miércoles, 3 de octubre de 2012

Adiós mi corazón.

Pensaba que la expresión de romperle el corazón a alguien no era mas que eso, una expresión. Ahora ya entiendo el porqué se utiliza. El pinchazo que he sentido, la barrera que de repente se ha interpuesto entre nosotros. Y el frío. Sobre todo el frío. 
Ayer supe que algo iba mal. Cuando te besé, y no sentí ese cosquilleo que siempre sentía al besarte. Esta mañana he sentido que iba a ser un mal día. Mi instinto no falla. Debería mandarle mi curriculum a Cuarto Milenio y que me contrataran. 
Al principio duele. Mucho. Ese pinchazo en el corazón, sentir que la sangre no llega a todas las partes de tu cuerpo, que no puedes respirar. Sin embargo, el artículo tenía razón. Sólo 12 minutos de dolor emocional son reales, el resto son auto infligidos. No duele. Puede que a ratos. Puede que dentro de unos días la realidad y la soledad me golpeen como un mazo y vuelva a quedarme sin respiración. Pero ahora... ahora no duele. Ahora sólo queda el vacío. La duda, el miedo. ¿Qué voy a hacer ahora? Y estoica, me digo; "Eres fuerte, Elena, de peores has salido. Vas a estar bien. Eres una luchadora nata y experimentada. No hay quien pueda contigo." 

Así es la vida, nadie dijo que fuera fácil. Pero Dios, cómo te he querido. 

Es triste. Triste porque se ha acabado algo precioso, esto que hemos vivido. Pero, ¿A quién quiero engañar? Ya lo sabía. De alguna manera, hace tiempo que lo he sabido. Antes que tú. Bastante antes. Pero me he negado a aceptarlo. Me he agarrado con todas mis fuerzas a un clavo ardiendo, negando la realidad, aferrándome con furia a la esperanza de que podíamos mantenerlo vivo, rezando para que no te dieses cuenta. Porque ¿Qué iba a hacer si no era estar contigo? Al final, tú has tenido que ser el fuerte. El que me haya obligado a aceptar la verdad. Que me quieres mucho, pero ya no como antes, que tal vez sólo como amigos. Para qué mentirte... hace tiempo que siento lo mismo. Pero Dios, cómo te he querido. Como te quiero todavía, aunque sea de un modo distinto. Eso que dicen de que el amor se muere es mentira. Al fin y al cabo, el amor es una energía. Ni se crea ni se destruye. Sólo se transforma. Si se destruye, es que no era amor. Y lo nuestro lo ha sido. 
Me queda en consuelo de que ante todo, eres mi mejor amigo. Y eso no va a cambiar. Sé que puedo contar contigo. Sé que puedo llamarte, hablarte, decirte las tontería que se me pasan por la cabeza, aunque ahora los besos estén prohibidos. Me va a doler no poder tocarte, no poder hacer el amor, darte mimos, pasear de la mano. Eso es lo que más me duele. Pero si guardamos esa pasión que aún nos queda, puede que en un futuro, el amor vuelva a transformarse y seamos de nuevo más que amigos. 

No me arrepiento de nada. Sólo puedo darte las gracias. Gracias por hacerme tan feliz estos 3 años y dos meses que has estado conmigo. Gracias por cada minuto, por cada mirada, por cada caricia, incluso por cada bronca. Gracias por hacer que sea mejor persona. Gracias por el regalo que para mí has sido. No tengo ni un sólo reproche. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Ojalá pueda seguir haciéndote feliz. Ojalá que encuentres tu camino.

Yo, pensando en positivo, tengo un nuevo mundo de posibilidades. A lo mejor me voy de au-pair cuando acabe la carrera, es el método más fácil de salir de España. A lo mejor me voy con una ONG a cambiar el mundo. Al fin y al cabo, es lo que siempre he querido. Pero cómo me hubiera gustado que vinieras a dar la vuelta al mundo conmigo. 

Vamos a estar bien, amigo. Pero Dios, cómo te he querido. 

No hay comentarios: