martes, 28 de mayo de 2013

Manifiesto vital.

Buscar el lado bonito de la vida, que el feo ya está muy visto. Crear sonrisas allí por donde pase, dejar buenos recuerdos. Capturar cada destello en las miradas ajenas, y atesorarlos como una fotografía. Viajar, viajar, viajar. Empaparme de cada experiencia nueva. Nada de miedo. Nunca. Siempre para delante. El "no puedo más" no existe. No volverme nunca normal, que para cambiar el mundo hay que ser especial. Seguir mirando la realidad a través de los ojos ilusionados de una niña. Pero ir acumulando conciencia y conocimiento con los años. Tragarme el orgullo cuando haga falta, que rectificar es de sabios. Aprender, enseñar. Aprender enseñando. La locura como camino a la genialidad. Leer todo aquello que pase por mis manos. Ver todas las películas, escuchar toda la música. Emocionarme; reír, llorar. Hacerlo todo intenso. Al mal tiempo, buena cara. Libre, hasta el final. Responsable de mis decisiones. No acortar nunca las miras... la vista posada en el horizonte. Hasta el infinito y más allá. Vivir como si cada día fuera el último. Soñar como si fuera inmortal. Ver el lado bueno que hay en cada persona. Perdonar errores. Besar. Abrazar. Querer sin límites. Apasionarme por lo que hago. Luchar por causas imposibles. Traer la utopía un poquito más cerca del mundo. Dejar huella. Combatir las injusticias. Ser siempre fiel a mí misma. No se puede agradar a todo el mundo. Pero se puede marcar a mucha gente. No depender de nadie. A lo políticamente correcto, patada de kárate, que con la palabras derivadas de política delante, no puede ser nada bueno. Disfrutar del agua fresca cuando tengo sed, de los cafés con amigos, de los paseos nocturnos, de contar estrellas, del olor de los libros nuevos, de la hierba recién cortada, del pan recién hecho, del sabor del chocolate derritiéndose en la boca, del sonido de la tormenta a través de la ventana, del canto de los pájaros por la mañana, de subir una montaña, llegar a la cima y respirar. De correr con todas mi fuerzas y llenarme los pulmones cuando acabo. Cantar. Bailar. La sensación de velocidad de ir cuesta bajo con la bici en verano. Mojar los dedos de los pies en el mar. La suavidad de una manta. El poner la piel bajo el calor del sol cuando se tiene frío. Las caricias en la espalda. Cada pequeño detalle que hace que vivir sea una aventura y que merezca la pena. Ciudadana del mundo. Abanderada de la utopía. Infinita. Trascendente. 

No perder nunca la capacidad de hacer de cada instante una historia. Hacer de la vida una historia digna de ser contada. 

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