Aún soy incapaz de interprestar su significado, pero me habla, me habla alto y claro, y sé que las respuestas a todas mis preguntas se encuentran ocultas en el apasionado rasgar del aire.
Me hace sentir que si me dejase caer hacia atrás en el aire, podría flotar.
Me inspira la necesidad de tocar, de acariciar algo en un gesto sagrado, de cerrar los ojos y abandonar mi cuerpo al delirio.
Y llegamos a crescendo, el éxtasis absoluto, y una lágrima recorre mis mejillas de pura emoción, pues nunca he oído algo tan hermoso.
El ritmo disminuye, lentamente, y creo despertar de un sueño.

martes, 6 de octubre de 2009

Introspección

Te dejé traspasar la muralla, y he descubierto ante tí mi imperfección.

Supongo que, parándome a pensarlo, todo tiene sentido.

El amor es el salto más grande que puede darse, y yo me tiré sin dudarlo dos veces, sin paracaídas ni freno, sin mirar abajo, sin pensar. Me dejé guiar por mi instinto, y confié en que éste me ayudaría a flotar.

Y ahora me empiezo a dar cuenta de dónde me he metido; en la aventura más grande que podría haber soñado.
Y como en toda aventura, me siento perdida, porque todo es nuevo.
No es que me arrepienta, ni mucho menos. Pero al giual que hace un año me tuve que acostrumbrar a sobrevivir sin mis amigos, ahora tengo que aprender a sobrevivir siendo parte de algo más grande.

Ahora ya no camino sola. Llevaba toda la vida haciéndolo, y ahora tengo que reajustar mis pasos para poder caminar de la mano con quien me acompaña.

He pasado tanto tiempo sintiéndome fuerte detrás de mi armadura que ahora que me la he quitado me siento muy pequeñita y vulnerable, desprotegida, expuesta a la crueldad del mundo, cuando hay cicatrices que todavía duelen, y mucho. Y, para qué engañarnos, a lo mejor no soy tan valiente o tan fuerte como quiero creer, y me da mucho miedo estar tan expuesta.

A mi gigante de hierro lo han sustituído unos brazos cálidos, que me hacen sentir feliz, pero esos brazos no están siempre, y cuando no, me vuleve a invadir el pánico.

Marco tenía razón; tengo traumas. Me han dado tantas puñaladas traperas y algunas tan recientemente, que no puedo evitar ponerme alerta con todos mis sentidos para evitar una nueva traición.

Puede que sea injusto desconfiar de quienes más queremos, y lo odio, pero también se que es de ahí de donde me puede venir una daga directa al corazón.
Y en el afán de protección de mi maltrecho órgano palpitante me vuelvo celosa, y controladora, y no hay nada que deteste más.

Porque yo le quiero, le quiero más que a nada en este mundo, y sinceramente, su corazón me importa más que el mío propio.
Pero aquí es donde todo entra en conflicto.

Una parte de mí me dice: "Elena, sabes que él nunca te traicionaría, te quiere, nunca haría nada que pudiera hacerte daño". Pero otra, maldita y oscura, susurra desde las sombras: "¿Realmente lo sabes? Ya tuvo un momento de debilidad, aunque rectificara. Si te traiciona, te caerás para no levantarte, eso sí que lo sabes."
Y me dan ganas de gritarle: "¿Por qué no me dejas en paz, ahora que soy feliz? ¡Vete de aquí! ¡Deja de acosarme cuando estoy bien!"

Y entonces es cuando me siento Gollum, y por ello mezquina y culpable.

No quiero que me pase como dice la canción de Fito: "Te perdí por pensar que te tenía."

Soy lo suficientemente inteligente como para ver llegar las consecuencias de mis actos.
Si me comporta de manera acaparadora, celosa, posesiva o agobiante, lo perderé, y será mi culpa.
Pero, comosegún mi madre no lo puedo controlar todo, a veces pierdo el control sobre mí misma, y salen a pasear mis inseguridades, de la mano del recelo, azuzadas por esa parte egoísta que todos tenemos.

Y no lo soportaría. No puedo perderlo. Sin él, me moriría. Puede que no físicamente, pero todo lo que he sido y soy se iría con él, y sé que no volvería a ser mas que un espectro de lo que antaño fui.

Y ¿Qué fui?
Esa es otra de mis grandes inseguridades. ¿Qué ve él en mí?
A lo mejor no me traiciona, pero se cansa de mi persona, y se va detrás de otra; más, guapa, más lista, más divertida... posibilidades tiene.
¡Oh! ¡Sorpresa! Elena, resulta que no te tienes en tan alta estima como quieres hacer creer al mundo.

Supongo que todos estos sentimientos negativos vienen exhaltados sin remedio por mi amiga la menstruación.
No seré tan injusta conmigo misma, la mayor parte de los días soy bastante más cuerda y racional.

De todas formas, necesitaba desahogarme, y ya lo he hecho. Ahora me siento mucho mejor.

Sólo saco una conclusión; el amor nos hacer ser más humanos, para lo bueno, y para lo malo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Delirios nocturnos.

Me muero por divertirte, y seguir siendo capaz de sorprenderte.

Se me cae el alma a cachos y no tengo dónde plasmarla si no es en este papel en blanco.

Se me escapa porque está hinchada, pletórica, y no cabe en el pequeño y humilde envoltorio que es mi cuerpo.
Necesito expresar tantas cosas, y son tan pocos aquellos que están dispuestos a escuchar, que nuevamente recurro a un boli para que sea mi voz. Y que lo lea quien quiera.
No quiero abrumar con mi felicidad a aquellos con quienes ya comparto gran parte. Si insistiera, sería recochineo. Recochineo puro y duro.

Hay tantas palabras hermosa que pujan por escapar de la cárcel de mi mente que temo dejarlas libres y ver cómo desfilan ante mis ojos como la mayor cursilada que he escrito nunca.
Cursi, yo.
Debería visitar al médico con urgencia. Esta misma noche, a no más tardar, antes de que suceda la catástrofe y mi intachable historial de chica dura quede manchado para siempre.
Si esto sucediera, siempre puedo escudarme en que no es ñoñería, sino romanticismo.
¡Qué narices!
¿No dicen que los enamorados somos tontos? Pues en tal caso haré gala de rematada estupidez, que no seré yo quien deje mal al refranero universal.

Aquí viene, como un alud. Adiós, reputación. Fue bonito mientras duró.

¿Cómo describir los días felices? El sol luce igual, pero no es igual. Los minutos, los segundos, se tornan en siglos o efímeros instantes según la falta o permanencia de su presencia. Nada cambia a mi alrededor, pero nada es igual.
Mato el tiempo ya muerto con la memoria de sus besos, sus caricias, su risa, su mirada, sus palabras, de cada momento, intímo o amistoso, que compartimos, y cuando estos tienen lugar, los atesoro como Alí Babá atesoraría su cueva del tesoro, para sobrevivir al tedio de los años luz que me separan de un nuevo encuentro.

Mis pensamientos vuelan distraídos fuera de los límites de mi consciencia, y se posan levemente en él.
Mi cerebro me traiciona y encuentra el atisvo de algún recuerdo que me haga sentir menos ridícula ante mi evidente vulerabilidad.

Qué tristeza de persona. Quién me ha visto, y quién me ve.
Antaño defensora empedernida de la libertad y la independencia por encima de todas las cosas, y ahora una boba más que deshoja margaritas y suspira al revivir momentos "pastel". (Margaritas no deshojo, que no tengo, pero puedo crear la imagen mental de mi mísma haciéndo la susodicha acción, cuando antes hubiera resultado impensable)

Ay, me doy pena a mí misma. ¡Maldito Cupido! Te podrías haber metido la flecha por donde no te da el sol (En realidad a tí sí que te da, ya que vas enseñando tus vergüenzas impúdicamente). Así que dejémoslo en que te la podrías haber metido por el comunmente denominado "ojete".

Me siento como una habilidosa equilibrista bailando sobre la cuerda floja. Segura de mí misma, pero consciente de que existe el riesgo de caer.
Y si caigo... ay, si caigo... menuda leche me voy a meter.

De todas maneras, siempre he sido amante del riesgo. No lo puedo resistir, es un tipo demasiado atractivo, este Riesgo. Da muchos golpes, pero cuando se gana... cúan grande es la recompensa.
Al fin y al cabo, el fuego puede jugar con fuego sin salir chamuscado. ¿No?
Sí.

Así que seguiré dejándome llevar por el romanticismo, pensando en música, rosas, el brillo de la Luna, y besos robados.
Me permitiré a mí misma ser una tonta enamorada, porque en fin, nunca había sonreído tanto como desde que me dejo arrastrar por la loca estupidez.

Debería dejar de escribir a estas horas. Deliro.

Buenas noches.

martes, 1 de septiembre de 2009

El viejo violinista

Era muy anciano, sus ojos, blanquecinos y casi ciegos debido a las cataratas, eran dos puntos brillantes en medio de aquel rostro envejecido, surcado de arrugas, que daba la sensación de estar tallado en madera.
No recuerdo exactamente en que momento de mi vida apareció, porque desde que tengo memoria, siempre estuvo allí, en la esquina de mi calle, como una estatua, ya hiciese frío o calor, lloviese, nevase o hiciese un sol esplendido.
Mi hermano y yo estábamos tan acostumbrados a pasar a su lado que nuestra vista apenas reparaba en él, y sin embargo nuestros oídos… nuestros oídos siempre estaban atentos a escucharle, al tiempo que nuestras voces quedaban mudas y nuestras bocas inevitablemente abiertas.
Aquel sonido deleitante, hipnotizador, que nos embelesaba y nos hacía detenernos un instante en medio de la calle, camino del colegio o de vuelta a casa.
Supongo que los niños son capaces de percibir las verdaderas maravillas del mundo. La belleza está en lo simple, en lo obvio, en lo natural, ese es el concepto que aprendí en mi más tierna infancia. Conforme crecemos, las preocupaciones del día a día no nos dejan disfrutar del milagro de la vida.
Mi hermano, que por aquel entonces contaba con ocho años y tenía la curiosidad y las inquietudes de un niño inteligente y despierto, me cogió un día de la mano y me condujo hacia el viejo del violín.

- Señor – comenzó mirándole atentamente, como si cada palabra que el hombre dijese pudiera ser absorbida - ¿Por qué toca usted el violín?

Recuerdo que el viejo levantó la mirada y trató de enfocarla hacia nosotros, aunque supongo que solo veía dos manchas no muy altas frente a él. Reconozco que la primera vez que reparé en sus ojos ciegos me asusté.

- Toco el violín, pequeño, porque es lo único que no me han podido arrebatar – respondió con una sonrisa cariñosa
- Pero – insistió mi hermano, tozudo – ¿No tiene trabajo? ¿Sólo toca el violín?
- Hablas del violín como si saber tocarlo fuera un pasatiempo, y te diré, que sin embargo, comprobar que estas viejas manos son capaces todavía de arrancarle música a mi compañero es mejor pago que todo el dinero del mundo.

Mi hermano se quedó sorprendido con aquella respuesta, y la estuvo meditando durante días, aunque no fue hasta años más tarde cuando comprendió la respuesta.
A partir de aquel día, todas las tardes al volver del colegio, nos parábamos para hablar con el viejo del violín, al que nunca le preguntamos su nombre, y él, cuando había saciado nuestra curiosidad, tocaba algo para nosotros.
No teníamos dinero con el que pagarle, pero aquello no le importaba. Parecía que el hecho de conseguir que sonriésemos era suficiente pare hacerle feliz.

Una mañana, al salir de casa, el viejo no estaba.
Mi hermano me tranquilizó diciéndome que seguramente habría ido al médico por un catarro, al fin y al cabo era Noviembre y el frío comenzaba a arreciar.
Sin embargo, por la tarde tampoco estaba. No estuvo ni a la mañana siguiente ni por la tarde. En realidad, no volvimos a verle nunca más.
Mi hermano cogió a escondidas el periódico de mi padre y buscó en las esquelas, pero de pronto se dio cuenta de que no sabía el nombre del viejo.
Yo entonces no entendía muy bien que era la muerte, así que me limitaba a observarle en sus intentos de encontrarle.
La mañana de Navidad, cuando pasábamos con nuestros padres por la esquina en la que solía encontrarse, una mujer se acercó a nosotros, para sorpresa de nuestros padres.

- ¿Sois Daniel y Clara? – preguntó, con una sonrisa bondadosa, ignorando la cara de asombro de nuestros padres. Nosotros asentimos – Tengo algo para vosotros.

Sacó algo de una maltrecha bolsa de deporte, y lo depositó en manos de mi hermano. Era el violín del viejo, con sus raspones y su madera gastada, pero allí estaba.

- Feliz Navidad – nos deseó, al tiempo que se daba la vuelta y se perdía entre la gente.

Mi hermano lo miraba entre extasiado y entristecido. Lo acarició suavemente con los dedos, como si fuese un viejo amigo perdido, y a continuación se echó a llorar.
Creo que fue la primera vez que vi a mi hermano llorar por un dolor que nada tenía que ver con lo físico.

Uganda.

Primero sonó aquella detonación atronadora.
Después sólo se oyó el silencio.
Lo vi a cámara lenta, como en una película antigua, en blanco y negro.
Lo único que fui capaz de hacer, más por acto reflejo que de manera consciente, fue extender los brazos en un inútil esfuerzo de parar su caída.
Se me hizo un nudo en la garganta, y el único sonido que conseguí proferir fue un gemido roto en la oscuridad de la noche cuando la sangre empezó a manchar mi falda blanca.
Me miró con aquellos ojos azules y sinceros que hacían que me estremeciera cada vez que posaba su mirada en mí. Aquellos ojos que me dejaban sin palabras, que me hacían suspirar cada noche antes de quedarme dormida, solo que en aquel momento su vista estaba desenfocada.
Cómo si de una corriente eléctrica se tratase, mis sentidos se pusieron en alerta y empecé a gritar pidiendo ayuda.
El resto son sólo recuerdos vagos escritos de pasada en mi maltratada memoria
Ahora estoy sentada con la mirada perdida en una pared de blanco artificial. Todo huele a cerrado y a desinfectante. Nunca me ha gustado el olor de los hospitales, es demasiado… impersonal.
Él sigue respirando, ayudado por un montón de tubos cuya utilidad desconozco, esperando a que los médicos decidan si es conveniente desconectarle de la máquina que lo mantiene vivo, o esperar un poco más. Probablemente para ellos sea más una cuestión de espacio que de otra cosa. Si necesitan esa cama urgentemente, sus posibilidades serán escasas.
Me vuelvo hacia él. Su rostro de ángel está completamente en paz, ajeno a todas esas cavilaciones del mundo exterior al coma.
Puede que para los doctores sólo sea una cama, pero para mí… ¿Qué es para mí? No se explicarlo, ¿Se puede explicar la inmensidad del cielo o la furia de una tormenta? Él no es mi vida, es la razón de mi existencia.
Siento cómo unas lágrimas traicioneras pujan por escabullirse entre mis pestañas y lucho contra ellas. Ya habrá tiempo para lágrimas, ahora he de ser fuerte. Fuerte por él, porque se que en algún rincón de su alejada conciencia puede oírme.
Cierro los ojos, y, con la cabeza apoyada en su hombro, me abandono al cansancio y me dejo rodear por los brazos de Morfeo.

- ¿Qué has venido a hacer aquí? – preguntó una voz a mis espaldas.

Me giré y vi a mis espaldas a un joven no mucho mayor que yo con una sonrisa no muy prometedora. Suspiré. Había oído aquella pregunta como una treintena de veces desde que había aterrizado en Uganda. ¿Tanto les costaba entender a todos que yo quería renunciar a mi vida de privilegiada para ayudar a los demás?

- Lo mismo que tú, supongo – espeté – Ayudar. ¿O te crees que he venido aquí de vacaciones?
- No encajas, más te valdría coger tus maletas de niña rica y volverte por dónde has venido antes de que rompas una uña – gruñó

Aquello fue demasiado para mí. Nunca había sido una niña rica. De hecho, en el mundo occidental probablemente sería más pobre que él. Quise soltarle alguna respuesta mordaz, pero entonces miré sus ojos, que aunque se mostraban acusadores, escondían algo más; miedo.
Decidí que era mejor no crearme enemigos en mi primer día allí.

