jueves, 7 de noviembre de 2013

Noviembre dulce.

Hay veces que te pienso como el otoño.

Con tus mañanas templadas bañadas
por el cálido abrazo del sol.

Con tu vals de hojas muertas
resucitanto con el beso del cierzo,
que silba su melodía incansable;
caballo que rompe la barrera del sonido
y abre las puertas del otro mundo,
ese al que pocos tienen acceso.

Con tus tormentas quebrantando el silencio,
como una risa invocando al diablo.
Porque no es rabia, sino muecas
con las que desafías al inexistente destino.

La lluvia que cae;
Amenazante caricia tiñiendo de gris
mi mirada estrellada.

El remolino contra el que se lucha sin sentido,
cuando no hay forma humana de ganar,
sólo dejarse llevar.

El reflejo azul
distorsionado por la pisada en un charco.
Madrigueras de mantas
que salvan del aullido del viento
y huelen a chocolate.

El otoño;
súbito, sublime,
totalmente imprevisible.

A veces te pienso como el otoño.

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