viernes, 3 de mayo de 2013

Filología: Amor por las palabras

Cuando hay ignorantes que me preguntan que por qué estudio filología, que para qué sirve eso, me enfado bastante. Aún me enfado más cuando algún intrépido va más allá y me dice que si para aprender inglés no era más fácil apuntarme a la Escuela de Idiomas. Sin entrar en detalles del nivel con el que uno sale de la Escuela de Idiomas (en general), a todos estos prepotentes (la mayoría de ellos con carreras en económicos o algo similar, por cierto) les respondo; en Filología inglesa no sólo estudiamos ingles, que yo, por cierto, inglés ya sabía. Durante los 5 años que dura la licenciatura aprendo gramática y fonética de inglés, castellano y francés, así como historia de la lengua y su evolución, lingüística, historia y cultura, cine y mucha, mucha literatura. Así que no, no puede equipararse a las dos tristes horas semanales de la E.O.I. Y entonces hay corticos de entendederas que reinciden; y todo eso ¿para qué sirve? Y entonces ya me enciendo del todo. 

"Las letras y las humanidades están muertas, no sirven para nada" proclama el ganado. 
He conocido a gente cuyos padres se han negado a pagar la universidad si era para estudiar historia, por ejemplo. Porque al parecer, eso no sirve para nada, no tiene salida (me río yo de las salidas laborales que tiene ahora cualquier carrera en España, de todas formas).

Bien, pues a todos estos borregos atontados, porque no tienen otro nombre, voy a revelarles un secreto: Nuestro universo se construye sobre palabras. Pensamos en palabras. Todo lo que nuestro cerebro percibe tiene un nombre. Somos incapaces de pensar sin el lenguaje. Lo necesitamos para comunicarnos. El lenguaje es entendimiento, es comprensión, y es poder. Los maestros de las palabras pueden manipular y confundir las mentes de los demás; por eso es tan importante dominar el lenguaje. Es un arma, y también un instrumento de libertad. En realidad, es la única capacidad que nos distingue del resto de animales; la complejidad y riqueza de nuestro lenguaje; sea el idioma que sea. Todos nacemos con predisposición a adquirir una lengua (excepto en casos de daño cerebral o enfermedad). Va en nuestra naturaleza. Es el lenguaje lo que nos hace esencialmente humanos. 
Pero hay más. Las humanidades son imprescindibles. Igual que el médico estudia el cuerpo del paciente, y sabe como curarlo, la filosofía, la historia, la literatura, las artes, todo esto nos ayuda a comprender la naturaleza humana; la mente, el alma. Citando una frase del señor Keating en el Club de los Poetas muertos: "No olviden que a pesar de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo (...). Les contaré un secreto: no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería... son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son cosas que nos mantienen vivos".

Vivimos en una sociedad en la que se desprecian las humanidades y se hace apología constante del dinero, y así nos va. Consumo, consumo, consumo. Un móvil mejor, un ordenador mejor, un coche, una tele de plasma.... Nos hicieron creer que no podíamos vivir sin todo eso, y nos olvidamos de pensar. Y así es como los ricos se hacen con el control de todo y de todos. Porque en algún momento dejamos de adorar a las ideas para adorar el dinero. De teocentrismo pasamos al antropocentrismo, y lo que todavía no se ha dicho es que a partir del XIX pasamos al denariucentrismo. Porque como la historia enseña, la evolución el pendular, hemos vuelto a centrarnos en Dios, solo que esta vez, el dios es el dinero. 

Y aún así, seguimos cantando, componiendo música, pintando, escribiendo historias que necesitamos contar; ahora se pueden llevar a la gran pantalla, o plasmar en una fotografía. Pero necesitamos continuar expresando ese algo. Y nos gusta disfrutar de esas expresiones. Denuncia social, sentimientos, ideas que nos atormentan o nos hacen soñar. Todo eso consigue emocionarnos todavía. Hay música, libros, fotografía, cuadros, esculturas, edificios, poemas, películas que nos transportan, nos hacen sonreír, llorar, y por un instante nos conectan a todos. Eso no lo logran los móviles de última generación, ni la tele de plasma. Así que quien diga que las humanidades están muertas, no tiene ni idea, porque no se puede matar lo que es esencialmente humano. 

Así que al parecer, mi carrera no sirve para nada pero yo voy a clase y disfruto, y me encanta, y me apasiona, y luego lo estudio y me fascina tanto que tengo que compartirlo contándoselo a los que me rodean. Mi carrera me va a servir para no acabar en una oficina, amargada, desando que llegue la hora del café, porque eso es un sueldo seguro... y me haría completamente infeliz. Como filología me ayuda a tener la mente activa y llena de ideas, podré pensar en muchas otras salidas alternativas. 

(Que conste que todos aquellos que sean felices trabajando en oficinas, tienen mi reconocimiento, no va por vosotros, sino por la gente que renuncia a su vocación por dinero)

1 comentario:

I.R.H dijo...

¡Bravo! Estoy absolutamente de acuerdo. Necesitaba leer algo así en estos momentos en los que estoy rodeada de incomprensión ante mi elección de estudiar Filología Hispánica.

Muy bueno.

¡Saludos! :P