- Me da igual encajar o no encajar, a mis maletas de niña rica les ha gustado este lugar, así que nos vamos a quedar – hice una pausa – Y no te preocupes por mis uñas. Me las muerdo – levanté mi mano derecha para demostrárselo. Resopló y se dio media vuelta.

Los días pasaban y parecía que mi relación con él no mejoraba, a diferencia de la que tenía con el resto de voluntarios y habitantes de la aldea.
Empecé a trabajar como profesora, enseñando a los niños (pequeños y no pequeños) las letras. Sentía que había encontrado todo lo que siempre había buscado. Ver una sonrisa en aquellos desnutridos rostros infantiles era pago más valioso que todo el dinero del mundo. Era feliz. Y sin embargo, todavía me faltaba algo.

Él se mofaba de mi los primeros días, cuando, por culpa del cambio de aguas, me pasaba gran parte del día “patas abajo”. Sin embargo no me quejé ni una sola vez. Si él lo había aguantado, yo también lo haría.

Empezó entre nosotros una extraña rivalidad para ver quien tenía más méritos.

- ¿Sabes? – me sorprendió oír su voz sin asomo de malicia – Al fin y al cabo, no estás tan fuera de lugar aquí, creo que tus maletas tenían razón…
- ¿Y a qué se debe tu cambio de opinión? – pregunté, perspicaz
- A que el jefe le ha recordado sutilmente qué estuvo lloriqueando una semana mientras le duraron las diarreas, y tú, a pesar de que ya llevas un mes aquí, no te has quejado ni de la diarrea, ni de las moscas, ni del olor, ni de ningún tipo de incomodidad -. Rió uno de nuestros compañeros. Él se puso rojo.
- ¿Damos un paseo? – le ofrecí una tregua que aceptó agradecido.

Paseamos un rato en silencio por las calles arenosas y malolientes de la aldea, aunque, curiosamente, bañada por la luz de la luna, tenía un aspecto mucho más… ¿Mágico?

- ¿Por qué decidiste venir aquí? – pregunté al final. Se tomó su tiempo antes de responder
- Quería escapar. Quería dejarlo todo atrás, aunque supongo que eso no es posible, quería empezar de cero, darle un sentido a mi vida, más allá de las banalidades que me rodeaban en Londres… me sentía como en una…
- Cárcel – susurré a la vez que él.

Nos miramos intensamente durante un largo rato. No hacían falta más palabras. Supe que él compartía mis pensamientos y sentimientos, que odiaba verse atrapado en la rutina, que le gustaría cambiar el mundo. Pero que, a pesar de haber encontrado un sucedáneo de felicidad completa dedicándose a ayudar como voluntario, todavía le faltaba algo. A ambos nos faltaba algo. En realidad, lo mismo. Yo desvié la mirada la primera.

A partir de aquella noche, todo cambió. Nos convertimos en los mejores amigos, en inseparables, algo que nadie había previsto viendo nuestra primera relación. Lo sabíamos todo del otro sin necesidad de palabras. Teníamos esa complicidad única y especial que los demás no entendían. Y sin ser realmente consciente de ello, aquella parte vacía dentro de mí, dejó de estarlo. Me había enamorado.

Pero, cuando parecía que había alcanzado la felicidad absoluta, se desencadenó todo. Era demasiado perfecto para durar mucho.
La guerrilla comenzó como empiezan todas; con odio, venganza, y algo de política y economía por detrás.
A nosotros nos pillaron por sorpresa. Nadie avisó.
Eran brutales, asesinos, violadores, cegados por la ira y la violencia, pero sobre todo, jóvenes que no habían conocido ningún sentimiento positivo, y que sólo les habían enseñado a matar desde que eran unos críos.
Pensé en mis alumnos, en aquellos niños de sonrisa inocente, y me negué a que corrieran el mismo destino. Me hice cargo de la situación, y ayudada por mis compañeros y los hombres de la aldea que estaban todavía en condiciones, planeamos la evacuación.
Aprovechamos la noche, mientras nuestros invasores se emborrachaban en su campamento, y empezamos a sacar a las mujeres y a los niños de la escuela, mi escuela, dónde habían permanecido escondidos. A los heridos los trasladaban en la camioneta que normalmente transportaba alimento.
Me sentí frustrada. Sería imposible sacar a todos en una sola noche, y dudaba que consiguieran llegar a la aldea vecina. Odiaba aquella sensación de impotencia y de injusticia. Me eché a llorar rogando que alguien nos ayudara.

- ¿Elena? – me sobresalté, no le había oído llegar. Me miró y yo no traté de ocultar las lágrimas. – Me rodeó con sus fuertes brazos y yo me acurruqué en su pecho, dando rienda suelta a mi agonía. Me besó el pelo y me frotó la espalda – Todo saldrá bien, estoy aquí, contigo, todos van a estar a salvo, ya lo verás.
- ¿Cómo lo sabes? - conseguí preguntar, mientras me sorbía la nariz.
- Porque tú estás aquí. Eres una luz capaz de alumbrar la máxima oscuridad. – Volví a sollozar, enfadada conmigo misma por no poder controlarme. – De todas maneras – me apartó y me miró serio – Sería mejor si te marchases tú también.
- ¿Qué? – Me aparté de él, rabiosa
- Es peligroso, pueden hacerte daño.
- Y a ti también – repliqué con ferocidad – y a todos, me necesitan, no me voy a marchar… mi vida vale tanto como cualquiera de las de los demás.
- No, no para mí. – Su voz sonaba ronca. Levanté la mirada y le miré a los ojos sorprendida de que él también fuera incapaz de reprimir las emociones. – Si te pasara algo malo, yo… no podría seguir viviendo. Antes de encontrarte, vivía sumido en las sombras creyéndome capaz de ver a través de ellas. Antes de que la luz llegara a mi vida. Antes de encontrarte, mi vida estaba vacía, y gracias a ti, ahora tengo una razón para continuar viviendo. Te quiero.

Me besó, y yo le correspondí. Y nos dejamos llevar por la urgencia, por la pasión y por el miedo de que aquella fuera nuestra última oportunidad de estar juntos. Nos olvidamos de la desesperación y el dolor y nos concentramos en nosotros, sólo en nosotros por una vez. Y así nos descubrió el amanecer.
Pero los primeros rayos de sol también trajeron algo más; los gritos. Volvimos a la cruda realidad.
Salimos corriendo a la calle y vimos el motivo de aquellos chillidos de terror; uno de los asesinos apuntaba con un revolver la sien del marido de una mujer, e intentaba obligar a ésta a matar a otro hombre, ya que ella tenía una pistola en la mano, y le apuntaba temblorosa. Ella lloraba, y aquella sanguijuela se reía divertida de su propia crueldad. Grité y me lancé como loca contra el agresor, que cayó bajo mi peso, cogido por sorpresa. La mujer soltó el arma y se abrazó a su marido, mientras el otro hombre huía rápidamente. Forcejeé con mi víctima, pero él era mucho más fuerte que yo y pronto me redujo.

- Maldita blanca – gruñó – Te voy a enseñar a no entrometerte

Me dio un golpe y me quedé aturdida, pero algo quitó su peso de encima de mí.

- Estate quieto, es blanca, no puedes hacerle daño a ella, o nos meteremos en líos – exclamó una voz autoritaria en alguna parte. Me arrastré hasta la pared de una casa y traté de ponerme de pie.
- No se enterarán, y además, ¿Quién le manda entrometerse? Le daré lo que se merece. – El otro pareció meditar, y finalmente asintió. – Lo siento blanquita, - me dijo, divertido – tenía otros planes para ti, pero ya ves que tenemos prisa. Alégrate, será más rápido.

Se agachó y cogió el revólver que yo le había arrebatado en mi intento de salvar la vida de aquellas tres personas. Al menos, y extrañadamente me sentí aliviada, iba a tener una forma heroica de morir.
Alzó el arma y me apuntó, tomándoselo con calma, quizás esperando a que yo llorase o cerrase a los ojos. Pero no lo hice, lo miré con desprecio y asco.
Y encones disparó. No lo había visto llegar, y ellos tampoco. Y sin embargo, allí estaba mi ángel de la guarda, interponiéndose entre mi sentencia de muerte y yo.

Alguien me estaba moviendo para que me despertase.

- Señorita, - reconocí la voz del doctor – Señorita, hemos decidido acabar ya. No hay nada más que podamos hacer por él… Si quiere despedirse, le dejaremos intimidad.

El doctor se dio media vuelta y me dejó a solas con él. Le miré y acaricié su rostro.

- Te quiero – le susurré al oído – Te querré siempre. Espérame por favor. No vayas a dónde no pueda seguirte…

Le di un suave beso, sintiendo como una silenciosa lágrima resbalaba por mi mejilla y caía en sus labios.
Me di la vuelta para marcharme.
Pero en aquel momento algo rozó el dorso de mi mano.
Me di la vuelta incrédula, y allí estaban aquellos ojos azules que tan bien conocía, y una débil sonrisa comenzaba a dibujarse en las comisuras de sus labios.

- Elena – susurró – gracias por hacerme volver.

Desenfreno.

Gritos, saltos, movimientos desenfrenados al compás de una música que ni siquiera entendemos, ni nos importa. No llega, nos toca, nos hace vibrar. Las letras hablan de sentimientos confusos, palabras desordenadas, rebeldía contra todo lo establecido.
Somos como lobos; acechamos a nuestra presa, amamos la noche y le contamos nuestros pesares a la luna.
El volumen aumenta, la música llega al clímax, y nosotros con ella. No importa la hora ni el lugar. El instante es perfecto.
Somos salvajes, desinhibidos, la noche es nuestra. ¿Qué importa lo que piensen? No me hace falta el alcohol para actuar por instinto.
Nos acercamos, tanteamos, en busca de un recodo o un abismo por el que poder penetrar en las defensas opuestas.
Te miro, me miras, nuestras miradas se cruzan, y los muros se quiebran.
Me acerco, te acercas, el aire se electrifica, la distancia merma.
Sonrisas cómplices, miradas pícaras, un roce disimulado que incita.
El roce que se transforma en caricia, que ya no tiene nada de disimulada, que refleja el anhelo incontenible de dos cuerpos a oscuras.
Un beso, inocente al principio, finalmente desesperado.
Una pierna entre dos piernas, una mano en la cintura, el pelo alborotado.
La respiración se acelera, jadeante, galopante, al ritmo de los latidos de nuestros corazones, aunque el ritmo ya se ha unificado.
¿Cómo acabaremos la noche? Aullando juntos a la luna.

