jueves, 6 de marzo de 2014

Inconexo

El juego del ovillo. Me llamo Elena, tengo 24 años menos un mes, a menudo viajo. Lanzo el ovillo. Alguien lo deja caer. Todos lo sueltan con la caída, y en la maraña de lana hay una crisis de intentidad. Ya nadie sabe nada nade nadie. Tal vez ni siquiera de nosotros mismos.
Qué difícil es definir la identidad. Quién eres y qué eres son la misma pregunta formulada de la misma forma. ¿O no?

No.

¿Qué eres?
Un ser humano. Decir que eres persona quizá es mucho presuponer

¿Quién eres?
Silencio. ¿Basta con decir un nombre? Un nombre pueden compartirlo varios. Así que nuestro nombre no nos define, es sólo nuestro apelativo. Y entonces ¿Qué? ¿Un conjunto de cualidades y aspiraciones? ¿Un pasado, unos traumas, un conjunto de experiencias?

"Dicen que estamos hechos de átomos, pero un pajarito me dijo que estamos hechos de historias."

...

Oigo en la tele lo siguiente: "África es un problema del mundo" 
No sé quién dice esa sandez. África es nuestra cuna. La madre sublime que nos creó. El problema de África es el mundo de los hombres. 

...

Los árboles desnudos bañados de lluvia se abrían expectantes al sol de primavera. Las flores; blancos pétalos protegiendo los pistilos rosas, no tardaron ni un día en aparecer, con el canto arrullador del cierzo, la canción de cuna de marzo. 

Un hombre sale a pasear. No llega a los 70, pero le ha nevado en el pelo, y el sol ha tallado su rostro. Espera risueño en la parada del autobús. Podría ir andando, el parque está cerca, pero en la parada hay gente. Gente que no conoce, pero gente. El silencio de su casa asfixia su realidad.  Le preguntará a cualquiera. No importa quién sea. Algunos le mirarán con extrañeza como todos los días, pero con suerte, alguien especial seguirá la conversación. No hace falta conocerse para comunicarse, todos hablamos el mismo idioma. Curiosamente, la gente es adversa a las palabras cuando provienen de un desconocido. Se sienten incómodos, atacados. No les interesa lo que otro tenga que decir. Su día ya está planeado, y escuchar no entra dentro de esos planes. 
Aquí llega una chica, abstraída. Carpeta en el brazo, cara de sueño, rebuscando en el bolsillo la tarjeta del autobús.

 - A estudiaar ¿O qué?
 -Sí

La chica ha esbozado media sonrisa, pensando seguramente si lo conoce de algo. Pero no se pone los cascos, a pesar de llevar el reproductor de música en la mano. Está esperando. Escucha. Es su oportunidad. 
El día es bonito. 

...

Manuel es una leyenda. Todo el mundo ha oído hablar del viejo de la trompeta que cada noche toca en un bar. Lleva 40 años dedicándose a la música. Incluso trabajó en un circo en 1967. Nunca ha grabado un disco. Nunca ha tocado frente a grandes multitudes, nunca ha sido una estrella. Pero cuando todas las mujeres de su vida se han ido, y han sido muchas, porque en sus tiempos fue todo un galán, la trompeta ha estado allí. Ahora no queda ninguna mujer. Sólo vasos vacíos que huelen a alcohol, y algunas notas a veces tocadas a destiempo. O a tiempo propio y personal, depende de cómo se mire. Pero Manuel es una leyenda.
 

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