martes, 9 de septiembre de 2014

Dubliner: Capítulo 3

Hoy todo va del 3. He empezado el trecer libro de 1Q84 (Murakami me tiene cautivada, aunque Tokio Blues siga siendo mi favorito), he escrito el tercer capítulo de mi nueva novela y este es el tercer capítulo de mi blog. Después de pasarme toda la tarde escribiendo y haberme perdido la clase de teatro por el brote de inspiración, tengo los sesos más que exprimidos, pero siento que debo escribir.

En fin. Mi vida se resume en levantarme, desayunar con las niñas, hacerles trenzas, llevarlas al cole, volver a casa, hacer algunas tareas, tiempo libre, tiempo libre, tiempo libre... ir a buscar a la niñas, ayudarlas con los deberes, y tiempo libre, tiempo libre, tiempo libre. La buena noticia es que la semana pasada empecé las clases de teatro y salí encantadísima. La otra buena noticia es que mi por ahora única alumna de españoles encantadora y tiene muchas ganas de aprender, así que las cosas van fluídas, y la última y más importante buena noticia es que tengo amigos. ¡Sí! ¡Arriba la vida social! Estoy conociendo a mucha gente valiosa y muy interesante, y no hay nada que me guste tanto como "descubrir" personas.

Por otra parte, a pesar de que estoy contenta y entregada a hacer cosas que me gustan, por primera vez en mi vida me he ido de casa y lo echo de menos. Es decir, suena duro, pero normalmente cuando me voy, me voy tan contenta. Ya me empezó a pasar estando en Camerún. Tal vez sea que me hago mayor, pero más fuerte que mis ganas de volar está siendo lo a gusto que estaba yo por primera vez en Zaragoza. Y eso el lo extraño. Porque suelo estar bien, pero con las miras puestas en otra parte. Y ahora estoy en otra parte pero con el corazón puesto en Zaragoza. Pero supongo que esa extraña melancolía es la que andaba buscando como fuente de inspiración al venirme, así que no me quejo. Pero que sepáis que vosotros sóis los causantes de mi melancolía. Sí, vosotros me hacéis echaros de menos. Ahora que ha empezado septiembre, extraño a mis filólogos. Mucho. Y a mis amigos que rulean. Y a mi familia. El otro día casi lloro porque mi madre me mandó una foto de mis bichos. Estoy especialmente sensible.
Aunque al menos ya he acabado con las crisis existenciales de qué hago aquí y para qué habré venido. En mi mente todo vuelve a tener forma y a estar estructurado. El problema comienza cuando los sentimientos no lo comparten al 100%. ¡Vamos literatura! ¡Ambiente melancólico creado!

Por lo demás, llevamos casi con dos semanas de sol y pocas lluvias. Eso sí. Un frío que pela. Ayer había escarcha en la hierba por la mañana. No quiero pensar en el invierno. De verdad que no.


No hay comentarios: