lunes, 9 de enero de 2012

Hasta siempre, profesor

Es complicado, casi conflictivo, hablar de Nicolás Liria.
Pero esta mañana, cuando mi hermana me ha dicho que había muerto, he sentido la necesidad de escribir mi despedida particular.

¿Qué decir de él? Se ha hablado tanto sobre él, que es difícil diferenciar lo que es verdad de lo que es mentira. Lo cierto es que si algo se puede afirmar, es que que se encargó de ser una leyenda.
Odiado o detestado por muchos, y querido por pocos. ¿Quiénes le conocían realmente? A saber.

Apodado cariñosa o maliciosamente "El Calvo"; profesor de filosofía y director de un grupo de tiempo libre durante muchos años. Siempre sobre ruedas, ya fueran de bici, moto o Patrol.
Se dice que estuvo liado con la mitad del profesorado femenino, y que a una de ellas la dejó plantada en el altar. Se dice que también tuvo líos con alumnas, y que a una de ellas la dejó embarazada.
En los campamentos se pasaba el tiempo encerrado en su tienda de campaña gigante, que no compartía con nadie, más que con su portátil. Pero cuando salía, todos los acampados, a coro, le cantábamos eso de:

Ay Nicolás, 
Que bueno que estás,
Y con el Patrol, 
torpedo sexual,
se quita el jersey,
y un oso total,
se quita el sobrero,
y ¡un clavo total!

Que no sé a qué mente brillante se le ocurriría la canción, por otra parte. Iba a comprarnos la comida, a llevar niños al hospital, y eso sí, y nunca faltaba, a la travesía de los mayores, a subir picos Pirenaicos.

Como profesor, no se puede decir que fuese objetivo. De hecho, si alguien se le metía entre ceja y ceja, se dedicaba a hacerle la puñeta. No sé si le gustaría mucho enseñar. Siempre daba la sensación de ir cansado a clase, con pocas ganas, pero luego, se divertía haciendo bromas con los alumnos. Le encantaba chincharnos.
A mí, personalmente, me estuvo fastidiando hasta que fui a su despacho y tuvimos una discusión bastante encarnizada sobre Descartes. Después de eso, nunca más. Hasta le hizo gracia. Supongo que era lo que buscaba. Despertarnos. Hacernos una pizca más rebeldes. O a lo mejor no, nunca se sabía, con él.
Eso sí, como profesor de filosofía, independientemente de lo capullo que fuese poniendo notas, hay que reconocer que era bueno. Creo que aprendí mucho más que la mayoría de los estudiantes de Zaragoza. Hasta de la universidad le llegaban alabanzas. Que qué bien preparados nos mandaba a Selectividad. Él explicaba. Quería que comprendiésemos. No se limitaba a leer unos apuntes sacados de vete a saber dónde.

Y así era él. Supongo que la mejor palabra para definirlo sería; raro. O casi mejor; polémico.

Y esta mañana un coche se lo ha llevado por delante en la salida de la A-2, cuando iba en moto a trabajar. Ha muerto en el acto. Eso han dicho en las noticias. No sabría decir cómo me siento. Durante un tiempo fui de las que no lo aguantaban. Pero hace ya unos años que lo recordaba riéndome, casi con cariño. Sorpresa, pena.
No sé cómo se sentirán mis compañeros, sus compañeros de trabajo, las muchas personas que tuvieron supuestamente, idilios sentimentales con él, su hermana. La verdad es que no creo que dejase a nadie indiferente, ni para bien, ni para mal.
Eso si, tu leyenda te sobrevivirá. Has tenido muchos alumnos, que contarán a amigos, hijos etc... "Yo tuve un profesor, "El Calvo", que..."
Has salido definitivamente de nuestras vidas como siempre saliste. Bruscamente, y sin saber lo que pensabas.
Adiós, Nicolás. Buen viaje.

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