viernes, 14 de diciembre de 2012

Los confines de la conciencia.

Los confines de la conciencia. Porque no tiene límites. Podría escribir un ensayo sobre la locura, sobre la desesperación infinta, el dolor, la decepción, la desilusión absoluta. Pero hay más. Porque cada vez que pienso que no puedo más, resulta que sí que puedo. Porque he pasado de puntillas por los restos de cristal de mi alma rota, y estoy descubriendo lo que había detrás de la vidriera. A veces está en sombras. A veces, un fogonazo de luz me ciega y me impide ver bien. Pero está ahí. Una nueva dimensión de mi yo, de mi persona, inexplorada. He tenido que aceptar tan rápido cosas tan dolorosas en lo últimos meses, que he vuelto a ascender de liga. Aunque todavía no he resuelto en cuál estoy jugando. Ni a qué estoy jugando. 

"Podría haber llorado un mar de lágrimas saladas, arrojarme a los avismos y partirme en dos el alma, desatar la tempestad y el huracán de mi garganta, y confesar desesperado que no puedo con mi rabia. Aunque en mi actitud no soy tan evidente, no puedo sufrir más. Que el dolor cuando es por dentro, es más fuerte."

Es curioso cómo hay canciones que definen perfectamente todo. Qué haríamos sin la música. Sin la poesía. En qué mundo desolado nos moveríamos, mudos, incapaces de expresarnos. 
No hacen mas que repetirme: "Tienes que alejarte, tienes que cuidarte, tienes que preocuparte por ti, porque lo importante eres tú." Tienes. Tienes. Tienes. Claro que sí. Pero este es mi momento. El más íntimo, personal, y confidencial. Nada de imposiciones. Nada de tener qué. Estoy bailando conmigo misma. No soy feliz. El sufrimiento duele. Pero la melancolía es una melodía agradable para bailar. Es el reencuentro. Ya habrá tiempo para la alegría. Estoy rota, no muerta. Llegará el momento de la reconstrucción. No tengo miedo. 

No tengo miedo.

Soy libre. Ya no le temo a nada. Ni al propio sufrimiento. Lo que estoy descubriendo de mí misma, de la condición humana... Quiero explorar eso que había detrás del cristal. Eso es lo que necesito. 
He visto la muerte. He visto el abandono. He perdido el amor.
Y como dijo Albert Camus: "Nunca había sido tan consicente de mí mismo"
No es siquiera mirarme al espejo, y decirme, esto es lo que hay. No. Va más allá. Mi esencia es libre, para expandirse por donde quiera. La realidad es tan relativa. Las personas tan volubles.
Me siento extremadamente empática. Comprendo todo lo que sucede a mi alrededor. Es por eso por lo que no puedo estar enfadada. Estoy desgranando las complejidades del ser humano. El camino es arduo. Pero quiero saber. Siempre he querido saber. 

Sé quién soy. Sé cómo soy. Sé mi lugar en el universo. Y también sé que soy tan sumamente libre que nada puede acotar mi esencia. Soy yo quien decide en cada momento qué dirección tomamos; mi yo. Mi persona. 

Y a pesar de tener el corazón en mil pedazos cobijados a mi sombra, sonrío. Porque soy totalmente libre. Porque ya no tengo miedo.

No hay comentarios: