lunes, 8 de octubre de 2012

Grita libertad.

Se habla mucho de libertad. A todos nos gusta decir que somos libres. Que vivimos en un Estado libre y Democrático que defiende nuestras libertades individuales, nuestra libertad de expresión etc... ¿Soy la única a la que le hace gracia tanta hipocresía? ¿Soy la única a la que le entra la risa cuando oye lo del Estado libre, lo de la libertad de expresión? Hablamos de un Estado que nos ha esclavizado para ofrecernos como carnaza al poderoso caballero Don Dinero... y no olvidemos cómo ha cambiado TVE en las últimas semanas, libertad de expresión... y un cuerno. Se dice lo que los amos mandan, de nuevo. Buenos periodistas despedidos porque no interesa que digan la verdad. Pero como siempre, pienso que los políticos que tenemos son aquellos que nos merecemos, tristemente. No sólo España, la situación es global... en España el único problema es que son penosos hasta mintiendo, y lo peor es que la gente les cree. Demagogia barata vendida al ganado desorientado. Y no hablo de partidos. Dan todos mucha pena. Hay muy poquitos que se salvan. Pero no quiero meterme en una disertación sobre política, porque es demasiado tenebroso, y podría no acabar jamás dando vueltas sobre el mismo tema. 

Libertad. ¿Qué es libertad? Parece que la inmensa mayoría de la gente piensa que es hacer aquello que a uno le apetece. Craso error. Apentencia, esa palabra que define la volubilidad del ser humano. Es mentira, señores, viven ustedes engañados. Ser libre no es hacer lo que uno quiera, cuando quiera y como quiera. Ser libre es la capacidad de elegir las decisiones que se toman a lo largo de la vida, y hacerse responsable de las consecuencias que éstas traigan. Ohhhh, y aquí es cuando la gente recula. Porque a todos nos gusta hablar de libertad, pero cuando mencionamos la responsabilidad... Es menos fácil, menos divertido, no nos gusta ser responsables de nuestros actos, es mejor echarle la culpa al vecino. Es mejor situarnos como pobres víctimas engañadas por otros, eximirnos de toda culpa. 

Para ser una sociedad libre, primero hace falta ser libres como individuos. ¿Lo somos? ¿Cuántas veces permitimos que la sociedad sea la que elija nuestra identidad, la que nos diga cómo tenemos que ser? ¿Cuántas veces nuestra identidad no deja de ser un calco del modelo establecido? Hay que ser normal. Lo normal es lo bueno. Si no eres normal, no eres aceptado. ¿Qué es ser normal? ¿Qué es hacer lo normal? Lo normal es lo que define el orden establecido. Y evolucionar implica romper con ese orden. Pensando en Darwin y en la teoría de la evolución, aquellos animales que sobrevivieron fueron los que tenían alguna diferencia, así es como se hace la evolución. Estamos tan preocupados por ser normales que muchas veces nos olvidamos de explorar nuestra propia excepción, lo que nos hace únicos. Nos da miedo ser diferentes, porque las ganas de ser aceptados son mayores que las ganas de ser libres. Sin embargo, cuando usamos la palabra excepcional, la usamos como un adjetivo positivo. Cuando hablamos de amor, nos gusta que nos hagan sentirnos únicos. ¿Por qué no empezamos por luchar por nuestra propia excepcionalidad antes que los demás? Dejamos que se nos juzgue, que se nos marque el camino, dejamos que las opiniones de los demás nos afecten. Siempre por miedo. El valor y la libertad siempre están bastante relacionados. 
"Tu corazón es libre, ten el valor de hacerle caso."
Hay muchos cínicos que dicen que en el fondo, la libertad es un mito. Que no hay nadie que sea realmente libre. Que hay cosas que no puedes elegir. Cierto. El individuo y su ambiente. El individuo y sus circunstancias. "Yo soy yo y mis circunstancias" 
Claro que sí. Pero en última instancia, eres libre al decidir que actitud tomas ante esas circunstancias. El futuro está siempre en movimiento, cambia según tus decisiones, hasta la más pequeña puede importar. 

Ser libre conlleva una gran responsabilidad. Por eso, lo normal es que haya muchos cobardes, y sólo las personas únicas cambian el mundo. 

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