Reverencia

Es pasmosa la facilidad con la que la retaguardia de la muralla del orgullo cae ante palabras inteligentes, para dejarle paso a la admiración.
Es curioso como desearías con toda tu alma poder charlar largo y tendido con personas con las que todavía no has intercambiado ni una miserable palabra, y cuya presencia anhelas como se ansía el agua en el desierto.
Pero has leído. Has leído sus palabras, que son aún más elegantes y fluidas que las tuyas, que se cuelan en tu conciencia y te la endulzan como la miel endulza el paladar, dejando ese regusto insatisfecho que te pide más y más.
No son famosos, ni salen en lo libros, son simples mortales de a pie, como tú. Pero tienen ese don que tanto admiras, y por el que suspiras segundo tras segundo.
Pero ¿Cómo acercarte a ellos?
Oh, dear.
¿Qué imagen ofrecer de una misma cuando sabes que ellos te superan con creces en todo aquello en lo que tú te creías sobresaliente?
Sabes cual les cautivaría. Una femme fatale escondida tras la cortina de humo de un cigarrillo recién extinguido, de sonrisa misteriosa y un mundo en la mirada.
Craso error. Ni siquiera fumo.
¿Qué soy yo, ya que no estoy dispuesta a ofrecer una ilusión cambiante de mi misma? Una joven mediocre, de aspecto mediocre, y talento mediocre.
Mediocre. Cómo odio esa palabra.
Es en estas ocasiones, cuando al fin me siento superada por alguien con creces, cuando me doy cuenta del largo camino que me queda por recorrer.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Felicidad

Felicidad. Abstracción pura extraída del breve aliento de una risa espontánea.
¿Cómo describirla, cuando tantos lo han intentado, sin resultado aparte?
Nadie escribe obras maestras sobre la felicidad, es el precio que hay para pagar para conseguir la gloria; los dramas son los que llaman a las puertas de las conciencias ajenas, no algo tan sencillo y etéreo como el mayor anhelo del ser humano.

¿Es una sensación? ¿Un sentimiento? ¿Una ilusión? ¿Un sueño? ¿Una utopía? ¿Un intento de evasión?
Yo veo un rayo de sol proyectado directamente sobre el corazón, una carcajada, una mirada cómplice, poesía del alma, volar sin abandonar el suelo, hoyuelos en las comisuras de la boca, el crepúsculo y la aurora, colores, el viento transportando la esencia de un suspiro, vivir resguardado a la luz de la luna, una rosa, una melodía, el tacto de la hierba mullida bajo la piel, el olor a libertad en el aire, mirarse en el espejo y sentirse querido.

Cerrar los ojos y ver recuerdos como pequeños recortes de un largometraje. Un paseo, una caricia, un beso, una broma compartida, montañas, lagos, paisajes desconocidos, ciudades con una magia especial, y saber con seguridad que tomaste las decisiones correctas, que todo fue como tuvo que ser y que lo sigue siendo.
Paz, no más tormentos, ni dudas, solo la tranquilidad, la conciencia de que en este preciso momento no pedirías nada más, porque no lo necesitas. Por primera vez te sientes completo, y te importa menos el escapar, porque ya no hay un porqué que te impulse a ello. Volver a sentirte niño, inocente, optimista, venga lo que venga.

Correr, correr sin ir a ningún lugar, saltar de lleno al horizonte y alcanzarlo gracias a tus nuevas alas.

Supongo que mi intento de encontrar una palabra que resulte equivalente a la felicidad es tan infructuoso como el resto.
Pero todos los locos idealistas que tratamos de definir el concepto llegamos al menos a establecer una relación bastante acertada.
La felicidad es para compartirla.

sábado, 6 de junio de 2009

Falsas ilusiones.

Es curioso como nos dejamos engañar, o incluso nos engañamos a nosotros mismos, con tal de creer que las cosas son como nos gustaría que fueran.
Que siempre somos los buenos, que son los demás los que se equivocan, y nosotros las víctimas de esos errores ajenos.
La prueba más difícil es mirarse en un espejo, ver el alma reflejada, y anfrontar que puede que lo que veamos no nos guste, pero que así es cómo somos en realidad.
Hace falta valor, y cuando lo descrubres, duele el corazón. Y duele más que cuando un amigo te falla, o una persona e engaña, o te alejas de alquien querido. Porque eres tú mismo quien ha estado fallando, quien se ha estado engañanado, y se ha alejado de su auténtico Yo.
Y todos, absolutamente todos, tenemos orgullo.

viernes, 29 de mayo de 2009

Pensamiento acelerado

En ocasiones siento que pienso demasiado. Tanto que me llega a doler la cabeza.
El ser humano sólo utiliza una pequeña parte de cerebro. Tal vez sea por algo. Tal vez sobresaturo el mío, y no está preparado para ello. Pero no puedo no pensar, por muy agotador que resulte a veces.
Las ideas, la palabras, bombardean mi mente de tal manera que a menudo se me traba la lengua, o, incluso, de vez en cuando, ésta colapsa, y me olvido completamente de lo que estaba pensando una milésima de segundo antes.
Y me quedo en blanco. Y en ese instante descanso.

Porque ya no puedo dormir por las noches; mi cerebro no quiere ponerse en standby... hay demasiadas cosas que entran constantemente. E incluso cuando por fin se abandona en brazos de Morfeo durante unas escasas horas, nunca consigue llegar a la profundidad calmante y tranquilizadora de la fase REM.

Siempre hay pensamientos, disfrazados de sueños irreales por el subconsicente, que interrumpen el descanso. Y me propongo darle una utilidad.

Porque aunque pienso, y pienso, normalmente a la hora de verdad actúo por impulsos. ¿De qué me sirve, entonces?
La meditación ya no me ayuda, no consigo relajarme.
Así que busco el motivo. Pongo un nombre a mi tormeno.

Y aunque mi cerebro asimila el concepto no existe palabra capaz de captar la esencia.
Podría llamarse frustración, agobio, encierro, claustrofobia... pero ninguna sería exacta. Y entonces lo describo. Es como mirar hacia el cielo, con el cuello comletamente estirado hacia atrás, y ver que ls nubes crean n remolino imposible sobre tu cabeza. Es como si el horizonte dejase de ser lejano, como si los edificios se irguiesen tan alto que el azul quelos separa es apenas visible, y y no es azul, sino gris. Es como caer a oscuras, desafiando la ley de la gravedad, sin saer la dirección, porque has perdido el eje de tu propio equilibrio. Y la horas pasan, y de vez en cuado se producen destellos de felicidad en la nada, pero que no son suficientes para iluminar esa totalidad.
Sin embargo, me aferro a ellos, desesperada por dejar de caer, pero sin querer quedar en suspensión.

Y mi cerebro, frenético por la desesperación, busca sin descanso la manera de volver a la vida

miércoles, 20 de mayo de 2009

Renacer

Suspiró. Y supo que en realidad nunca antes había respirado.
No era su pimera vez, y sin embargo lo era.
Lo era por la clariad con a que prcibían sus sentidos; la respiración ausda, la suavidad de la tosca piel contraria, el olor a café mezclado con el de sudor humano, el sabor de pasión en la boca, la silueta difuminada a sus espaldas.
Y sobre todo, la calidez.
Ya no tenía nada que ver con el fuego de la tentción que había ardido en su interior no mucho antes, era algo más íntimo, más satisfactorio, más hermoso; algo que salía directamente de su corazón.
No estaba segura de si debía llamarlo amor. De lo que sí tenía la seguridad era de q porprimera vez estaba viva.

martes, 12 de mayo de 2009

La vida es sueño

¿Pues qué sería del ser humano sin soñar? No hay camino para la felicidad; la felicidad es el camino.
Pero como todo trayecto, lleva hacia una meta. La necesitamos. Necesitamos la ilusión y los sueños como se necesita el oxígeno; es el motor que nos impulsa hacia delante.
Y los ideales. Aún en mayor medida.

Conservo el recuerdo de una conversación con mi madre, hace muchos años, en la que le dije completamene convencida: "Mamá, yo voy a cambiar el mundo".

Ha pasado el tiempo, he aprendido mucho desde entonces, pero esa idea todavía ronda en mi cabeza; la de que un mundo mejor es posible. Mucha gente ha sonreído con condescendencia cuando lo he mencionado, y ha dejado el tema correr. Y sé lo que han pensado. Que estoy loca, que hay cosas que no se pueden cambiar.Pero la unión hace la fuerza, y entre todas esas personas que negaban con la cabeza al exponer mis ilusiones, he encontrado gente que quiere lo mismo que yo.
Gente que está cansada de las guerras, del sufrimiento evitable, del hambre, del abandono, de la soledad, de la tristeza, de la insolidaridad, y que está dispuesta a hacer algo.

Como dijo un amigo: Si no somos idealistas ahora, mientras somos jóvenes... ¿Cuándo vamos a serlo?
Sueño con la paz, con la igualdad, y con la justicia.Y no son castillos en el aire. También conozco el método para llegar a cumplirlos.
Por eso quiero trabajar de profesora allí donde se necesite.
Por eso quiero escribir, fotografiar, cantar, actuar y expresar mis anhelos de manera que la gente me atienda. ¿Qué mejor que las artes para ello?
Por eso quiero dar la vuelta al mundo en una furgoneta hippie, aprendiendo cada día, viviendo con intensidad cada segundo, haciéndome poco a poco más sabia.

Puede que yo sola no pueda cambiar el mundo, pero con cada sueño que consiga realizar, lograré que sea un poco mejor.

You may say I´m a dreamer, but I´m not the only one.
I hope someday you´ll join us... and the world will be as one.

martes, 28 de abril de 2009

Poesía

Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
PABLO NERUDA

Cómo igualar a tales mastros en el arte de las palabras.
Cómo plasmar sobre papel lo que me quema las entrañas.
Poesía, oh, poesía, don amargo para almas destrozadas,
llegas en las oscuras noches, llenas de lágrimas veladas,
como un suspiro, una caricia para aliviar la angustia callada.
Y te quedas, mientras la estancia de silencio está poblada,
compañera fiel, amiga eterna de las ánimas desesperadas.
Oh, poesía, mensajera del desamor.
Cuán bella parece la vida bajo tu resplandor.

lunes, 30 de marzo de 2009

Historia de dos

Quisiera escribir una historia de amor. Nuestra historia de amor. No una de esas que acaban en tragedia, ni el típico cuento de hadas con final feliz.
Quisiera contar la realidad; que estuve enamorada de ti durante siglos, que fui tu amiga, tu confidente, que poco a poco me gané un hueco en tu corazón, no sin esfuerzo, atenta a cada ocasión de hacerte feliz.
Que lloré por ti, reí por ti, me dormí pensando en ti y me desperté deseando que mi sueño se hiciera realidad. Que algún día podría cantarte al oído “I don´t wanna miss a thing” de Aerosmith.
Seis meses separados, y a la vez más unidos, y de nuevo tus sonrisas, tu voz, tus abrazos, tus bromas, tu amistad, y mi piel estremeciéndose al mínimo roce, mi corazón palpitando acelerado por cada mirada, mis entrañas ardiendo de ganas de ti.
Que absurdo es el amor, que aunque no correspondido te eleva a lo más alto, a otra dimensión, esa en la que las palabras no son suficientes, no valen, no pueden expresar la profundidad de una sensación, se un sentimiento, de una ilusión.
Suspiro encandilada y tu nombre se desliza juguetón entre mis labios, travieso, bailón, inesperado, y recuerdo cada conversación, cada palabra, y las saboreo, y les doy vueltas, y busco posibles significados ocultos detrás de cada letra para mantener vivas mis esperanzas.
E imagino, sobre todo eso, un “nosotros” posible, cercano, que la amistad deje por fin paso a algo más, después de tanto viaje, tantas vivencias, tantas cosas en común.
Poder decirte que te quiero, una y otra vez, no tener que esconderlo nunca más, proclamarlo a los cuatro vientos, y que se entere todo el mundo, que sepan lo feliz que soy a tu lado. Canturrearlo como un estribillo de moda, de esos pegadizos que entran en tu cabeza y ya no hay manera de que te abandonen.
Besarte cuando me apetezca, reírme contigo perderme en tus ojos, beber de tu aroma, mecerme en tus brazos, ser uno solo. Apoyarme en tu hombro y hablar durante horas, de tonterías, de inquietudes, de filosofía, de sentimientos.
Pasear cogidos de la mano, o acurrucados uno junto al otro si hace frío, que nuestros amigos piensen lo monos que somos, y sonrían al vernos, contagiados por la felicidad que emanamos.
Tomarnos el pelo y enredar, picarnos y hacer las paces. Compartir sueños. Soñar juntos. Contar estrellas.
Despertar por la mañana y verte, y atrapar cada momento como si fuese una instantánea capturada por una cámara fotográfica.
Disfrutar de la vida a cada segundo, cada atardecer, cada amanecer, cada rayo de sol, cada reflejo de luna.
Jugar con una rosa sin pincharnos con sus espinas. Compartir miradas que sólo nosotros entendemos.
Hacer que el hoy no nos pase por encima, y en el mañana amarnos todavía más.
Esa es la historia que yo quisiera escribir. Pero ésta es una historia de dos. ¿Qué quieres escribir tú?

viernes, 20 de febrero de 2009

Antologia de un beso.

Que es un beso? Una muestra de afecto, efimera o duradera, apasionada o tierna, entre dos personas. Un simple roce que hace que el corazon galope desbocado, el pulso tiemble, la garganta se seque y la conciencia se despida. Un beso prohibido, un beso robado, un beso volado... un gesto tan simple que da pie a multiples significados, a tantos poemas, canciones, y sueños de enamorados. Un roce en los labios, anhelado en secreto, entre cuatro paredes que conocen tan bien el valor de un suspiro. El anticipo de una pasion descontrolada, de gritos ahogados en la garganta, convertidos en gemidos.El tocar el cielo con la punta de los dedos. Mariposa revoltosa que se deliza sobre la piel, poduciendo escalofrios de placer.

viernes, 30 de enero de 2009

Querer y no querer

Te quiero sin querer,
casi por accidente,
cuando borrarte de la mente
seria el mayor placer.

Somos un par de vagabundos,
sin futuro, sin rumbo,
anclados en el pasado,
retazos de recuerdos inacabados
caricias en la piel,
besos nunca dados
mientras viviamos el ayer.

Protagonistas de un guion sin arte,
que vagan en infinita soledad
por las calles grises de una ciudad
que alguien invento en alguna parte.

Pero que cruel broma del destino,
pues el guion de la historia,
si bien sin pena ni gloria,
acaba con un final feliz,
pero en nuestro largo camino
el drama esta en la trayectoria
y no comeremos perdiz.

Pero... llorar? No, por favor.
Que el ser humano
aunque triste y mundano
tiene sentido del humor.

Y asi nos reimos de nuestro hoy, nuestro manana y nuestro ayer.
Pues la nuestra siempre fue la historia del querer y no querer.

miércoles, 28 de enero de 2009

Dias grises

Escuchar "Yesterday" cuando ya se esta de un humor gris no es una buena idea.

Puede ser porque el cielo tambien se ha despertado gris, o puede ser porque la unica persona a la que dejo llegar mas alla de mi muralla de piedra me vuelve a romper el corazon, otra vez mas.
No es enfado, ni decepcion... es simplemente sensacion de vacio.
Ya deberia haber aprendido la leccion, pero parece que no tengo remedio.

Mirando el lado positivo, seguro que mi produccion literaria aumenta por momentos... al fin y al cabo, con este animo gris, escribo para no llorar.
Triste consuelo.

Asi que aqui estoy, de nuevo, como perro apaleado lamiendose las heridas en un rincon oscuro, sin ser capaz, sin embargo, de volverse contra su amo. Y se arrastra, me arrastro, una vez mas, suplicando los restos de un amor que el, evidentemente no siente, ni ha sentido, ni sentira.

"Nunca fui la dulce nina de tus ojos, ni la mejor barca del mar."

martes, 27 de enero de 2009

La ladrona de libros

ERASE UNA VEZ....


Una identidad oculta, una pasión literaria y mil historias que contar.

Cada libro encierra un alma; la de su autor. Y a su vez un secreto; el poder de cautivar la mente humana. Las palabras son el arma más poderosa… A pesar de estar encerradas entre páginas de papel.

Si alguna vez has llorado, has reído, te has enfadado o indignado teniendo un libro en las manos, si has sentido su llamada imperiosa y te has ocultado bajo las sabanas, linterna en mano, si has contado las horas que quedaban para poder saber el desenlace del relato que tanto te había atrapado…

Entonces eres bienvenido a mi mundo de coleccionista de historias, almas y secretos.

El mundo de la Ladrona de Libros.

www.fotolog.com/ladrona_delibros